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Abrazo a Mamucha

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, asistió en la mañana de este martes en la Necropolis de Colón, a la ceremonia de inhumación de Carmen Nordelo Tejeda, madre de Gerardo Hernández, uno de los cinco antiterroristas cubanos presos en Estados Unidos

Autor:

Nyliam Vázquez García

La levedad del susurro, la presencia de Raúl, muchos en representación de todos, el abrazo apretado y el resumen de sentimientos con voz entrecortada y sincera, trajeron a Gerardo Hernández al sitio donde debía estar. Despedir a su madre, Carmen Nordelo, fue el tributo a la mujer valerosa que dio a Cuba un hijo grande.

«A Mamucha, de su nene». Ese fue el mensaje que quiso Gerardo acompañaran las flores para su madre. En ese minuto de dolor infinito, Gerardo nos dio una lección de dignidad.

Una vez más, las barreras de injustas prisiones quedaron deshechas; ellos, junto a él, sobrepasaron las distancias y fueron hechos venir hasta la tierra idolatrada para estrechar a la madre.

Queremos «agradecerle desde su obra y su vida hacernos conocer a esa mujer sencilla que fue su madre», expresó la periodista Arleen Rodríguez en el homenaje a Carmen Nordelo en la Necrópolis de Colón, porque ello también se lo debemos a ese hijo suyo, «el más castigado entre los hombres injustamente encarcelados», acotó.

Raúl estuvo allí. Había llegado unos minutos antes del inicio de la ceremonia y no pudo dejar de comentar la valentía de Gerardo y de cada uno de estos cinco hombres de probada estirpe. Su hombro y su mano estrecharon a los familiares de Carmen. También lo hicieron los miembros del Buró Político, Esteban Lazo, vicepresidente del Consejo de Estado, y Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, entre otros representantes del Partido y gobierno cubanos.

En la ocasión, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros habló vía telefónica con la esposa de Gerardo, Adriana Pérez, quien se encuentra en Europa aunando voluntades a favor de la libertad inmediata para su esposo y sus cuatro hermanos.

«Sabemos que eres muy firme y que te vas a mantener así», le dijo Raúl, como si quisiera que tan lejos esa otra gran mujer en la vida de Gerardo sintiera su abrazo y aliento más allá del teléfono. Luego le transmitió un saludo en nombre de nuestro Fidel y la admiración que sentimos por cada uno de los Cinco.

Lograron los mágicos hilos del alma y la necesidad de acompañar a Gerardo Hernández que por varios minutos nos pusiéramos su piel para hacerle menos difícil este instante. Nadie puede negarlo: ni siquiera su injusta prisión de California pudo evitar que estuviera junto a su Mamucha.

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