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Cuando ya los cubanos comenzaban a desempolvar frazadas y abrigos, estimulados por un octubre con bajas temperaturas, que incluso rompieron el récord para la Isla de descenso en los termómetros para ese mes, una Paloma aparentemente escapada de su nido habitual ha vuelto a traer la incertidumbre ciclónica.
Formada en las aguas del Caribe, y atrapada entre el calor del mar y un reciente frente frío de origen polar, la decimosexta formación ciclónica de la actual temporada ha movilizado a todo el país, que apenas comienza a recuperarse de los estragos dejados por el paso en menos de diez días de Gustav e Ike, dos huracanes de gran intensidad.
Ahora Paloma amenaza con volver a azotar la región centro-oriental de Cuba, con categoría dos o tres en la escala Saffir-Simpson, lo cual significa que podría llegar a tener vientos máximos sostenidos de 209 kilómetros por hora, y rachas muy superiores.
Doctora Maritza Ballesteros. No obstante, aún es pronto para aventurar un pronóstico más exacto de trayectoria o intensidad, asegura la doctora Maritza Ballester, especialista del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba.
Paloma parece que no creerá en la baja de los termómetros hasta los nueve grados centígrados registrada en el poblado habanero de Güines, el 29 de octubre, por culpa de un sistema frontal, el cual provocó que el mercurio se precipitara hacia los 9,2 grados en Tapaste; 9,3 en Melena del Sur; 9,4 en Bainoa; 10,9 en Batabanó; 11,2 en Guira de Melena; así como 12,5 y 18,4 grados Celsius, respectivamente, en Santiago de las Vegas y Casa Blanca, todos en el occidente del país.
La experta explica que tampoco se trata de una trayectoria inusual, ya que en el área del Caribe central y oriental es donde se forman los fenómenos ciclónicos en esta época del año, los cuales tienen un movimiento más o menos errático ganando en latitud, hasta ser atrapados por los vientos de las vaguadas polares, los cuales arrastran al sistema hacia el nordeste.
Así sucedió históricamente con huracanes como el Key en 1998, o en época tan lejana como los huracanes que pasaron por la misma región centro-oriental de Cuba en 1874, 1904 y 1926, este último que hizo incluso un curioso lazo encima de la isla, hasta acercarse peligrosamente a La Habana.
Ni siquiera la situación del frío es totalmente inusual, aunque sí mucho menos frecuente, pues ya la propia Cuba vivió este fenómeno en ocasiones anteriores, como sucedió con el famoso huracán de 1944, altamente destructivo para el occidente, el cual pasó apenas una semana después de que los cubanos estuvieran enfundados en sus abrigos por culpa de un frente frío.
Incluso, como explica la doctora Ballester, si bien el aire frío a veces conviene, ya que debilita al huracán, en otras, cuando circula en la troposfera media y alta, en contraste con las aguas cálidas provoca una inestabilidad atmosférica que crea condiciones favorables para la evolución e intensificación de los huracanes.
Paradójicamente, esta inestabilidad atmosférica puede ocasionar que estos huracanes se intensifiquen rápidamente, como sucedió con Paloma, el cual pasó de tormenta tropical a categoría tres en apenas 24 horas, aunque a su vez también pudiera ocurrir que se debilitara abruptamente.
Quizá por eso, y a pesar de su nombre, Paloma, que no será esta vez un símbolo de paz, pudiera ocasionar enormes destrozos a su paso, y obligar a los cubanos a volver a guardar los abrigos.
Área de formación de los ciclones tropicales según los diferentes meses de la temporada
