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Morir por la Patria es vivir (+ Fotos)

¿Por qué? ¿Qué faltó? ¿Qué sucedió? ¿Qué llevó al fracaso? ¿Qué explica una victoria tan rápida y rotunda de la Revolución frente a los invasores? Estas y otras interrogantes podrían suscitarse entre quienes planearon la invasión de Playa Girón

Autor:

Alina Perera Robbio

Desconcertados hasta el sol de hoy, y sin haber resuelto el acertijo, los «americanos» todavía se preguntan qué los llevó al fracaso en su aventura de Bahía de Cochinos.

¿Por qué? —siguen indagando—, si el Gobierno de los Estados Unidos no escatimó en recursos financieros; si un año antes de la hora cero de aquel día de 1961, ellos habían echado a andar una de las maquinarias más potentes destinadas a ablandar la psicología del cubano común; si habían apostado a todo, incluso a la división de las familias en la Isla, con el cuento de que los hijos serían secuestrados por el régimen comunista, desde los 5 hasta los 18 años de edad, y serían devueltos sin un ápice de espiritualidad, convertidos en materialistas feroces…

¿Por qué?, si por cuenta de la mentira repetida llegaron a salir rumbo al Norte centenares de inocentes, y atrás quedaron sus padres, quienes, se suponía, echarían la guerra a muerte contra Fidel Castro…

¿Qué faltó?, si los mercenarios estaban rigurosamente entrenados y hasta mejor apertrechados que un soldado estadounidense de entonces; si los mapas de la operación militar estaban en manos de los mejores estrategas norteamericanos del momento, y las comunicaciones serían instantáneas entre el puesto de mando, preñado de mapas, y los invasores…

¿Qué sucedió?, si la mejor tecnología había sido puesta en función de esa guerra; si la CIA buscó con denuedo a los posibles líderes de la oposición al Gobierno revolucionario, y les dio misiones y promesas, y les hizo creer que la invasión era cosa de ellos (de los exiliados, de los heridos por la nacionalización revolucionaria), y los apoyó en fortalecer la redes clandestinas de subversión…

¿Qué llevó al fracaso? —se preguntarán ellos—, si los que fueron al sur de Matanzas eran en su gran mayoría unos muchachitos —la edad media de los caídos defendiendo su país resultó ser de menos de 25 años, y entre ellos los hubo adolescentes, casi niños—; ¿cómo habrán podido aplastar una invasión tan sofisticada y bien urdida tanta gente «de abajo» —se sabe que las últimas ocupaciones desempeñadas por quienes cayeron fueron, mayoritariamente, las de jornalero, carpintero, jardinero, zapatero, albañil, chofer, obrero agrícola, mecánico, ferroviario, dependiente, estudiante, miembro de las FAR y de la Policía Nacional Revolucionaria.

¿Qué pasó?, si en cuanto a escolaridad, según el sistema de educación vigente en 1961, la mayoría de los caídos había vencido la enseñanza primaria, tres eran analfabetos, 37 graduados de nivel medio, y cuatro, universitarios…

¿Qué explica una victoria tan rápida y rotunda de la Revolución frente a los invasores?, si los pilotos de la Isla despegaban por puro milagro, y en sus naves iban al combate a sabiendas de que el vuelo era más que inseguro; si camino al escenario de la batalla, muchos de quienes avanzaban dentro de un tanque iban aprendiendo cómo ajustar la mira para el disparo…

La respuesta se remonta al triunfo de la Revolución, incluso a instantes luminosos en que la nación se encontraba a sí misma: está en el factor humano, en las ideas de la gente, en el sentido digno de la existencia, en algo no corpóreo que se llama principios, en la esperanza que corrió por las calles, junto con los rebeldes triunfantes, y que como el agua buena limpió la autoestima, tan adolorida, del pueblo.

La respuesta está en que vivir vida propia —algo que en 1959 quedó planteado como posibilidad real— era un punto de no retorno, una conquista cuyo valor fue aprehendido por millones de seres humanos en la brevedad de un chasquido de dedos, algo que los patriotas de la Isla no estaban, ni están, dispuestos a negociar.

A pesar de su claridad y hondura, la respuesta parece no ser entendida por los derrotados de ayer que, sin que cueste trabajo descubrirlo, son los mismos derrotados de ahora.

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