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Actúa La colmenita para damnificados en Pinar del Río

Ese grupo de teatro para niños, junto al Circo Nacional de Cuba, obsequió su arte a ocho de las localidades más afectadas por los huracanes Gustav e Ike

Autor:

Juventud Rebelde

Organizado en cuatro brigadas y reforzado por personal de excelencia del Circo Nacional de Cuba, el grupo de teatro para niños La Colmenita actuó este fin de semana en los ocho más dañados territorios de Pinar del Río.

Informa hoy la AIN, que en horas muy tempranas acudieron a despedirlos y a expresar su apoyo y orgullo por la labor a realizar, Abel Prieto Jiménez, ministro de Cultura, Miguel Barnet, presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, entre otras personalidades.

Lo que vimos en la comunidad Santa Lucía, en el municipio de Minas de Matahambre, además de un espectáculo de primera calidad fue un hecho social de amor y solidaridad desbordados.

El joven colectivo que dirige Carlos Alberto Cremata ya tiene acostumbrado al público a excelentes espectáculos tanto en los conceptual como en lo formal y esta vez la presentación de La cucarachita Martina, confirmó otra vez los criterios formados en su rigurosa trayectoria.

No menos hicieron los jóvenes artistas circenses del dúo Adiemus, el trío acrobático de fuerza Los Fernández, el mago Omar y los payasos Joe Carrasco y Niusbel Bring, quienes merecen actuar en los mejores escenarios del mundo.

Pero lo que primó allí fue una atmósfera de cariño y complicidad, de apoyo mutuo en la resistencia y la generosidad. Al final de la presentación casi un centenar de niños y adolescentes invadieron el escenario para cantar y bailar con los integrantes de La Colmenita.

Por supuesto, en cada uno de los sitios donde estuvieron, los muchachos de Cremata dejaron una donación de material escolar, ropas y zapatos, que entregaron a las autoridades de la localidad para los niños y niñas damnificados, pero lo esencial fue el estímulo y el agradecimiento de todos por los momentos vividos.

Esto reafirmó que el arte cuando es auténtico no es mero adorno, sino esencial alimento de la espiritualidad, un antídoto contra el desánimo para persistir en la tarea de la recuperación aunque sea larga y difícil, concluye la AIN.

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