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Jóvenes apoyan labores agrícolas en La Habana

Ellos contribuirán con alrededor de un 20 y un 25 por ciento de la producción total del territorio, con cuyo Primer Secretario del Partido sostuvieron un encuentro en la mañana de este martes

Autor:

Dora Pérez Sáez

Foto: Calixto N. Llanes Nuevos aires se respiran por estos días en La Bertica, un campamento agrícola ubicado en Batabanó, en La Habana. Un total de 117 jóvenes de ocho provincias del país llegaron desde hace días y permanecerán hasta el 29 de diciembre, tratando de aliviar la tensa situación que vive el municipio tras el paso de Ike y Gustav.

No obstante sufrir afectaciones en cultivos de plátano, yuca, boniato y guayaba, ascendentes a tres millones de pesos, el territorio deberá sembrar, para la actual campaña de frío, 294,6 caballerías de viandas, hortalizas, granos y frutales.

Este empeño solo será posible, en parte, gracias a la labor de estos muchachos, integrantes de la Columna Juvenil Aniversario 50 de la Revolución, que permanecerán en las labores agrícolas durante los próximos tres meses, hasta que en enero llegue un segundo grupo que estará por igual período de tiempo. Así, hasta sumar cuatro en un año.

Erick Manuel Aguilar estaba listo para viajar a La Habana desde que el huracán Gustav azotó el país. En Buey Arriba, en su natal Granma, muchos jóvenes como él aceptaron sin reservas cumplir la nueva tarea. Pero la naturaleza se empeñó en castigarnos aún más, y hubo que esperar entonces que Ike abandonara el territorio cubano para la movilización.

Hoy, Erick pasa sus días sembrando boniato y chapeando los campos de plátano. «Lo más difícil fue dejar a mi familia allá. Pero mi esposa, que es profesora general integral, me dijo que no me preocupara, que cumpliera bien, que mi mamá y mi padrastro la iban a atender».

De Bolivia, en Ciego de Ávila, vino Irenio Aroche, trabajador del INDER. Él reconoce las condiciones del campamento, donde «se ve que han hecho un trabajo duro para que nosotros nos sintamos bien, al estar tan lejos de la casa. Hay ventilador en todos los cuartos, y tenemos televisor, dominó, pelotas de voleibol y teléfono».

Para Léster González, será esta la primera ocasión en que él y su novia estarán lejos en sus cumpleaños. Él cumple el 8 de noviembre; y ella, el 13. Y aunque nunca antes se han separado, se siente orgulloso de lo que hace. «Ayudar a otras provincias es ayudarnos a noso- tros mismos. Sin producción alimentaria no habría nada».

También Maikel Vázquez, espirituano de 29 años, sufre la lejanía de su esposa y su niña de cinco años. Pero eso no le impidió presentarse voluntariamente ante el Buró Municipal de la UJC, «porque me parecía que el país necesitaba de nosotros los jóvenes y vine a aportar mi granito de arena.

«La separación es un momento duro, más cuando hay un niño chiquito de por medio. Pero hay personas que necesitan de nuestro apoyo. Sirve de ejemplo para el mundo la solidaridad que tenemos en este país, donde jóvenes de otras provincias, incluso afectados por el ciclón, han dejado sus casas y sus familias para dar su aporte donde se les necesita».

Ulises Guilarte, primer secretario del PCC en La Habana, visitó el campamento y se interesó por las condiciones en que están trabajando los movilizados, y reconoció la significación del aporte realizado por estos.

Las cifras no mienten

Solo en estos tres próximos meses, los integrantes de la Columna Juvenil Aniversario 50 de la Revolución deben plantar 23,8 caballerías de cultivos. De ellas, 14,4 son de papa; 3,8 de frijoles y 3,3 de boniato. Además, cosecharán 9 000 quintales de productos como yuca, guayaba, arroz y hortalizas.

Así anunció a JR Nelson Lorenzo Hernández, director de la Empresa de Cultivos Varios de Batabanó, quien resumió que los columnistas serán los responsables de aportar entre un 20 y un 25 por ciento de la producción total del territorio.

Nelson fue integrante de la Columna Juvenil del Centenario desde agosto de 1970 hasta 1973. Casi 40 años después, puede comparar. «Hay una gran diferencia entre estos jóvenes y aquellos. Los de esa época tenían, en su mayoría, un nivel muy bajo. A muchos, incluso, tuvimos que educarlos. Creamos una sección de enseñanza, donde algunos trabajábamos y luego les dábamos clases de superación. La juventud de ahora tiene una preparación cultural y técnica más grande. Por eso pienso que también tienen más posibilidades de ser útiles».

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