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El debate se puso "caliente"

En la asamblea abierta de los jóvenes de la fábrica La Conchita de Pinar del Río se insistió en la necesidad de revitalizar movimientos e iniciativas juveniles que posibiliten cada vez más la superación de los jóvenes

Autor:

Zenia Regalado

PINAR DEL RÍO.— «¿Quién rompe el hielo?» , se escuchó en el pequeño teatro. El largo silencio que siguió dio la sensación de que pocos hablarían en una fábrica que ha resistido este año más de un pico de cosecha y en la cual el trabajo artesanal sustituye incluso a máquinas por llegar.

Pero poco a poco la asamblea abierta en la fábrica La Conchita entró en calor. La convocatoria sumó a los ocho militantes de la UJC y a cerca de una veintena de jóvenes, entre adiestrados y contratados, que en los últimos tiempos rejuvenecen el rostro del colectivo, cuyo promedio de edad sobrepasa los 47 años.

La fábrica procesa diariamente y de manera manual hasta siete toneladas de frutas destinadas a la fabricación de dulces para la población, y llega a vender hasta 350 000 pesos en divisas. Pero algo contrastó a los pocos minutos de iniciada la asamblea: la necesidad de revitalizar movimientos e iniciativas juveniles que en otros tiempos dieron mucho de qué hablar en este mismo centro.

Yurisei Rodríguez, una joven que lleva un año en la fábrica, habló con toda franqueza al afirmar que tenía guardado su carné desde que salió de las aulas. «¿Qué se hace para motivarnos a los jóvenes de este centro mediante cursos y otras actividades?», preguntó.

La interrogante dio pie a otras intervenciones y motivó propuestas de acuerdos en los que trabajará el comité de base de la UJC con vistas a la asamblea de balance.

Maday Iglesias Pérez, miembro del Buró Nacional, significó que precisamente las asambleas abiertas son para que los jóvenes manifiesten sus inquietudes, y como en el caso de Yurisei soliciten que se les tome en cuenta.

Este comité de base tiene solo ocho militantes, pero ellos deben multiplicar su acción, invitar al resto a sus actividades, recibirlos cuando llegan por vez primera y ubicarles un tutor a los adiestrados, abundó la dirigente juvenil.

La mayoría de los militantes pertenece al área administrativa, por lo cual su influencia no se hace sentir suficientemente en toda la fábrica, en la cual existe una radio-base que está dormida y a la que hay que despertar, reconocieron.

En estos momentos hay pendientes seis procesos de crecimiento para las filas de la UJC, en los cuales —si se les da seguimiento de una manera intencional— puede estar la cantera que fortalecerá la organización de base.

Varios jóvenes trabajan y estudian en cursos en la universidad, lo cual es necesario que apoye la UJC, en la que deben sentir que crecen espiritual y profesionalmente, al intercambiar inquietudes y puntos de vista, para no sentirse solos, sino tomados en cuenta. Fue un concepto en el cual se insistió.

Vladimir Álvarez Gutiérrez hizo otra pregunta: «¿Aquí podrían abrirse cursos de Computación y Electrónica como los que se dan en la calle?».

Y en el debate propiciado por esta segunda interrogante se coincidió en la necesidad de reactivar las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ), que realizaron una magnífica labor en el colectivo en otros tiempos y pueden constituir el impulso idóneo para dar respuesta a dicha inquietud, al coordinar acciones de superación atractivas y útiles para los jóvenes y que no solo se circunscriban a labores relacionadas con los operadores vinculados a la producción y maestros dulceros.

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