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Sin plumas, ¡pero cacareando!

Autor:

Juventud Rebelde

Afectaciones  a los inmuebles, muerte masiva de aves, pérdida de alimento y otras materias primas son parte de las daños del huracán Ike al sector avícola de la provincia

CAMAGÜEY.— Adentrarse en los caminos rurales camagüeyanos es revivir, por instantes, lo que experimentó este pueblo con la visita del indeseado Ike.

Árboles casi secos, claros quemados en medio de la llanura... aún permanecen sin verdor y montones de escombros por doquier hacen surgir palabras como las que dice Pepe encima de su caballo: «Allí hubo una casa».

Así es todavía el panorama, pues el «mal nacido» nos atacó al unísono por mar, aire y tierra.

No escaparon a su ira las miles de aves ponedoras de la Empresa Avícola Camagüey. El recuerdo unánime de los trabajadores del Combinado Avícola Nacional (CAN) aquí deja una imagen del sufrimiento animal.

Temblorosas, tontas, pasmadas, desplumadas, ahogadas y hasta implorantes de ayuda, podían estar horas sin moverse... así fue la reacción de muchas gallinas, afirmaron los obreros de varias unidades del CAN, visitadas por este diario a 18 días del paso del Ike.

Huevos en tiempo de ciclón

Y es que este sector fue seriamente afectado en Camagüey: Cubiertas, diferentes estructuras de los inmuebles, muerte masiva de aves, pérdida de alimento y otras materias primas, fue solo una parte del lastre dejado por el impacto de este huracán.

«Las tejas volaban como pencas de coco», recordó el administrador Rolando Domínguez, de la Granja 28, mientras que sus 42 trabajadores incorporados a la producción rescataron, junto a los habitantes de la comunidad de Cayo Medio, cientos de tejas en medio del marabú a más de un kilómetro de distancia.

Muchas son las anécdotas de los trabajadores del CAN en toda la zona de Minas y Camagüey, pero lo descrito por varios obreros de los CAN 25, 22, 26 y 16, no tiene comparación.

«Estas gallinas son las mejores del mundo, porque muchas ni con el ciclón dejaron de poner. Esa misma noche recogimos unos cuantos miles de huevos, y mira que murieron más de 16 000 pollonas» expresó el joven Raidel Barrios, quien junto a otros compañeros se mantuvo 48 horas incomunicado en las oficinas de la granja 25.

¿Y qué decir de la institución vecina, la Unidad 22? Aquí al veterinario aún le duelen las manos. «Hubo que destrabar cientos de huevos de las cloacas de los animales. Cada vez que una cacareaba, allá íbamos a salvarla», cuenta el especialista.

Para el técnico René Yorka, de la granja 25, en Minas, sus gallinas están hechas contra huracanes. «Mejores no las queremos; han puesto sus huevos bajo viento, agua, sol y sereno, y además bajo un estrés del caray», aseveró.

Hasta las iniciativas espontáneas han servido como solución perfecta para miles de aves.

A falta de tejas se pusieron lonas para evitar que se ahogaran de calor o mojaran con las lluvias. Otras se han reubicado en áreas rescatadas con los mismos recursos que volaron hasta los campos cercanos, unos cuantos miles fueron vendidas» a instituciones y población, y otras fueron trasladadas de inmediato a diferentes provincias.

Las uñas también salvaron

Impresiona no solo lo que estos trabajadores restauraron hasta el momento. Lo que hicieron en pleno azote del Ike casi eriza los pelos.

En la granja Antonio Maceo, unidad de inicio de ponedoras, se fueron de cuajo las mantas protectoras, las tejas y los caballetes, y como resultado más de 29 000 animales murieron. Para salvar a otros, más de 98 000, los obreros, sin pensarlo y bajo torrenciales aguaceros, guataca y lo que apareciera en mano, zanjearon la camada de 20 centímetros de altura.

Algo similar ocurrió en la Unidad 36, Etiopía libre, solo que las mujeres tomaron el mando con el fango casi a la altura de la rodilla, «hasta con las uñas desbaratamos las camadas y después trasladamos muchos animales hacia las naves seguras», comentó Maricela Aguilar, la jefa de producción.

Iniciativas no han faltado para salir del impacto inicial de Ike. Entre ellas resalta el tractor alumbrador, que monta en una carreta un grupo electrógeno y permite llenar los tanques de agua de las unidades avícolas.

La solidaridad no ha faltado, y ya se cuenta con una avanzada de holguineros que se encargan de ayudar en el restablecimiento de los techos. «Nos admira cómo trabajan los camagüeyanos por su gente. Lo que he visto aquí en materia de desastre, laboriosidad e ideas para salvar una gallinita no tiene comparación», dijo Oscar Fernández, jefe de esta brigada aseguradora.

 

Los retos de Ike

Al cierre de este reportaje el director del CAN en Camagüey, Jacinto Torres Armenteros, informó a JR que hubo pérdidas considerables en el sector avícola.

«Un total de 72 naves avícolas se afectaron seriamente entre derrumbes y pérdida de cubierta total. Otras 155 naves fueron dañadas parcialmente y la fábrica de pienso se paralizó completamente».

Agregó el director que más de 320 000 aves se perdieron por causa de tres factores principales, y la mayoría gallinas ponedoras.

«Más de 70 000 fueron vendidas en 24 horas, 47 000 se trasladaron a otros territorios por falta de espacio para su ubicación y 193 014 perecieron ante la embestida de Ike», explicó.

Señaló además que de 350 000 huevos diarios que se recolectaban en todo Camagüey, «la producción quedó en cero ante el paso del Ike, situación que en estos momentos cambia gracias al esfuerzo colectivo y al trabajo constante con los animales».

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