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El maestro se entrega y define el alma de un país

Autor:

Juventud Rebelde

Entre quienes declinan ser maestros se expresan posturas que pasan por ausencia de compromiso, falta de conciencia de la coyuntura histórica y de la necesidad que tiene el país, analizó el VIII Pleno del Comité Nacional de la UJC, que abordó el papel de la organización en la educación de las nuevas generaciones

El maestro se entrega, y define el alma de un país. Esa verdad adquiere dimensiones insoslayables, sobre todo si se aborda la arista de que la sociedad cubana está llamada a revertir el déficit de quienes, desde las aulas, tienen sobre sí la responsabilidad de prolongar hacia el futuro determinadas concepciones y valores en los cuales se sustenta la nación.

Ese espíritu estuvo presente en el VIII Pleno de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), que este domingo discurrió en una jornada de reflexión en la Escuela de Cuadros Julio Antonio Mella, en la capital, y dedicó su agenda a la responsabilidad de la Juventud en la atención a las organizaciones estudiantiles, y en la educación de las nuevas generaciones.

Resultó un encuentro que contó con la presencia de los primeros secretarios de la UJC en cada municipio de la Isla, y que estuvo presidido por el miembro del Buró Político José Ramón Machado Ventura, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros; por Mercedes López Acea, miembro del Secretariado del Comité Central del PCC; por José Ramón Fernández, vicepresidente del Consejo de Ministros; por los ministros de Educación y Educación Superior, Ena Elsa Velázquez Cobiella y Juan Vela Valdés; y por el presidente del INDER, Christian Jiménez.

A modo de introducción de la jornada, el primer secretario de la UJC, Julio Martínez Ramírez, expresó que la organización política de vanguardia tiene conciencia de que en la sociedad hay déficit de maestros; e hizo énfasis en la necesidad de lograr que nuestros jóvenes, los mejores, den el paso al frente para formarse y fungir como educadores. «Tenemos gran responsabilidad —dijo— en que las generaciones de hoy estén donde más la Revolución los necesite».

Una joven que cursa estudios en un Instituto Superior Pedagógico, hizo uso de la palabra para recordar la idea de Fidel según la cual no es posible hacer una Revolución sin educación, y para alertar sobre la actitud de aquellos estudiantes que, especialmente en la capital, declinan el camino del magisterio. Sobre este último tópico, expresó: «Son posturas que pasan por la ausencia de compromiso; por falta de conciencia de la coyuntura histórica, de la necesidad que tiene el país».

Eso es lo que debe discutirse en los comités de base, para que las acciones a tomar no sean aisladas, y para que la militancia juvenil pueda trabajar con mayor coherencia, se hizo énfasis durante el VIII Pleno.

Del compromiso y otras experiencias

Julio Martínez reflexionó sobre aquellos jóvenes a quienes les son otorgadas carreras pedagógicas, y que sin embargo no matriculan; y también sobre los muchachos que luego de pasar los 14 meses del Servicio Militar Activo, habiendo contraído el compromiso de ingresar a una carrera pedagógica, no lo hacen.

Sobre lo segundo, el Primer Secretario de la UJC afirmó que «no es éticamente moral, no es correcto», que algunos muchachos decidan no incorporarse a la Universidad. «Como organización —resaltó—, debemos sostener una discusión política, un análisis; debemos trazar una estrategia al respecto».

Ante el déficit de maestros que tiene la sociedad, resulta vital que nuestros mejores jóvenes den el paso al frente para formarse y fungir como educadores. Foto: Roberto Suárez El dirigente trajo a colación, además, a las jóvenes que teniendo en sus manos la posibilidad de entrar al Pedagógico para cursar una carrera, no se incorporan. Habló de visitarlas una por una, para conversar con ellas y con su familia, y de analizar a profundidad las causas que propician tales actitudes.

César Hernández, primer secretario de la Juventud en Ciudad de La Habana, compartió su percepción de que el trabajo político encaminado a sumar jóvenes al mundo del magisterio, debe ir más allá de lo que una organización pueda emprender aisladamente. Y mencionó a las secundarias básicas, a los centros de la enseñanza politécnica, a los preuniversitarios, incluso a los círculos de interés, como valiosas canteras en las cuales seleccionar a quienes deseen impartir clases.

Sobre quienes no se incorporan a las carreras pedagógicas cuando pueden hacerlo, o sobre aquellos que en algún momento la abandonan, César dijo que, cuando se propicia un debate con estos muchachos, es evidente que existen argumentos y razones de fuerza sobre los que se puede fundamentar un análisis.

«Debemos llegar al alma de cada joven —enfatizó Julio Martínez—; solo así, podremos convencerlos».

Por su parte Mercedes López Acea destacó la relevancia que adquiere el trabajo que pueda desplegarse en cada municipio del país. Cada territorio tiene sus características, y a tenor con ellas, deben hacerse las cosas.

La dirigente partidista reflexionó que la eficiencia y la permanencia, vitales para el ejército de quienes se están formando como maestros, todavía no son suficientes; y que muchas veces existe la buena intención, lo que quiere hacerse con el propósito de fortalecer el universo de nuestra docencia, pero no el cómo, no las tácticas en correspondencia con las características de cada territorio y de cada momento.

Palabras de una valiente

Ibis Juanes, directora de la escuela secundaria básica Antonio José de Sucre en La Habana del Este, es una de los cien primeros jóvenes, los llamados por Fidel «valientes», que en el año 2001 dieron el paso al frente como Profesores Generales Integrales, para hacer posible transformaciones que el modelo educacional cubano estaba demandando.

Como docente en la capital, que tiene sobre sí no pocas responsabilidades, compartió sus experiencias con los delegados al VIII Pleno, y ratificó su certeza de que el trabajo en el sector educacional debe ser sistemático, diario, constante, y que debemos evitar hacerlo por campañas.

Debemos fomentar una tradición formativa en el mundo de la docencia, afirmó la joven maestra, quien además se refirió a que deben tenerse en cuenta las características de los adolescentes que ingresen a los pre pedagógicos.

Ibis Juanes hizo una pregunta encauzada a promover una reflexión colectiva y a buscar las raíces de algunas deficiencias: «¿Por qué algunos jóvenes formados como Profesores Generales Integrales, renuncian a su profesión al cabo de siete años de haber incursionado en ella?».

Recalcó que el maestro será un modelo superior a seguir por sus alumnos, solo si logra superarse diariamente, y sus clases son cada día mejores.

«Una vez confesamos a Fidel —rememoró la muchacha— que por haber dado el paso al frente como parte del grupo de los cien valientes, solo queríamos la satisfacción de haber hecho posible transformaciones en la educación cubana. Hoy tenemos que decir que aún no hemos logrado ese propósito al ciento por ciento».

Imprescindible vocación

Hace falta revitalizar la formación vocacional, comentó Yamilé Ramos, presidenta nacional de la Organización de Pioneros José Martí (OPJM). En su opinión, es decisorio preparar la «materia prima» de la cual saldrán los maestros. Es algo que debe hacerse desde edades tempranas, con la niñez. «No es necesario —enfatizó— crear nuevos espacios, sino aprovechar los que ya existen».

Yamilé Ramos habló de la necesidad de un trabajo político más intenso en las estructuras de base de la organización, y de aprovechar espacios como los Consejos de Escuela, en los cuales pueden propiciarse diálogos con las familias de los estudiantes.

Acerca de la vocación, Julio Martínez dijo que constituía un gran reto ante el cual cada institución de la sociedad debía sentirse responsable. Las especialidades que más demanda el país —subrayó— son las que menos jóvenes atraen. Cambiar esa situación es el gran desafío.

Por su parte la titular de Educación, Ena Elsa Velásquez, destacó la responsabilidad que asiste al Ministerio en eliminar las causas subjetivas que todavía atentan contra la formación de un maestro. «Estamos conscientes —comentó— de que el prestigio y la autoestima de un profesor no se darán por decreto sino que dependerán, entre otras cosas, de cómo él se autoprepare».

Hizo un detallado recorrido por las historias de los contingentes de maestros con que ha contado la Revolución, y compartió su criterio de que «captar» no es una palabra que aluda a un trabajo vocacional profundo como el que debe dirigirse a quienes incluso transiten por la temporada de la infancia.

Con reflexiones hechas a partir de la lectura de conceptos de Fidel sobre lo que debe ser un educador, el vicepresidente del Consejo de Ministros, José Ramón Fernández, resaltó la importancia que la escuela y la familia tienen para la Revolución.

El maestro es la semilla; es lo esencial; es un ser incansable contra todo lo mal hecho; es alguien insatisfecho con sus conocimientos; que gana reconocimiento a partir de su ejemplaridad. Estas fueron algunas de las ideas aportadas por Fernández, quien, además, planteó una pregunta exhortativa: «¿Cómo no vamos a seleccionar a lo mejor de nuestro pueblo para poder formar a las futuras generaciones?».

Al final del encuentro, José Ramón Machado Ventura abogó por trabajar de la mejor manera, y lograr que el método, las orientaciones sobre lo que se quiere, se entiendan bien en la base, allí donde se pueden solucionar muchas de nuestras deficiencias.

Sobre las jornadas de trabajo que la juventud acomete para ayudar al país en la recuperación de los daños causados por Gustav y Ike, Machado enfatizó: «Hemos empezado y bien. Esta no es tarea de tres meses. Hay que darle continuidad. Hay que trabajar más y con mayor organización. Las cosas no caen del cielo».

A los jóvenes, les expresó: «Tenemos que mantener las conquistas de la Revolución, y eso les toca sobre todo a ustedes. No las podemos dejar caer. No las podemos enterrar. Para eso hay que prepararse bien, y hacer el trabajo político-ideológico correcto».

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