Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Revindicar a los bueyes

Malo puede ser tenerlos sueltos a toda hora en los potreros pero, también, protegerlos demasiado encerrándolos en los establos sin abundante alimentación

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.—La imagen contradictoria y hasta increíble, brotaba de aquella yunta de bueyes flacos, en un lugar donde los pastos abundaban en medio de la primavera. Pensé que quizá estaban enfermos o que los sometían a mucho trabajo. En esas cavilaciones estaba cuando me llamaron para realizar el trabajo periodístico que había pactado en aquella zona agrícola.

La figura de aquel par de nobles animales se me desvaneció momentáneamente de la memoria. Y, muchas horas después, la casualidad me puso de nuevo la yunta delante de la vista.

Transitaba de regreso a Santa Clara cuando debajo de un frondoso árbol a la vera de la carretera, descasaban los animales que tiraban de una carreta. Esta vez iba a despejar las dudas, pero vaya sorpresa, cuando me acerqué descubrí que era otra pareja, tan flaca como la primera.

Después del saludo, indagué el por qué los animales estaban en ese estado. El hombre, amable, mientras le pasaba la mano por la cabeza a Sinsonte, que así se llamaba uno de los bueyes, fue revelando en qué se sustentaba la situación.

Conocí que los encerraban, al caer la tarde o, a veces antes, en establos ubicados en lugares visibles para protegerlos, sin proporcionales abundante comida, por lo que se pasaban la noche prácticamente sin comer. Lo peor es que la anterior resulta una práctica bastante generalizada.

De este modo se reduce la capacidad de trabajo de los animales que lenta, pero inexorablemente, se van deteriorando, porque no pueden comer a sus anchas durante el día debido a que están enyugados, y de noche tampoco.

Es verdad que el buey, a diferencia del ganado más jíbaro, capaz de embestir, suelto a toda hora en los potreros, es más manso y noble, característica que facilita la acción de malhechores.

La medida de protegerlos en establos puede, en última instancia, ser buena, mas resulta contradictorio que para ello se ponga a los bueyes a pasar hambre. Esos nobles animales, que tanto aportan a la alimentación humana, no deberían ser sometidos a semejante trato.

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