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La sangría silenciosa

Un importante proyecto para recuperar los productos ociosos del país no acaba de encontrar el necesario apoyo institucional, pese a que se estima que el valor de los recursos inmovilizados por ese concepto se acerca a los mil millones de pesos

Autor:

José Santiago Hernández Roque

Al triunfo de la Revolución existían en Cuba alrededor de 160 centrales azucareros que constituían uno de los pilares fundamentales de la industria en el país, y cuyo traspaso total al nuevo Estado revolucionario finalizó en octubre de 1960.

En 1961, como parte de la Empresa Consolidada del Azúcar (ECA), estas fábricas realizaron su primera zafra incorporados al naciente Ministerio de Industrias.

Este Ministerio debía atender la totalidad de las industrias del país, grandes, medianas y pequeñas, hasta chinchales, por lo que el Comandante Ernesto Guevara, ministro de Industrias, previsoramente dispuso la organización del Departamento de Supervisión General, que incluía las secciones de Auditoría, Inspección e Investigación, para supervisar empresas en todo el país; además decidió la fundación de la Escuela de Administradores Patricio Lumumba, en Vento, con capacidad de preparar a más de 400 alumnos por año, incluyendo mujeres, como técnicos y cuadros administrativos del sistema empresarial.

Ese primer quinquenio de la década de los 60 se desarrolló en Industrias según lo previsto, aunque ya se hacían sentir los efectos del incremento del bloqueo del imperialismo, que coincidía con la ausencia definitiva del Che en la dirección del Ministerio.

En el transcurso del segundo quinquenio se fueron complicando las condiciones de mercado y surgieron nuevas concepciones que limitaban los controles económicos en general y restringían las funciones del personal vinculado a los almacenes.

Todo esto dio lugar al deterioro de la especialización y estabilidad del personal que atendía almacenes e inventarios, y este «saber hacer» se relegó a planos secundarios, con la consiguiente pérdida de niveles de rigor en esta técnica, su jerarquía e importancia y su papel moderador en la adquisición de los recursos necesarios a cada entidad.

Nociva herencia

Como resultado de la carencia durante varios lustros del orden necesario en este frente se engendró la acumulación de ilimitados valores en medios que ahora se declaran ociosos. Esta nociva herencia de descontrol en los almacenes durante la segunda mitad del siglo XX, pasó íntegra al XXI, situación que ya habían descubierto los auditores de Consultores Asociados S.A. (CONAS) y la Consultoría Económica de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba (CANEC), consultorías de la provincia de Cienfuegos, donde se habían agrupado experimentados contadores, incluyendo algunos muy avezados en almacenes e inventarios, que habían integrado estos organismos a partir del año 1995, cuando surgieron.

Esos auditores calificaban de desastrosos los inventarios y los almacenes de la mayoría de las empresas, por carecer del personal apropiado para atender estas actividades, además de la falta de aplicación adecuada del Calificador Uniforme de Productos (C.U.P.) que había establecido la Dirección Nacional de Estadísticas.

La acumulación de productos ociosos, continua e interminable durante decenas de años, se llegó a estimar en la provincia de Cienfuegos en no menos de 50 millones de pesos y, para todo el país, cálculos conservadores indicaron que se acercaba a los mil millones, lo cual suscitó la atención de la esfera del comercio a nivel nacional, que intentó enfrentarla y reducirla mediante el establecimiento de medidas encaminadas a la disminución de esos inventarios y el saneamiento de la economía de las empresas.

A pesar del esfuerzo constante para alcanzar los objetivos de detener la acumulación y reducirla, la carencia de mecanismos y medios apropiados, como un codificador de productos práctico y sencillo, sustentados en procedimientos informáticos, han impedido hasta hoy la obtención de los resultados requeridos.

Jamás se conocerán las cifras que el Estado cubano invirtió durante tantos años importando productos que estáticamente permanecieron y aún permanecen en cientos de almacenes.

Algunos auditores de CANEC en Cienfuegos, con amplia experiencia, ante la imposibilidad de las empresas de utilizar el C.U.P. se dieron a la tarea de elaborar un codificador de productos que resultara asequible a cualquier persona, a fin de aplicarlo en las empresas cuando se realizaran auditorías y dejárselo implantado, lo cual se desarrolló exitosamente y se estableció a partir del año 2000 en Astilleros del Sur (ASTISUR) y en Rumbos en 2001.

En esa provincia se consolidó el codificador, por lo que, a modo de identificación, le asignaron el título CENAC-2001, con las letras de CANEC invertidas y el año de su verdadera y total terminación.

La Dirección Territorial Rumbos Cienfuegos posteriormente emitió un documento, con fecha 23 de octubre de 2002, que expresa que desde el inicio del año 2000 se implantó el Codificador CANEC para el control de todos los medios de rotación que existen en almacenes de las distintas instalaciones, lo cual permite que desde el Almacén Central se pueda controlar con exactitud.

A partir del 2001 se continuó acertadamente su implantación en Radio Cuba, Tabaco Torcido, Pesca, Correos, Agricultura, Pecuaria Rodas, Música, EMSUNA y otras empresas.

Un centro para intercambio

Para desarrollar este codificador CENAC-2001, los especialistas tomaron del diccionario Pequeño Larousse lo que consideraron todos y cada uno de los nombres de productos, efectuando combinaciones de letras en binomios y trinomios y determinando las frecuencias de compatibilidades de las terceras letras con las cuartas y de las cuartas letras con las subsiguientes quintas, quedando representado el código de cada producto con solo cinco dígitos, ordenados alfabéticamente.

Hasta aquí un resumen del aporte de estos técnicos, que fue insertado en la computación, mediante el cual se logró establecer un programa con la capacidad para la obtención del código de cualquier producto con la simple acción de teclear su nombre en la computadora.

Así estos especialistas crearon y aplicaron mecanismos para recuperar la enorme y valiosa reserva que representan todos los productos ociosos acumulados en el país, representados por el Codificador CENAC-2001, y el personal capacitado de la Consultoría Económica CANEC los puso en práctica en distintas empresas.

Al percatarse de la importancia de este aporte, en junio de 2003 prepararon un proyecto para lograr el aprovechamiento de esos recursos, con indicaciones y recomendaciones precisas que incluyen el establecimiento a nivel provincial de un Centro para Intercambio de Productos Ociosos, al cual todas las empresas y unidades presupuestadas radicadas en el territorio faciliten, con carácter obligatorio, el listado de todos sus productos declarados ociosos, con sus respectivos datos.

Mediante la digitalización de esas relaciones de artículos, el Centro lograría conformar y ofrecer una lista de productos disponibles para las entidades que los requieran.

Este Centro localizaría en su programa a la empresa informante, con la cual se comunicaría para verificar la existencia del producto y gestionar la disposición para su entrega.

Comprobado el resultado del sistema —propone el proyecto— se procurará su implantación en el resto de las provincias, con una consolidación de todos los listados provinciales en un listado nacional para casos de búsqueda por una provincia de algún recurso que se encuentre en otra.

La propuesta concluye que en la medida en que el sistema sea del conocimiento general, cualquier empresa, aunque no posea productos ociosos, tiene la posibilidad de dirigirse al Centro interesándose por algún renglón.

Desde el año 2005 estos veteranos han tratado de materializar su proyecto, toda vez que están facultados por el Registro, Certificación de Inscripción y Depósito de Obra Literaria No. 2275 de fecha 2/11/05 del Centro Nacional de Derecho de Autor (CENDA).

Ellos esperan por el apoyo y la  decisión de los niveles de dirección, cuyas disposiciones resultan imprescindibles.

*Contador público. Trabajó con el Che en el Ministerio de Industrias como auditor. Actualmente se desempeña como auditor en la CANEC

 

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