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Algo más que un buen techo

Constructores de diferentes entidades acometen un programa de hondo contenido social con el que se beneficiarán más de 4 000 guantanameros que habitan en cuarterías

Autor:

Haydée León Moya

GUANTÁNAMO.— Cuando desaparezcan las improvisadas arquitecturas y todas esas estrecheces que envuelven a las cuarterías de barrio, a las gentes que las habitan les aguardará algo más que un buen techo. Así se les escucha decir a ellos mismos, y puede parecer áspero el lenguaje, pero es completamente real el hecho.

Hoy no pocas de esas personas que viven compartiendo hasta los más íntimos hábitos, coexisten en medio del revuelo por el cambio.

Muchos no saben a ciencia cierta dónde encontrar entre aquella escombrera el par de zapatos que se tienen que poner para ir al trabajo, si debajo de una cama a cielo abierto, encima de unos ladrillos o vaya usted a saber si fueron sepultados por un montón de piedras, esas que llegan para cambiarles el entorno.

O tienen sobre unos bloques y tablas viejas los bultos de la comida que dan por la libreta. Otros andan en casa de unos familiares o vecinos.

Todo esto quedará atras y llegarán días más apacibles en las vidas de más de 1 700 habitantes de las 57 cuarterías que en este minuto están como en ebullición.

No hay casualidad

Con esa frase nos recibe en Antonio Saco, entre Paseo y Narciso López, Aleyda Pons, una morena contenta que trabaja en el Poligráfico Juan Marinello. En su cuartico, que ya tiene figura de apartamento, ella tiene que hacer malabares para pasar de la cocina al cuarto destechado donde está su anciana madre.

Lamenta no poder brindarnos un cafecito, y nos comenta: «No se asusten, esto es como estar en un eterno verano, sin techo, pero los constructores aprovecharon que parece que no va a llover hoy y ya lo están poniendo. Las paredes están completas. Y miren para allá, ya me hicieron el baño y la meseta, de lujo. Y aguántense, persianas de metal y todo. Ah, y no era así, era una cosa larga y sin división. Hasta me le aumentaron un pedazo. Estoy contentísima. Ahora sí que no hay casualidad».

Como si esa frase estuviese de moda en la Loma, en la misma dirección se escucha de boca en boca para referir que van p’lante y sin retroceso.

Allí fueron completamente demolidos 14 cuartos y una brigada del Ministerio de la Construcción erige edificios biplantas. Hay que verlo para creer que al final de aquel pasillo sinuoso, oscuro y estrecho se levanta un reparto en miniatura.

Quien quiera saber lo que es trabajar duro y en condiciones extremadamente difíciles que no le vaya con cuentos a Ideliso Casero, el ejecutor de esa obra. Allí está a toda hora con sus «negrones», comprometidos todos con entregar en breve las primeras cuatro casas, cuyas paredes son de bloque, la carpintería metálica y la cubierta de zinc galvanizado.

Asegura el constructor que cuando concluya la obra mejorará el pasillo por el que se accede a la cuartería. La gente se porta bien, dice el jefe; vienen de donde están viviendo temporalmente y nos apoyan. No podemos demorarnos, comenta, porque andan por ahí regados en casa de sus familias hasta que acabemos. Y así hay muchísimos en las demás cuarterías.

Fuera de la Loma del Chivo igual apreciamos un ambiente como el de quien quiere para sí la victoria, excelente referencia para los que han tomado bien serio eso de luchar por poner a Guantánamo en la batalla por un 26 de Julio. Y sobran ejemplos, como los de los obreros de la Alimentaria, y de Proyectos Agropecuarios, por mencionar dos de los que según las autoridades de Vivienda más se destacan, entre las más de 15 empresas inmersas en este programa.

Pasar a mejor vida

Aunque esa frase a veces tiene otra lectura, así pudiera denominarse este esfuerzo inversionista que tal vez sea uno de los programas de mayor hondura que se acomete en la provincia con plural protagonismo de empresas e instituciones, y la constante atención del Gobierno Provincial.

Se inició este año con la finalidad de erradicar las condiciones precarias y remodelar las cuarterías, por tantos años sin pasarles la mano.

La intención es llevar esas cuarterías a la condición de una vivienda adecuada, precisa Osvaldo Céspedes Lorente, director del sistema de la Vivienda en Guantánamo, quien explicó las particularidades de un programa cuya ejecución rebasará, solo en una primera etapa, el millón de pesos.

Dice el funcionario que no se trata de adecuar el cuarto al núcleo familiar, sino llevar el cuarto a una casita, de manera que se pueda vivir en mayor privacidad y los habitantes puedan, además, legalizarla y tener su título de propiedad, pues todas esas personas, muchas de las cuales incluso han nacido y crecido de generación en generación en esos cuartos, son todavía usufructuarios, condición que no les permite, por ejemplo, permutar el inmueble.

Los proyectos, agrega, conciben que la vivienda, por muy pequeña que sea, tenga una pequeña sala o habitación de uso múltiple, cocina, baño y como mínimo otro cuarto, aunque eso depende de la superficie real que ocupa cada familia.

Céspedes Lorente explica que las cuarterías de Guantánamo están muy deterioradas, salvo pocas excepciones. Cuando se comienzan a intervenir constructivamente casi hay que desbaratarlas y hacerlas nuevas. Son una caja de sorpresas. Se han dado casos en que se proyecta tumbar una pared y al hacerlo se caen tres.

Es una labor muy compleja, además, porque en la mayoría de las que están reparando los moradores permanecen en los cuartos. Y en cualquier cuartería de este territorio los núcleos familiares rebasan las seis personas.

Por otra parte son atípicas en relación con las del resto del país, que como promedio miden 25 metros cuadrados, aquí todas sobrepasan esa medida. De las 55 cuarterías en que se trabaja en esta primera etapa, solo una pudo mantener las estructuras que poseía. Esa cifra representa 157 pequeños apartamentos para 1 763 personas, que vivirán mejor cuando se cumplimente la primera etapa del programa, a finales de este año.

Estos beneficios no solo abarcan a guantanameros residentes en la capital de la provincia, sino también en varios municipios.

Según explicó el máximo dirigente de Vivienda en Guantánamo, no son curitas las que se están aplicando en las cuarterías. Es una inversión de alcance y con un importante componente social.

Se calcula que como promedio en las cuarterías donde se erradican las condiciones precarias, que es prácticamente una construcción nueva, se invierten alrededor de 74 000 pesos, aunque esos valores fluctúan.

El dirigente de Vivienda ejemplifica: «Una cuartería de la famosa Loma del Chivo, donde se van a intervenir tres cuartos, cada uno cuesta alrededor de 11 000 pesos, y cuando se finalicen los trabajos cada propietario solo debe abonar, con facilidades de pago, unos 3 800 pesos».

Se habla de casitas que van a poseer baño sanitario, cubiertas de zinc galvanizado o lo que popularmente se conoce como placa, carpintería de aluminio, piso de mosaicos, mesetas enchapadas con azulejos, agua corriente y tanques elevados en los casos que lo requieran, entre otras comodidades.

En la provincia de Guantánamo existen 239 cuarterías, de las cuales solo 26 están en la categoría de sencillas en cuanto a los trabajos que requieren, o sea, aquellas que solo requieren arreglos de techo, retoques en sus estructuras y pintura.

Para el próximo año se prevé remozar cerca de 50, toda vez que se trata de un programa que avanzará paulatinamente hasta llevar esos beneficios a los más de 4 000 guantanameros que los necesitan.

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