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Empapados y atareados

En Matanzas las lluvias acumularon entre 200 y 300 milímetros en el centro de la provincia, lo que ha provocado inundaciones en los poblados de Alacranes y Bermeja Imágenes de los estragos del huracán Ike en territorio cubano Vea la cobertura completa sobre Ike

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Juventud Rebelde

Escenas similares a esta, en el inundado poblado de Alacranes, se vivieron también en Bermeja y parte de Jagüey Grande. Foto: Leticia Arango MATANZAS.— Los rostros de los pobladores de los municipios más sureños de Matanzas no están para risas. Aun cuando todos se encuentran enfrascados en la recuperación, muchos están preocupados por el escurrimiento de las aguas, que causa inundaciones peligrosas.

Las lluvias acumularon entre 200 y 300 milímetros en las zonas centrales de la provincia, lo que ha provocado inundaciones en los poblados de Alacranes y Bermeja —pertenecientes al municipio de Unión de Reyes—, que todavía este miércoles mantenían en jaque a sus moradores y desataron la evacuación de más de 5 000 personas.

Inundaciones severas superaron el metro, y hasta el metro y medio en algunos lugares de la geografía unionense, pero la celeridad en el actuar de los consejos municipales y de zona, de las Tropas de Rescate y Salvamento y de las FAR permitieron proteger las vidas de los residentes en esas áreas.

Pedro Betancourt García, primer secretario del Partido en la provincia, recorrió el martes las zonas afectadas y mencionó la rapidez con que se evacuaron las personas hacia albergues previstos para estos casos.

En la tarde de ayer apreciamos una abundante corriente de agua atravesando la principal arteria de Alacranes, como una historia salida de una novela sobre el diluvio.

«Suerte que pasó lejos, porque mira qué cantidad de agua dejó», nos dice José Luis Benítez, residente en Jagüey. En ese sureño poblado matancero las aguas de la laguna de San Bernardo volvieron a apoderarse de varias viviendas.

José Abreu, con 35 años viviendo en la margen de la laguna, ha desarrollado en su familia una cultura de protección ante las inundaciones, y hasta construyó un muro de más de 60 centímetros alrededor de su casa para impedir las penetraciones. «Cuando el huracán Michelle (noviembre de 2001) el agua subió bastante», precisa, mientras nos cuenta que se han perforado muchos pozos para evacuar el agua, pero parece no haber remedio cuando el volumen es de la magnitud de las lluvias de Ike.

Tensión de un radioaficionado

Armando Martínez ha permanecido por más de 72 horas en su pequeña oficina montada en el gobierno municipal de Jagüey Grande. Su condición de experimentado radioaficionado no aleja de su ser las emociones y tensiones de comunicarse, a contrapelo de vientos de más de 100 kilómetros por hora y torrenciales lluvias, con gente que quedó aislada, sin otra posibilidad de comunicación que estos medios. Tal fue el caso de la pequeña localidad Raíz de Jobo, a 22 kilómetros de la cabecera de Jagüey.

«Hemos estado más de tres días sin interrupciones», se muestra feliz este hombre, quien resalta la labor y consagración de los 16 radioaficionados que en poblados distantes mantuvieron comunicación. «En Raíz de Jobo hay una persona operada del corazón y no sotros estuvimos siempre al tanto de la situación de él y de los habitantes de esa zona», advierte satisfecho y agotado.

Junto al general de división Raúl Rodríguez Lobaina, jefe del Ejército Central, recorrimos los municipios de Unión de Reyes, Jagüey Grande y Limonar, en los que palpamos serenidad y espíritu solidario y de recuperación.

El jefe militar exhortó a recuperar todo y ratificó el apoyo de las FAR a la población para lo que haga falta en cada consejo de defensa: «Por la organización y disciplina no lamentamos pérdidas de vidas humanas», sentenció.

En Alacranes el agua corría por el pueblo, tomando por asalto sus calles y el interior de las viviendas. Los ríos San Andrés y La Piedra son los que vierten tales volúmenes. En la Autopista Nacional, a la altura del kilómetro 122, a ambos lados de la carretera todo estaba inundado y el agua se movía hacia la cuenca sur de la provincia. Cada cierto tramo, las rachas de viento derribaron árboles, cultivos de plátano y fruta bomba y planchas de cinc y tejas.

José Manuel Pereira, presidente del Consejo de Defensa de Jagüey Grande, sostuvo que fueron evacuadas más de 8 000 personas y que se redujeron los daños al mínimo en las escuelas, al protegerse, entre otros medios, alrededor de 5 000 computadoras. También se resguardaron 151 casas de cultivos, entre otras acciones.

A nuestro paso nos dolió ver de nuevo las toronjas en el suelo, como en la época del ciclón Michelle, pero la rudeza de esos vientos no impide que se recuperen esas frutas para la industria.

En la ciudad de Matanzas Ike deja una huella peligrosa, al registrarse 121 milímetros de lluvia en 12 horas, lo que ha causado el desbordamiento de los ríos San Juan y Yumurí, motivo por el cual se evacuaron vecinos de la calle Narváez, la barriada de La Marina y el Consejo Popular Pueblo Nuevo.

Reinold Miguel Díaz, vicepresidente del Consejo de Defensa municipal, informó que se pronostica que continúe el avance hacia la ciudad de un volumen grande de agua que sobrepasa el caudal de los ríos y propicia inundaciones en las zonas bajas.

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