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Se hace necesario intensificar las medidas contra la Influenza A (H1N1)

Evitar las aglomeraciones tal vez sea un propósito casi imposible. Por ello es preciso extremar las medidas elementales de higiene que dependen de la responsabilidad de cada persona

Autor:

Mayte María Jiménez

Cuando se entra al Cinecitá, una pizzería-restaurante en la céntrica esquina capitalina de 23 y 12, todo parece encantador. En las mesas se encuentran desde los llamativos platos donde se sirven las pizzas, hasta los juegos de cubiertos y las finísimas copas.

Como en otros lugares de servicios públicos la apariencia puede cautivar a los comensales, pero esa sola apreciación ahora no basta. En establecimientos como este, visitado diariamente por más de 700 personas, hay que interrogarse si es un lugar seguro ante la amenaza de la Influenza A (H1N1). ¿Acaso la elegante vajilla no se puede convertir en una vía de contagio?

Cuando conversamos con los consumidores, estos generalmente afirman sentirse a gusto con la apariencia. Sin embargo, una vez en la cocina la rutina del fregado podría resultar peligrosa o «contagiosa».

El día de nuestra visita la manera de limpiar la vajilla consistía en una sumersión de los utensilios en el «tanquecito» de agua con detergente, y luego el mismo proceso en agua sola. No había estropajos que removieran las suciedades en las copas ni en los cubiertos.

Los cocineros afirmaron lavarse las manos con frecuencia, aunque, al igual que en otros espacios gastronómicos que visitamos, incluyendo los de trabajadores por cuenta propia, no se usan nasobucos o guantes para la manipulación de los alimentos.

Félix Sultán, capitán del establecimiento, explicó que no se ha orientado ni suministrado este tipo de accesorios para la elaboración de las comidas. No obstante, si algún trabajador se enferma no puede laborar en esas condiciones, advirtió.

«Arreglado» pero no enfermo

Los lugares públicos pueden ser muchos, desde un punto de encuentro para socializar, hasta una peluquería o barbería, establecimientos en los que permanecen numerosas personas. Durante la espera aparecen risas, saludos, o estornudos que pueden ser vía de contagio si no se toman las medidas preventivas básicas.

Olga Corso, peluquera de un local en la calle Obispo, en la capital, sabe que debe taparse la boca al toser con el ángulo del codo, y constantemente se lava las manos. Ella explicó que en estos meses la doctora de la familia ha ido a ofrecer charlas educativas sobre la influenza, que le han servido de mucho en su trabajo.

Asegura que los clientes normalmente no acuden enfermos a este servicio, por tradición ha sido así. «Desde que comenzó la influenza no he tenido ningún caso en mi establecimiento, creo que debemos mantener esa responsabilidad».

¿Cine en casa?

A las puertas del invierno, el período del año de mayor incidencia de las influenzas estacionales, o favorable a la expansión del virus A (H1N1), también se avecinan eventos de gran relevancia, como el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, que colma los espacios cinematográficos a lo largo de todo el país.

Ello demanda afianzar las campañas de responsabilidad ciudadana, de manera que persuadan sobre lo riesgoso de acudir a esos lugares con síntomas de la enfermedad, o violentar dentro esos sitios cerrados las medidas higiénicas y de educación elementales.

Imagine las consecuencias si esas disposiciones se violaran en centros como el capitalino cine Yara, con una capacidad para unas 1 600 personas. Podrían convertirse en peligrosos focos de expansión de la epidemia.

En estos lugares, aunque no existe una regulación expresa que limite o controle la entrada de personas enfermas, según explicó su administradora Yorla Garay, el local se reserva el derecho de admisión.

Pero como medida de prevención este proceder es muy relativo, pues no hay manera de comprobar el estado de salud de cada asistente. Por eso —añade la directiva— en caso de que alguien comience a toser insistentemente en la sala, las auxiliares deberán hacerle entender que no debe permanecer en la misma.

Aunque los médicos reconocen que es muy difícil que las personas eviten ir a espacios como cines, restaurantes o centros de diversión o comerciales, advierten que la asistencia a estos supone tener conciencia de que la influenza se transmite con gran facilidad y puede permanecer en el ambiente.

El doctor Gustavo Kourí, director del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, señaló en una entrevista que la responsabilidad debe partir de todos, enfermos o no, para lograr controlar esta epidemia y salvaguardar a nuestros niños, embarazadas, a todos.

Si bien es cierto que cada establecimiento que brinda servicios al público debe extremar las medidas de higiene, máxime en tiempos de expansión de la epidemia, esa responsabilidad también es válida para quienes los visitan, pues el peligro es compartido.

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