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Hacer la sociedad: todo un arte

En el II Simposio Internacional del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas concluido este jueves en la capital se alertó sobre la necesidad de unir, de conectar los mejores empeños y esfuerzos en la hora actual de Cuba

 

Autor:

Alina Perera Robbio

Ir haciendo la sociedad cubana, la nuestra de cada día, y que ella se parezca cada vez más a la que está adelantada en el tiempo —es decir, la soñada, la que inspira y mueve nuestras mejores voluntades— es tarea ardua, difícil y muy compleja. No es solo un asunto matemático, o poético, o esotérico, o científico: es todo eso junto. Y no será posible con un saber brotando de dos o tres manantiales, sino aprovechando un haz de saberes, algo así como la verdad hecha entre todos.

Esa es la impronta más viva que seguramente dejó en muchos participantes de la Isla y de otras latitudes del planeta el II Simposio Internacional del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) 2009, que ha sesionado en la capital del 10 al 12 de noviembre, y al cual concurrieron investigadores de las Ciencias Sociales y de otros ámbitos del pensamiento.

Varias jornadas de reflexión nacidas al calor del Simposio auspiciado por el CIPS —adscrito al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente—, hicieron posible el abordaje de temas como la crisis global, la economía cubana y perspectivas de desarrollo; la diversidad y sus dimensiones culturales, políticas y económicas; la integración y la participación social, y la gestión del desarrollo y las políticas sociales, entre otros.

Tomaron la palabra sociólogos, maestros, antropólogos, filósofos, economistas, historiadores, psicólogos, estudiantes y otros, marcados por la búsqueda permanente de certezas, para hablar sobre cómo entroncar activamente, y sin subordinación estéril, las dinámicas de los pequeños mundos del país en las agendas que son más generales y abarcadoras; para hablar sobre la trascendencia de conocer cómo se ven a sí mismos los grupos humanos que suelen ser objeto de estudio; y sobre lo cardinal de tener presente la responsabilidad social de lo económico, es decir, encontrar el equilibrio entre la mirada que apunta desde la subjetividad, y la que inevitablemente sopesa desde el complicado y para nada milagroso andamiaje de las cifras.

Algunas reflexiones pusieron luz en el valor de que hoy los académicos anden tocados por un espíritu constructivo, polémico y de hondura política. Y otros conceptos claves advirtieron sobre la necesidad de unir, de entretejer, de conectar los mejores empeños y esfuerzos en la hora actual de Cuba, dondequiera que estén, pues toda fragmentación sería peligrosa.

La construcción del socialismo nuestro, se dijo también, debe asumirse afirmativamente, desde lo posible, desde lo no probado, hollando caminos vírgenes, y ya no tanto desde el manejo de situaciones de crisis, de realidades obvias, negables en tanto fracasadas.

Si algo ha demostrado este encuentro donde ha brillado el pensar, es que tenemos un largísimo trecho por delante, y que la buena ventura dependerá en mucho de romper hegemonías y prejuicios —vengan de donde vengan: de los académicos, o de quienes toman decisiones, o de cualquier otro espacio—; y el éxito dependerá sobre todo de contar en nuestro arsenal con un arma de largo alcance: la imaginación.

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