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Hay que ir al «grano» en la cuestión del arroz en Cuba

En el emporio arrocero de Vertientes se encuentra de todo lo bueno para hacerle el milagroso regalo de ese cereal al país, aunque también de todo lo inconsecuente que podría hacer abortar esa urgencia

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY, Vertientes.— Largo es el camino a recorrer por los productores cubanos en materia de autosuficiencia en el consumo nacional. Vertientes, municipio del sur camagüeyano, junto a su Complejo Agro- industrial (CAI) Ruta Invasora, no escapa al desafío.

Su mérito ya brilla. La localidad se incluye entre aquellas que en el país se independizaron del arroz que se entrega entre los productos normados.

«Vertientes se autoabastece de arroz y también aporta a otros territorios camagüeyanos. La aspiración del CAI es autoabastecer a la provincia, y para lograrlo debemos producir unas 40 000 toneladas el próximo año», dice entusiasmado Idelino Álvarez Folgoso, director del CAI.

Un análisis de las cifras y tecnologías arroceras en este municipio revelan que el anhelo se complica no solo porque el CAI deberá duplicar, para la próxima contienda, las 21 186 toneladas de arroz a producir este año, de las que están cosechadas el 50 por ciento, según Honorio Saavedra, subdirector de la entidad, sino porque no existe correlación entre la cosecha actual y la infraestructura tecnológica de la Empresa.

En el emporio arrocero de Vertientes se encuentra de todo lo bueno para hacerle el milagroso regalo de ese cereal al país, aunque también de todo lo incongruente y lo inconsecuente que podría hacer abortar esa urgencia.

La realidad inquieta a los productores de la Ciudad del Arroz, porque una «alarma» en el proceso industrial del grano logra parar las combinadas.

«Al arroz hay que darle lo que necesita en su justo momento, porque después te cobra bien caro lo que le faltó», comentó Alberto Aguilar, vertientino con 30 años cultivando el cereal.

Y es que en Cuba el arroz no nace silvestre; para tenerlo hay que sembrarlo y ese ha sido unos de los motivos por lo que su cultivo se ha extendido a varias provincias del país como Granma, la que ha despuntado como mayor productora, Pinar del Río en la localidad de Los Palacios, Sancti Spíritus en el Sur del Jíbaro y Vertientes, en Camagüey.

Funcionarios del Ministerio de la Agricultura explicaron a este diario que la producción especializada del país se desarrolla en siete CAI arroceros.

S.O.S. productivo

Andar sobre los granos de arroz dispersos en el asfalto de las carreteras, aceras, techos de zinc, placas… no es inusual en Vertientes. Cuentan los más longevos que ni con el período especial se dejó de cultivar el cereal. «De todas partes del país venían las personas buscando arroz y siempre encontraron su quintal (qq). El lugareño lleva en la sangre sembrar arroz», relató Miguel Ángel Durán, campesino que a solo cuatro meses de entregársele tierra en usufructo ha cosechado, junto a otros compañeros, unos 3 000 quintales.

Es que en Vertientes una sapiencia agrícola, junto a un suelo llano, arcilloso, lixiviado (filtra) y de fácil inundación permiten que lo que antes fueran bosques de marabú, ahora se transformen en suelos productivos.

«Las tierras entregadas por el CAI para el cultivo del arroz en el sector campesino y cooperativo en los municipios de Vertientes y Florida ascienden a 3 681 hectáreas (ha). Esto ha permitido un incremento de 3,6 toneladas de arroz por hectárea (t/ha), equivalente en qq/ha a 1 050 de arroz húmedo (cuando se cosecha el grano) y 550 de arroz consumo (cuando se pasa por el molino)», informó Lázaro del Risco, subdirector de Producción del CAI.

Subrayó Del Risco que el coloso paulatinamente incrementa su producción y que este año se han superado todas las expectativas.

Pero en la cosecha actual de arroz no todo es «fortuna», porque con el certero incremento de la producción ha surgido también una preocupante: mientras se cosechan cientos de caballerías (cab), los secaderos (lugar donde se seca el arroz húmedo recién cortado en el campo) no pueden asumir la demanda actual de tanto por secar.

Justamente en la incoherencia entre aumento productivo y tecnologías para asumirla se «tranca el dominó».

«El problema en el CAI es la falta de capacidad para secar. El arroz húmedo que reciben los secaderos excede sus capacidades instaladas», dijo Gelacio Ocampo González, director del molino-secadero Panchito Mendoza.

Como dicen por acá, cuando se forma el «cuello de botella» por un pico de cosecha (gran parte de los productores cosechando al mismo tiempo), hay que secar a millón, sino el arroz se pierde en el campo.

Para el jefe de turno de esta Unidad, Fermín Mendoza, la situación se complica por un nuevo factor: «El transporte que se requiere para extraer el grano seco desde los secaderos hasta los molinos en Camagüey, no es suficiente».

«Las capacidades en los secaderos ante un pico de cosecha, como la que tenemos hoy, estarían disponibles si se extrajera el arroz que se va secando, pero el transporte especializado está atrasado, y aunque se ha invertido en él, aún no es posible responder a la producción», explicó, Jesús Ramos Hernández, jefe comercial del CAI.

Cosecha con «cuello» apretado

Por lo menos en El Panchito las escasas carretas del coloso de Vertientes pueden voltear su arroz en su área interior y retornar por más grano al campo. Pero en el resto de los secaderos, que no tienen iguales condiciones, cuando el «cuello de botella» aprieta, las carretas se detienen indefinidamente hasta ser evacuadas.

Mientras la cola de estos rudimentarios vehículos crece en los secaderos, las cosechadoras tienen que parar el corte por no tener donde precipitar el arroz. Al cierre de este reportaje, en el secadero Teófilo Duarte, 20 carretas permanecían varadas, casi la mitad de las que posee el coloso para esta actividad.

Como resultado el flujo productivo se afecta completamente, además de malgastarse esfuerzos y recursos invertidos. Pero lo más preocupante es que un porciento del arroz se pierde en el campo, porque al no ser recolectado en los parámetros establecidos, entre el 20 y el 24 por ciento de humedad, se desgrana sin dejar rastro.

Carlos Morales Almanza, jefe de la Unidad Empresarial de Base Talleres y Prestación de Servicios, enfatizó que el aplazamiento en la cosecha del arroz es por el atraso tecnológico que presenta la industria en el CAI.

—¿El estado actual de la industria constituye un freno para los aumentos de los niveles de producción de arroz?

—La industria en el CAI cuenta con cinco unidades secaderos con capacidad entre 6 000 y 7 000 qq de secado diario, y la cosecha actual sobrepasa los 10 000 qq diarios. El déficit es de más de 3 000 qq que no pueden secarse, y si en ese momento no contamos con el transporte que extraiga el arroz seco hay que parar todo el flujo productivo.

«Los secaderos amanecen llenos hasta con más de 2 000 qq de arroz seco, por lo que hay que extraerle diariamente lo que secan en 24 horas. Si no ocurre así, estos factores pueden frenar el aumento de la eficiencia en la producción».

—¿La solución sería un cambio tecnológico en la parte industrial?

—La parte industrial requiere de inversiones, pero no es la única opción. Los 10 000 qq que hoy se cosechan diariamente requieren como mínimo 100 carretas y solo contamos con 40 incorporadas a la producción. Si tuviéramos más carretas, ganaríamos en capacidad de almacenaje de un día para otro y las combinadas no se detendrían.

Las pérdidas de arroz por estos picos de cosecha, que también se originan por un combustible que no llega a tiempo al productor en la preparación de tierras, son visibles a pesar del crecimiento de la producción.

La UBPC La Lima es una de las más afectadas por estos «tranques», y que ha perdido 25 000 qq por el atraso en la cosecha del grano, el equivalente a 15 000 pesos de gastos y 8 000 litros de combustible enterrados en el campo.

«Hay que buscar fórmulas para que no se pierda el arroz. Hoy tengo 35 caballerías más que ya tienen un mes de atraso en el corte», evaluó Normandía Pérez, administrador de la institución.

«Al cierre del mes de julio se habían perdido en el sector estatal del CAI 17 caballerías de arroz con un rendimiento estimado de 1 400 qq/cab (23 800 qq en total)», valoró el jefe de producción Del Risco.

Si la capacidad industrial instalada en la actual producción no puede secar el arroz que se cosecha en 24 horas: ¿qué dimensión tendría el «cuello de botella» que se formaría en la próxima contienda del CAI, que debe elevar su producción por encima de las 40 000 toneladas?

En un futuro inmediato esta realidad puede constituir un freno si no se resuelve, por lo menos, el déficit de carretas, y se mejora el trasporte para el arroz seco hasta los molinos.

En el país se estipuló que la trasportación de cargas, como la de arroz seco hasta los molinos y la de fertilizantes, químicos, semillas… la realice la Empresa Especializada de Transporte Granelero.

Sin embargo, en Vertientes esto no ocurre así. «Más del 90 por ciento de nuestra producción se ha trasladado con los vehículos y combustible del CAI. Incluso tenemos que destinar un porciento de nuestro diesel para esta actividad que no está incluida en nuestras demandas, pero no tenemos otra alternativa porque no podemos parar la cosecha», señaló Adria Suárez Oviedo, energética de la Empresa.

Cuidado con los picos

¿Cómo evitar que se pierda arroz ante un pico de cosecha?

La solución no es solo tener transporte adecuado y puntual, carretas e inversiones en los secaderos, sino también está en la inteligencia del productor que debe evitar los picos de cosecha que paran las combinadas.

«Con la siembra escalonada se evita la explosión de arroz maduro», afirmó el administrador Normandi Pérez.

Entonces, ¿por qué no se siembra escalonadamente? La respuesta no es tan fácil, porque esta depende de la puntualidad del combustible.

Al pararse varios días la preparación de la tierra se acumula el atraso y después ni se siembra ni se cosecha escalonadamente. Así surgen los picos de siembra, cosecha y arroz en cola para ser llevado a los secaderos.

«Hoy vamos a sembrar en agosto, porque en junio y julio tuvimos que parar el fangueo por falta de combustible que mayormente se utilizó en el transporte», agregó la especialista.

Una reflexión objetiva apremia en quienes tienen que definir si se da el combustible para la trasportación de arroz seco hasta los molinos o si se mantiene la incoherencia de no asignarlo, porque se cree que la empresa especializada de trasporte asumirá, independiente del estado paupérrimo de los viales en las plantaciones arroceras, ese traslado, que en lo que va de año solo ha transportado el diez por ciento de lo cosechado.

«No podemos defender el concepto de más combustible para producir; el país no está en condiciones para esto, pero tampoco se puede cosechar con secaderos en cuellos de cosecha», enfatizó Adria.

Por el momento, imaginar un camión estatal reposando o subutilizado en Vertientes o en la provincia, mientras haya arroz por cosechar o transportar hacia molinos a más de 70 kilómetros de distancia, le costaría al país miles de dólares.

Carlos Capote Sánchez, jefe de la Unidad Empresarial de Base Aseguramiento y Transporte en el CAI, opina que el traslado de arroz no puede ser solo una responsabilidad de esta entidad.

«Las exigencias del sector agrícola establecen que se debe tener el 63 por ciento del parque total activo para una correcta disponibilidad y hoy solo contamos con el 55 por ciento. Además, el balance de transportación debe efectuarse con 22 carros por día y lo hacemos con 12».

Otro de los problemas que mantiene preocupados a los directivos de las UBPC en esta sureña localidad es la diferencia de 130 pesos en el pago del quintal de arroz producido en el sector cooperativo y campesino con respecto al estatal.

De mantenerse por mucho tiempo lo anterior, el éxodo de personal calificado del sector estatal hacia el cooperativo y campesino conllevaría a una situación como la que hoy atraviesa la UBPC Armando Diéguez: «12 anegadores ya se han ido en lo que va de cosecha», lamentó Yimi Camejo Martín, administrador de la institución.

Agua que no cae del cielo

Otra de las interrogantes que necesitará respuesta urgentemente en la Ciudad del Arroz es si habrá agua suficiente para respaldar la producción actual y la que viene creciendo.

La correlación arroz-agua es invariable. Este cultivo demanda grandes volúmenes del vital líquido para su producción. Por lo tanto, ¿qué sucedería si las precipitaciones se mantienen desfavorables como hasta el momento?

«Ha llovido menos que en igual fecha del año anterior. Hay un consumo de agua por encima de la posibilidad real del municipio y de lo amparado en el balance de agua», comentó Gustavo Risco López, director de la Unidad Empresarial Base Sur.

Este año ha sido atípico en la demanda y en el consumo de agua para la actividad del arroz, por el incremento de la producción del CAI y el deseo de varios productores de cosechar doblemente sus tierras, tanto en primavera como en frío. Ante tal situación deben implementarse medidas urgentes, porque sin agua no hay arroz que sobreviva.

«Con el hidrorregulador Durán afectado es imposible un adecuado suministro de agua a la UBPC el Cenizo. Su estado constructivo es el responsable de que por cada millón de metros cúbicos que se entreguen, las pérdidas sean hasta de un 30 por ciento», valoró Risco López.

Si desde noviembre de 2007 este hidro-rregulador se encuentra averiado ¿cuánta agua se ha botado al mar?, pero aunque se arregle, ¿aguantarían los embalses de Vertientes una producción de arroz en aumento y que actualmente demanda agua por encima de la media de los últimos diez años?

«Hay que ir pensando para un futuro no tan lejano en inversiones que incrementen la capacidad de embalse del municipio y que faciliten explotar el agua subterránea de toda la zona», destacó el director.

Se impone ser severo con el aprovechamiento del agua en Vertientes; quien la malgaste, la bote y despilfarre en los campos no podrá sembrar mañana, porque el recurso no es eterno. Buscar formas para un mejor control de su consumo debe ser tarea priorizada para la Unidad Empresarial Base Sur y para la delegación del INRH.

Semillas que están por nacer…

No puede existir eficiencia sin semillas de primera generación que provean a los productores. Bajo este principio se creó la UBPC El Cenizo, que tiene la responsabilidad de mantener una estabilidad en semillas resistentes a plagas, sequías y enfermedades.

La realidad muestra que no es así. No solo es un problema llegar hasta esta institución, por el deterioro de los viales, sino que las propias condiciones de abastecimiento de agua, por el averiado hidrorregulador Durán, afectan su producción.

«El agua que requiere la semilla no llega en los parámetros requeridos para la etapa vegetativa del grano», explicó Osvaldo Fuentes Fernández, jefe de Maquinaria de El Cenizo.

Si la demanda de semilla para toda la producción actual es insuficiente y si los niveles de producción se incrementan a un ritmo acelerado ¿cómo El Cenizo dará respuesta a esta prioridad con una realidad que afecta incluso hasta la transportación de los trabajadores? «Un solo aguacerito atasca por días nuestros equipos y no hay quien llegue ni salga del centro», manifestó el jefe de maquinaria.

Es imprescindible que la semilla de El Cenizo se cultive con los parámetros de calidad, porque se corre el riesgo de que se plaguen los campos y se sepulte lo que tanto esfuerzo y recursos ha costado al país y a los productores del CAI.

El peligro crece. «Hoy estamos sembrando una semilla de tercera, cuarta y hasta quinta generación, porque los volúmenes que nos llegan procedentes del Centro Experimental de La Habana y el de aquí, no satisfacen la demanda actual», comentó Alberto Aguilar, jefe de pista.

«Tenemos sembradas 91 caballerías de arroz semilla y los equipos aquí están deteriorados. El déficit en carretas es de 21», puntualizó Fuentes, quien agregó que «a pesar de las limitaciones, al cierre del pasado año tuvimos ganancias mayores al millón de pesos. El reto es grande, pero lo enfrentamos».

Ciencia que ha de crecer

Cuánto se pudiera hablar de un centro que produce ciencia en medio de un coloso arrocero como el de Vertientes; mas el estado constructivo de la Estación Territorial de Investigaciones del Arroz Ruta Invasora es tan deprimente, que deja sin habla a los visitantes.

Lo que es normal en cualquier escuela rural del territorio: tener implementada la tecnología de la informática y las comunicaciones, aquí ha sido un sueño prácticamente irrealizable. «Este es un centro sin tecnología. El transporte para aplicar nuestras investigaciones es mínimo y hoy contamos con una computadora que la adquirimos hace solo unos meses y tampoco tenemos posibilidad de acceder a información científica por la falta de teléfono», dijo Amalia Moredo, aspirante a investigadora.

El centro surgió con el objetivo de dar una respuesta científico-técnica a los problemas que se generaran en el cultivo del arroz en Camagüey y Ciego de Ávila, pero «esto prácticamente ha sido imposible por la falta de algunos de los recursos», enfatizó Jesús Limia de la Rosa, director de la entidad.

—¿Puede el municipio prescindir de esta institución?

—El centro tiene la responsabilidad de realizar trabajos de investigación y de desarrollo en el arroz, y producir semillas de alta calidad. Ambas líneas deben ir parejas. Tiene, además, que capacitar a los nuevos arroceros para aplicar las tecnologías y estudiar constantemente las variedades para lograr introducir las más resistentes.

—A pesar de las adversidades ¿la estación produce ciencia?

—Sí, y suma varios logros de trascendencia nacional e internacional, como el proyecto de la variedad IACuba 30, de alto valor nutricional para bajos insumos de agua y fertilizantes.

Desde 2006 la estación está a la espera de que se le reconozca como un centro que produce ciencia, como uno más perteneciente al Instituto del Arroz en el país. Mientras quienes tengan que oficializar lo que ya el CITMA asume, que la institución se inscribió en el Registro Nacional de Unidades de Ciencia del CITMA, la misma reportará pérdidas al CAI, por no producir valores materiales, porque desde el punto de vista administrativo todavía se subordina a este.

Mientras tan diversos dilemas encuentran solución, los bolsillos de la nación tienen que seguir poniendo sobre la mesa el grano dorado.

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