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Cómo tener tu Día y Noche

Es a lo que aspiran jóvenes capitalinos y de otros territorios del país que optaron por transitar el camino de la responsabilidad colectiva, para formarse como oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Sonríe satisfecha con las pupilas en el horizonte. «Son muchos los obstáculos a los que debemos enfrentarnos para realizar nuestros sueños, sobre todo si el machismo impera en profesiones como esta», fue lo primero que atinó a decirme Miraida Martín-Luis González.

«Se imagina lo que significó para mi mamá que su única hija hembra quisiera ser policía. Incluso mi esposo, que estudiaba una carrera militar, se opuso desde el inicio. Pero no hubo nada que pudiera cortarme las alas y que me impidiera hacer lo que de verdad me gustaba», comentó.

Miraida trabajó durante dos años como maestra emergente en una escuela primaria y aunque reconoce la magia que se crea como parte de la dinámica de un aula, ella no se hallaba entre cuatro paredes. Ahora, como estudiante del Curso Integral de Agente de Orden Público en el Centro de Instrucción Provincial del Ministerio del Interior Juan Antonio Márquez Fraga, en Ciego de Ávila, sabe —y eso la reconforta— que su vida tomará un giro de 180 grados.

«Me gusta estar en constante actividad, enfrentándome cada minuto a nuevos retos y que de mí dependa, en gran medida, la solución de complejas situaciones. Veía películas y series de televisión e internamente deseaba que esa fuera mi vida. Me hechiza la dedicación y la entrega a una tarea importante dentro de la sociedad que exija de mí responsabilidad, temple y buenas condiciones físicas».

A su colega de estudios Yenisel Ortiz García, natural de Las Tunas, se le nubla la mirada cuando recuerda los tragos amargos a los que tuvo que sobreponerse cuando decidió ser policía.

«Mis padres me apoyaron, pero mi novio no quiso comprender. Sé que es difícil, porque al formar parte de la PNR podemos prestar servicios en cualquier territorio del país y eso implica estar lejos de la familia y de los amigos, pero no hay nada más noble que sentirse útil a la sociedad mientras hacemos lo que nos gusta», confesó Yenisel.

Ambas coinciden en cuánto han crecido y madurado en este tiempo. Se sienten más exigentes y seguras de sí mismas, más responsables y capaces de asumir cualquier desafío gracias al Curso Integral, que les garantiza en su primera etapa una preparación general y luego una formación especializada.

Convencidas de que el compromiso con el deber y con uno mismo es la clave para llegar al éxito, Miraida y Yenisel forman parte ahora de un grupo de jóvenes de la capital y de otros territorios del país, egresados de preuniversitarios y tecnológicos, que han optado por transitar el camino de la responsabilidad colectiva al formarse como oficiales de esta institución.

En febrero próximo, cuando reciban sus títulos de graduadas, tendrán en sus manos una parte de la pelea ganada. El resto se les presentará día a día.

De la vida real

Si años atrás alguien le hubiera dicho al capitalino Yariel González Aguiar que él podría protagonizar experiencias similares a las que veía en las series Día y Noche o Tras la huella, tal vez se hubiera reído a carcajadas.

Hoy, a pocos meses de graduarse del Curso Integral de Agente de Orden Público en la Academia Mártires de Tarará de la PNR, ve más cerca la posibilidad de ser investigador de Criminalística, una de las especialidades por las que puede optar. De alguna manera combinará su pasión por la Informática con la avidez por indagar el porqué de los hechos a los que se enfrentará diariamente. Podrá ser un policía «como esos que salen en la televisión, pero en la vida real».

Al conversar con él y su familia, todos reconocen que el sacrificio, la voluntad y el empeño deben acompañarlo siempre para ser un profesional de la Policía digno de su uniforme y de la confianza que el país pone en sus manos.

«Me gusta ayudar a las personas y resolverles sus problemas mientras esté a mi alcance. Sé que me enfrentaré a muchas situaciones difíciles, pero durante el curso he adquirido madurez, responsabilidad y conocimientos que me servirán en todo momento. Y para mí no habrá nada más importante que trabajar para que reine la tranquilidad en las calles y en las casas», dijo.

«Su función social es trascendental, porque debe velar por la seguridad de todos y garantizar el cumplimiento de la legalidad siempre. Es un trabajo muy arriesgado, debido a que se expone diariamente a muchos peligros, pero esa fue su elección y aunque me preocupe, como es lógico, confío en la excelente preparación que ha recibido», nos comentó su abuela.

Además del aprendizaje diario que tienen, Yariel, Miraida y Yenisel coinciden en que su verdadera meta es romper con los estigmas que rodean a esta profesión, relacionados con el origen de los agentes, su nivel cultural, sus intereses y su manera de tratar a la ciudadanía.

«Es probable que la selección de los muchachos en algunos casos, anteriormente, para integrar el cuerpo policial, no haya sido la mejor. Quizá en ellos primó más el interés por mejorar sus condiciones de vida que la pasión por esta labor. Sin embargo, hoy aumenta cada día el número de jóvenes capitalinos motivados por esta profesión y creo que con ellos se garantizará en gran medida una mejor calidad en las filas», explicó Yariel.

Sin embargo, Yenisel apunta que el lugar de nacimiento no debe ser el punto de partida para clasificar o distinguir el trabajo que realicen los agentes. Ella sabe que al término del curso se trasladará a Ciudad de La Habana para trabajar, y aunque no desee estar lejos de su tierra lo asume como parte del deber.

«Lo importante es mantener un comportamiento intachable para garantizar el prestigio de la institución. Cuando se refieran a uno de nosotros pondrán en tela de juicio no solo la conducta individual, sino también la calidad de la preparación que recibimos y eso es algo que también debemos defender», explicó.

Fue un honor entonces conocer a jóvenes como Yariel, Miraida y Yenisel, quienes se preparan para asumir desafíos, convencidos de que harán realidad el sueño de su infancia: ser policía, enfrentar el delito y proteger al pueblo.

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