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El orden no puede ser por cuenta propia

Entre el imperativo del desarrollo económico del país y la preservación de los valores patrimoniales andan hoy nuestras ciudades

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Mientras en algunas ciudades latinoamericanas el imperativo es hoy sacar el comercio de los centros de las ciudades, en Cuba, al amparo de las nuevas regulaciones que estimulan el trabajo por cuenta propia, la actividad comercial individual empieza a extenderse en los núcleos de añejas urbes.

La magia colonial de adoquines, calles estrechas y valiosas edificaciones presentes en La Habana Vieja, Cienfuegos, Trinidad, Camagüey y Santiago de Cuba, sitios especiales por sus valores arquitectónicos, paisajísticos, históricos y urbanísticos, en la mayoría de los casos reconocidos con la condición de Patrimonio de la Humanidad, empieza a coexistir con la práctica de las más disímiles actividades por cuenta propia y una avalancha de personas que compiten por los mejores espacios e inundan arterias y fachadas con sus mensajes promocionales.

Más allá del primer gran encontronazo que vino tras el inicio de la aplicación de la Resolución No. 32 de 2010, regulatoria del trabajo por cuenta propia, que abruptamente inundó de solicitudes las oficinas del historiador o del conservador existente en estos sitios, se tensaron los mecanismos de respuesta de estas instituciones a los múltiples trámites.

El esfuerzo hoy de los especialistas involucrados en la conservación de estas cinco ciudades, poseedoras de altos valores patrimoniales, se pone en función de organizar esas actividades y aprovechar sus potencialidades en bien de la economía local, familiar y del país.

Bondades y desafíos

Según información aportada por la Máster Kirenia Pérez, especialista de la Oficina del Historiador de Camagüey en su territorio, por ejemplo, donde un elevado por ciento de los trabajadores por cuenta propia se concentra en la capital provincial, el ejercicio de este tipo de labor ha propiciado la recuperación de oficios tradicionales y se observa una mejor dinámica en asuntos tan neurálgicos como el transporte público.

Asimismo se reportan beneficios económicos con el fomento del trabajo por cuenta propia, que deja ver sus mejoras en la economía familiar y en sus aportes al Gobierno local, que hasta el cierre de abril ascendía a unos tres millones de pesos.

Otro de los impactos positivos en ciudades como Trinidad, son visibles en las actividades de arrendamiento de viviendas y de venta de alimentos en paladares, «lo que ha potenciado el mejoramiento de los inmuebles por los moradores y ha reevaluado el patrimonio local», añadió la arquitecta Blanca María Pérez.

La Habana Vieja, que tuvo desde 1994 entre sus primeros cuentapropistas a los artesanos y libreros en la Plaza de Armas, exhibe toda una galería de figuras costumbristas, debidamente ordenadas por un reglamento confeccionado por la Oficina del Historiador de la Ciudad.

Los expertos consideran que esta labor también le ha devuelto a la urbe singulares estampas que contribuyen al rescate de sus tradiciones y valores culturales.

El reverso

Sin embargo, coincidieron especialistas entrevistados, la irrupción del trabajo por cuenta propia en los centros históricos cubanos tiene otra cara no tan próspera, porque en algunas acciones constructivas también se han producido transformaciones improcedentes y ampliaciones indebidas, violándose regulaciones urbanísticas.

Por otra parte, amenaza la imagen urbana con el uso de gran cantidad de toldos, carteles, anuncios y otros soportes promocionales.

Para la camagüeyana Kirenia Pérez esta situación debe regularse, porque es un caos que se pongan con desproporción los carteles, además con cualquier tipo de materiales. Según esta especialista, en algunas ocasiones los mobiliarios que se emplean constituyen una verdadera agresión para las ciudades, así como se utilizan mal los espacios públicos, lo que ocasiona obstrucciones de vías y aceras. Kirenia Pérez insistió en que el trabajo por cuenta propia no puede afectar la armonía de los conjuntos arquitectónicos de nuestros centros históricos.

Expertos explicaron a este diario que las modificaciones de fachadas y otras acciones constructivas que pueden atentar contra los valores de los inmuebles, y la lucha por trascender la línea de fachada, son otras agresiones al patrimonio, las cuales pugnan por extenderse hasta las áreas más valiosas, con su mensaje de contaminación visual y de ruido.

La experiencia de ciudades como Trinidad y La Habana, que con anterioridad a la ampliación del cuentapropismo consideraban en sus reglamentos la actividad comercial, marcan hoy la pauta en el empeño de regular localmente estas actividades e ir ordenando su ejercicio en aras de que no constituyan un problema a los fines conservacionistas.

Ahora bien, está claro que esta problemática no es exclusiva del trabajo por cuenta propia sino que, lamentablemente, inciden en ella también entidades estatales.

Lazos necesarios

¿Cómo ordenar la práctica del trabajo por cuenta propia en los centros históricos cubanos sin que ello impacte negativamente en el desarrollo de tales actividades, ni se convierta en una amenaza para la conservación de tan valiosos entornos?

Las posibilidades de ordenamiento en tal sentido son diversas, pero nunca podrán alejarse de la adecuación de la normativa general, como lo demostró el taller Realidades y desafíos del trabajo por cuenta propia en los centros históricos, realizado en Santiago de Cuba.

Las propuestas tendrán que ajustarse a las realidades de cada ciudad, con rigor, control de lo establecido, creatividad e iniciativas en la búsqueda de soluciones, con ayuda de los consejos de administración del Poder Popular y la capacitación oportuna a todos los factores involucrados en tal proceso.

Lograr una sincronía y elevar la integración entre inspectores, urbanistas, directivos, conservadores y cuentapropistas, se perfiló como vital para acabar de enrumbar la actividad, a partir de la máxima de que estos nuevos trabajadores tienen que convertirse en aliados en la defensa del patrimonio de los sitios en los que ejercen.

En ese sentido vale ponderar ejemplos como lo conseguido en el Callejón del Carmen, en Santiago de Cuba, en el que Planificación Física, la dirección de Trabajo, la Oficina del Conservador de la Ciudad, el Gobierno local y los trabajadores por cuenta propia, sin haberlo logrado todo, ya avanzan en defensa de la imagen urbana de su ciudad.

La socióloga Marilín Peña, de la Oficina santiaguera del Conservador de la Ciudad, enfatizó además en la urgencia de potenciar la capacitación y el contacto permanente tanto con trabajadores particulares como con inspectores y dirigentes, en aras de socializar el conocimiento sobre los valores de las ciudades, imprescindibles para la necesaria modificación de conductas.

María Carmenate, especialista de la Oficina del Historiador de Camagüey, insistió en la factibilidad de ver el trabajo por cuenta propia como un fenómeno integral y abundó sobre la importancia de generalizar ideas prácticas como las aplicadas en su provincia, en la que han conseguido unificar en un mismo espacio la realización de todos los trámites necesarios con vistas al otorgamiento de la autorización para el trabajo por cuenta propia, lo que facilita el proceso y favorece el intercambio enriquecedor entre las partes.

En resumen, hay que andar unidos en el propósito de lograr el desarrollo económico y la defensa de nuestro patrimonio, porque la actividad por cuenta propia llegó para quedarse y la tarea de preservar los valores patrimoniales debe ser indetenible.

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