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Custodiar la grandeza

Durante 18 meses y como parte de su Servicio Militar Activo, jóvenes santiagueros garantizan el perenne tributo al Apóstol en la Unidad de Guardia de Honor a Nuestro Héroe Nacional

 

Autor:

Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Uno, dos… El torso erguido en traje de gala, el gesto marcial, el pie en forma de L, en ángulo de 90 grados con el piso; el giro preciso, la expresión solemne… tres, cuatro…

Ciento veinticuatro pasos exactos los acercan, cuatro o cinco veces al día, al Héroe; luego, 30 minutos en la posición de firme, los hacen crecer, trascender el tributo.

Así es la rutina de los jóvenes y muchachas que, tras un riguroso proceso de captación, cumplen por 18 meses en el cementerio de Santa Ifigenia su Servicio Militar Activo en la Unidad de Guardia de Honor a Nuestro Héroe Nacional José Martí, única de su tipo en el país.

Cada dos jornadas ellos realizan 24 horas de guardia, en las que el día, cual cronómetro, se reparte —desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde— entre el tiempo de preparación mental, los relevos, la retreta al final de la tarde, los relevos de campaña y el descanso.

La jornada anterior, de retén, la dedican a las clases de estudios políticos, a la preparación de infantería, física y militar, al conocimiento de los Reglamentos y el perfeccionamiento de los procedimientos de la ceremonia de guardia.

El tercer día, de pase, es el tiempo para el descanso, la familia… Así es.

Tocar la historia y más

«Los primeros 30 minutos son de pura emoción. Poder estar aquí rindiéndole homenaje a esa figura excelsa de Cuba que es nuestro Apóstol —sostienen— se convierte, más que en un honor, en la reafirmación de que como jóvenes llevamos al Maestro en nuestro actuar cotidiano».

La historia comienza en las oficinas del Comité Militar de la provincia. Hasta allí llegan en períodos de inscripción jefes y oficiales de esta Unidad en busca de jóvenes cuyas aptitudes físicas y elevadas condiciones políticas y morales les permitan cumplir con excelencia la tarea de reverenciar y custodiar los restos del más universal de los cubanos.

«Garantizar la marcialidad y solemnidad de la ceremonia —explica el mayor Alexis Vinent Carbonell, jefe de la Unidad de Guardia de Honor—, requiere de condiciones revolucionarias y de un riguroso entrenamiento. Además, los jóvenes deben cumplir con determinados requerimientos físicos, como poseer hasta 1,74 centímetros de estatura, no tener pie plano ni ninguna otra afección ortopédica, ni problemas oftalmológicos».

Sus aptitudes son estimuladas en lo adelante desde la dinámica de la Unidad, en la que, tanto en espaciosos y confortables dormitorios, como en áreas de recreación dotadas de los más disímiles juegos de mesa, televisión, video, y en las aulas y áreas de preparación física, todo se combina a favor de la superación y crecimiento espiritual de estos jóvenes.

Así, sesiones de planchas, abdominales, barras, paralelas, y carreras de tres o cinco kilómetros, apuntalan la resistencia y elasticidad necesarias, que se perfeccionan en el polígono entre giros y marchas.

Por su parte, los círculos de preparación martiana, marxista leninista y los encuentros con las tradiciones revolucionarias, patrióticas, militares e internacionalistas, nutren el sentimiento nacional en ellos, lo cual se complementa en estos jóvenes con las visitas que realizan a museos y sitios históricos.

Con ayuda de jefes y oficiales, también ganarán en el conocimiento del orden reglamentario…

En poco tiempo los noveles santiagueros llegan a familiarizarse con esta dinámica de vida y a asumir con orgullo su nueva tarea: «Mi misión es custodiar los restos de nuestro Héroe Nacional…», expresan con alta motivación, jóvenes con rostros imberbes, como el soldado Jorge Luis Vinent.

De ello da fe también la soldado Yurisleidis de los Milagros Reyes Pérez, de 18 años, vecina de Veguita de Galo, y proveniente del Servicio Militar Voluntario Femenino, quien irradia orgullo por poder representar a la mujer joven en un espacio tan solemne como este.

«La preparación física —enfatiza— es difícil para nosotras, pues debemos correr cinco kilómetros diariamente, realizar planchas, abdominales, y ejercicios para lograr elasticidad, además de la preparación política, pero nos sobreponemos, pues es mayor el orgullo y el privilegio de estar más cerca de Martí, una figura tan entrañable para los cubanos».

Dentro de un año muchos de ellos cursarán estudios universitarios y realizarán sus sueños profesionales… pero adonde vayan llevarán siempre las enseñanzas adquiridas en estos días en los que, a la sombra del Mausoleo del Maestro, reafirmaron su vocación martiana y admiración por el pensamiento y significado de ese hombre grande que es José Martí.

Las experiencias de estos meses les ratificarán también que el Servicio Militar Activo, como ya reconocen, es una escuela muy importante para todo joven.

Con cariño llevarán en la memoria las vivencias de su participación en guardias de honor especiales en caso de efemérides o sus demostraciones ante la visita de las numerosas personalidades que a diario acuden a la necrópolis santiaguera.

El tiempo para el novio o la novia y las fiestas es realmente poco, pero les compensa la certeza de que las experiencias de esta etapa los harán mejores en el futuro; y quizá una vez licenciados —como cuentan es ya tradición—, ante cualquier ceremonia u acto importante muchos se presentarán espontáneamente y repetirán cada detalle del ritual aprendido.
Ante ese altar de la Patria que es el Mausoleo a José Martí, sus estaturas han comenzado a elevarse.

Nace un tributo

La Unidad de Guardia de Honor a Nuestro Héroe Nacional José Martí fue fundada el 2 de mayo de 2002, y realizó su primera ceremonia el 19 del propio mes, en ocasión del aniversario 107 de la caída en combate del Apóstol, a cargo de soldados del Servicio Militar. La guardia de honor comienza con la salida del sol y concluye con el ocaso, e incluye como música la Elegía a José Martí, compuesta por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque.

La ceremonia se desarrolla frente a la Llama Eterna en Homenaje a Héroes y Mártires de la Patria, ubicada a la entrada del Mausoleo, y que al decir del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, «fue prendida con la convicción de que su fuego sería tan eterno como la Revolución Cubana».

Junto a camilitos, cadetes y guardiamarinas, se realizan en el lugar guardias de honor especiales en fechas de trascendencia histórica: el 28 de enero y 19 de mayo, fechas de nacimiento y caída en combate del Héroe Nacional; el 24 de febrero, coincidiendo con el Grito de Baire; el 10 de octubre, como tributo al inicio de las guerra de independencia; y el 2 de diciembre, en ocasión del desembarco del yate Granma. En estos casos se incluye además un relevo hasta la tumba de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria.

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