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Los rigores diarios de una delegada espirituana al Congreso de la UJC

La joven Yuseli López Roble conjuga la crianza de su hijo, las responsabilidades en la organización, el trabajo en el central Uruguay y la docencia en la Sede Universitaria Municipal

Autor:

Miguel Ángel Valdés Lizano

JATIBONICO, Sancti Spíritus.— Como tres en un zapato se siente cada día Yuseli López Roble a esa misma hora, cuando el gallo con su último canto anuncia la inminencia del retraso. Entonces la joven espirituana, segunda y última delegada directa al IX Congreso de la UJC en el territorio, quisiera pelearle a los cordones de su pequeño hijo Cristian Daniel, por no poderlos amarrar más rápido.

El desayuno del niño, el comité de base, la solución contra la contingencia en la molienda, la evaluación para la asignatura que imparte en la Sede Universitaria Municipal… Malabarista del tiempo se siente ella entre preocupaciones, sueños y aspiraciones, durante cada zafra en la Empresa Azucarera Uruguay, con uno de los centrales más relevantes de toda Cuba.

Yuseli une sus rutinas a este escenario azucarero desde que se graduó como Ingeniera Química, hace casi cinco años, en la prestigiosa Universidad Central Martha Abreu de Las Villas. «He aprendido a disfrutar ese ruido de las máquinas, tan molesto para todo el mundo», comenta esta muchacha que, con solo 27 años, labora como especialista en producción en el área dedicada a purificar el guarapo, enorme responsabilidad, cuando se dirige a muchos hombres en un central como el coloso jatiboniquense, con récord productivo nacional, al aportar 23 579 toneladas de azúcar en una sola zafra, en la contienda de 1990.

«Me cuido mucho para no meter el delicado», bromea Yuseli, cuando se le pregunta sobre las anécdotas de novatadas ocultas. Al caminar junto a ella se confirma su prestigio, cuando, entre calderas y pitazos, sus compañeros, antes de saludarla, preguntan: ¿Cómo está el pH? «Ese indicador de acidez en el guarapo anda normal», tranquiliza a su paso con voz segura, consciente de los tercos insomnios que, desde los tiempos de sus ancestros, se empeñan en endulzar la vida.

Al igual que los estudiantes del pelotón de corte mecanizado en el Politécnico Raúl Galán, Yuseli integra en Jatibonico una casta de muchachos en cuya información genética está el rumor de los cañaverales.

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