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Juventud Comunista busca reforzarse como vanguardia

Más allá de las cifras, es preciso también llegar al corazón de cada militante y joven, se coincidió en el IX Congreso juvenil

Autor:

Juventud Rebelde

Equipo Especial de JR

Mantener el papel de vanguardia de la juventud cubana no puede ser solo un eslogan, coincidieron este sábado los delegados e invitados al IX Congreso de la UJC, durante los debates de la comisión que analiza cómo fortalecer el funcionamiento de la organización.

La Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) precisa hoy de un análisis profundo de su militancia, no solo para aumentar la cantidad de los que ingresan a la organización o las causas por las que salen de ella, sino también para examinar la ejemplaridad de cada uno de sus integrantes.

Precisa también de un proceso de fortalecimiento de su militancia, señaló Ernesto Fernández, delegado por Ciudad de La Habana, quien subrayó que más allá de las cifras, es preciso también llegar al corazón de cada militante y joven, saber lo que piensa.

«Muchas veces estamos llenos de pretextos, aceptamos cualquier excusa de un militante para no asistir a una reunión, para no cotizar o asumir una tarea, y creemos que somos mejores dirigentes porque somos más “comprensivos”, olvidando que también los demás tenemos problemas, en la familia, en la vida cotidiana, y aún así muchos militantes son incondicionales», subrayó en su intervención.

Tener una mayor creatividad y autopreparación por parte de los cuadros de la organización juvenil son dos elementos necesarios para un mejor trabajo de la UJC, señalaron los delegados, quienes debaten en la comisión cómo hacer la vida interna de la UJC más activa y funcional, a partir de la propia imbricación con los problemas de su entorno.

Las cifras del funcionamiento de la organización indican que todavía quedan fisuras en la selección de los cuadros, la vida interna de los comités de base, así como en la participación de los militantes en las tareas, especialmente en aquellas que garantizan el funcionamiento día a día, como es el caso de las reuniones mensuales.

Iosvany Pupo, delegado por Ciudad de La Habana, señaló que la labor del secretario general del Comité de Base tiene que partir de la propia elección de este como el mejor dentro de su entorno.

«Si es un centro laboral tiene que ser el mejor trabajador, y si es estudiantil tiene que ser el mejor alumno, pues con esa autoridad y liderazgo podrá influir decisivamente en su área de acción», apuntó.

Para Ania Ladrón de Guevara es esencial la autopreparación de los cuadros, para llegar a los militantes e incentivar la permanencia en la organización.

Que el secretario general se sienta como el mayor responsable de la juventud de su centro y asuma esa responsabilidad de manera incondicional, tiene que ser una constante, expresó a su vez Leydi Rodríguez Almaguer, primera secretaria en el municipio Manatí, de Las Tunas.

Un elemento importante en el que insistieron los delegados es preservar el concepto de vanguardia, desde el ejemplo de cada quien, no solo desde el espacio de trabajo, sino en la familia, y dejar a un lado los pretextos, pues los problemas siempre existirán.

José Ramón Machado Ventura, primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, destacó que la responsabilidad y el trabajo de los cuadros no puede regirse solo por el reglamento, sino que hace falta la creatividad, sin perder la objetividad de las realidades en las que viven.

Por eso subrayó la necesidad de que, antes de convertirse en dirigentes políticos, tengan que al menos pasar la experiencia como trabajadores, en un centro de servicio o de estudio.

«Es en este tiempo cuando más tareas hay que darle, cuando se debe probar con responsabilidades administrativas y probar no solo su capacidad como dirigente, sino su rectitud de carácter, que es capaz de ser en todo momento ejemplo», enfatizó.

Y es que el dirigente, en especial el secretario de un comité de base, es el principal responsable del funcionamiento de la organización y quien debe ser ejemplo ante los demás, no solo por su sacrificio, si no por conocer a su gente, sus problemas, y actuar en función también de resolver los asuntos cotidianos de los militantes.

No se trataría solo de planificar en pos del futuro, sino hacerlo en función del presente, y para ello buscar la esencia de los problemas en la base, atajarlos a tiempo.

Por ello hay que ser justos en cada análisis, ni extremista ni blandengue con el militante, porque lo más importante no son las medidas, sino educar cada día a los jóvenes en el precepto de que, como dijera Fidel, cada revolucionario es su propio Comandante en Jefe, y por ende tiene que estar consciente de que el futuro de la Revolución se decide en sus manos día a día.

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