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El legado de José Martí en el diálogo de generaciones

Nuestros hijos y descendientes, aquellos que vivirán bien entrado el siglo XXI, reclaman una acción y un pensamiento fundamentado en la cultura de emancipación que tiene en el pensamiento de Martí y de Fidel su orientación cardinal

Autor:

Armando Hart Dávalos

La lectura del Proyecto de Documento Base para la Primera Conferencia del Partido me confirma la enorme responsabilidad que tenemos en la promoción del pensamiento martiano y en trabajar de manera sistemática para garantizar el relevo con cuadros jóvenes, que sean capaces de asumir los retos de estos inicios del siglo XXI y mantener en alto las banderas de la Revolución defendidas por nuestro pueblo durante más de medio siglo.

Cada día me convenzo más de la pertinencia de lo que vengo planteando acerca de la necesidad de promover un diálogo de generaciones en el que intervengan quienes traemos la experiencia vivida como partícipes en la vida política en la segunda mitad del siglo XX, y los que asumen responsabilidades crecientes en estos inicios del XXI y desarrollarán su vida política hasta bien entrado el mismo. Se trata, de hecho, de un intercambio de experiencias entre dos siglos.

Nuestros hijos y descendientes, aquellos que vivirán bien entrado el siglo XXI, reclaman de nosotros una acción y un pensamiento fundamentado en la cultura de emancipación que tiene en el pensamiento de Martí y de Fidel su orientación cardinal. Solo los malvados y los mediocres renuncian a este glorioso empeño. Estamos obligados por mandato de la historia a preservar la memoria histórica de nuestro pueblo y a transmitir ese legado.

Me he propuesto como objetivo esencial dedicar lo que me queda de vida al objetivo de trasladar a las nuevas generaciones las enseñanzas de más de 50 años de lucha por nuestra plena y total dignidad y soberanía. Mi único mérito, y para mí es bastante, ha sido y es haber estado junto a la Revolución de Fidel y orientado por las enseñanzas de Martí. Lo primero es la idea del Apóstol acerca de la integridad de la cultura nacional, recogida de la mejor tradición del siglo XIX cubano y sus antecedentes en América Latina y el mundo en general. Para el logro de esa cultura general integral debemos apoyarnos en las concepciones expuestas por José Martí acerca del valor cardinal de la educación. Dijo Martí:

«A un pueblo ignorante puede engañársele con la superstición, y hacérsele servil. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre. Un hombre ignorante está en camino de ser bestia, y un hombre instruido en la ciencia y en la conciencia, está en camino de ser Dios. No hay que dudar entre un pueblo de dioses y un pueblo de bestias. El mejor modo de defender nuestros derechos es conocerlos bien; así se tiene fe y fuerza: toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos».1

Ante los gravísimos problemas que amenazan la existencia misma de la humanidad debemos levantar esa otra bandera presente en el ideario del Apóstol y que él sintetizó en la decisión de echar su suerte con los pobres de la Tierra.

Hoy, más que nunca antes, se impone la necesidad de abordar esos desafíos con una visión de alcance universal y que él expuso de manera muy elocuente:

«Patria es humanidad, es aquella porción de la humanidad que vemos más de cerca, y en que nos tocó nacer; —y ni se ha de permitir que con el engaño del santo nombre se defienda a monarquías inútiles, religiones ventrudas o políticas descaradas y hambronas, ni porque a estos pecados se dé a menudo el nombre de patria, ha de negarse el hombre a cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz, del sol no se sale. Patria es eso.—Quien lo olvida, vive flojo, muere mal, sin apoyo ni estima de sí, y sin que los demás lo estimen: quien cumple, goza, y en sus años viejos siente y transmite la fuerza de la juventud: no hay más viejos que los egoístas: el egoísta es dañino, enfermizo, envidioso, desdichado y cobarde».2

Como garantía de la eficacia de esta labor ideológica debemos partir de la definición de Martí de la política:

«La política es el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación, cueste el sacrificio, o la merma importante del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada».3

Es decir, entenderla como un arte y, a la vez, relacionarla con la comunidad desde la base hasta la cúspide, y eso solamente se puede entender sobre el fundamento de la más elevada educación vinculada y articulada a todos los niveles.

No concibo tarea más importante que transmitir a los jóvenes la memoria histórica que está tanto en mi mente como también en la documentación personal acumulada desde hace más de 50 años y que muestra la certeza del pensamiento cubano.

El recién celebrado Comité Nacional de la Sociedad Cultural José Martí, con la presencia de los presidentes del Movimiento Juvenil Martiano de todas las provincias del país, se convirtió en un gran diálogo de generaciones que contó con el apoyo de la Unión de Jóvenes Comunistas y de todas las instituciones martianas. Se trata de experiencias que debemos promover a escala de toda la sociedad con vistas a mantener vivas y actuantes las ideas de Martí entre las presentes generaciones y de preservar su legado para las que nos sucederán y darán continuidad a la obra de la Revolución.

Notas:

1José Martí, Educación popular. Juicios, Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, 1973, t. 19, p. 376

2J. Martí: La revista literaria dominicense, Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, 1973, t. 5, p. 468

3J. Martí. Obras Completas, Editorial Ciencias Sociales, 1973 Escenas europeas, t. 14, p. 60

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