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Sin trabajar a «media caña»

No obstante su atrasada tecnología, el central Uruguay ocupa el primer peldaño en la contienda azucarera del país. Con sus pequeñas producciones, en comparación con lo logrado en otros años, aún se obtienen altos rendimientos y estabilidad en la molida y se trazan proyecciones mayores

Autor:

Luis Orlando Hernández

JATIBONICO, Sancti Spíritus.— Echar un vistazo al pasado del central Uruguay se torna tan doloroso para sus trabajadores como puede resultarle a un atleta de alto rendimiento lesionado que se separa cada vez más de sus récords.

Aún así, bien lejos de aquella zafra de 1990-1991, donde el «coloso» jatiboniquense disparó todos los medidores a nivel de país con sus 235 012 toneladas, hoy se ubica en el primer peldaño de la actual contienda y se fortalece como uno de los más grandes en cuanto a capacidad de molida en todo el territorio nacional.

La aspiración es concluir a finales de marzo o principios de abril, argumenta Sergio Luis Barreto, director de la unidad empresarial de base Central Azucarero Uruguay, y sobrepasar las 64 800 toneladas. Para ello un pequeño grupo de obreros propicia los bufidos de las dos torres del ingenio por 20 horas diarias y en los campos se suma la fuerza campesina, quienes unen los días con las noches para que la caña llegue fresca al molino.

Sed de azúcar

A los trabajadores del Uruguay les parece que el caparazón del central les queda grande en estos momentos. La situación podría revertirse en los próximos cinco años, en los que se aspira a llegar a las 110 000 toneladas de azúcar por temporada.

Hoy los 85 días de zafra resultan nimios, por las 40 000 hectáreas que antes se dedicaban al cultivo de la caña en esta zona y las 23 235 que ahora cubren el objetivo. Igual ocurre con dos de sus molinos, en espera impaciente de tiempos futuros.

Elvis González Vasallo, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Atención al Productor Agropecuario del Uruguay, argumenta que en el próximo quinquenio se aspira a duplicar las actuales cosechas hasta llegar a las 850 000 toneladas de caña molidas. En ello desempeñará un importante papel el proceso inversionista para crear áreas de riego, ya que todos sus cultivos se realizan en el régimen de secano, además de la incorporación de nuevas maquinarias y el mejoramiento en la calidad de la preparación de los suelos.

En esta carrera por lograr cada día mejores rendimientos y crecer en capacidad resulta determinante la armonización entre la parte agrícola y la industrial. Por ello, según González Vasallo, se les ha inculcado a los trabajadores del campo la necesidad de aumentar las producciones extras y hacerlo con la debida calidad, para minimizar los impactos por carencias tecnológicas.

Dentro de la industria, Sergio Luis Barreto asegura que cada obrero delimita sus funciones para que la cachaza no se robe ni una gota de azúcar por encima de lo permitido. En opinión de ambos directivos, uno de los logros principales del central radica en la cercanía de los campos cañeros, lo que agiliza el proceso con un tiempo máximo de 12 horas entre el corte de la caña hasta su molida.

Una empresa de lujo

Lejos de la perfección, todavía al Uruguay lo azotan vestigios de ineficiencia. En comparación con la media del país el tiempo industrial perdido aquí es inferior, según el ingeniero termoenergético Gabriel Companioni Abreu, jefe de Turno Integral, pero «está por encima de lo planificado por nosotros, ya que todavía existen problemas en el área del molino y el basculador, así como en las chumaceras, las mazas y los motores de alto voltaje.

«Esto nos convoca al reto constante de realizar bien los mantenimientos de las máquinas antiguas para evitar paradas innecesarias», añade.

El envío de la caña al central con la menor cantidad de impurezas, la siembra en bloques, el adecuado uso de los herbicidas, evitar el enyerbamiento, la descompactación de suelos mediante el tratamiento con cultivos profundos, así como el logro del ciento por ciento de la germinación resultan «preocupaciones diarias por las que hemos pasado algunos sustos y en cuyo seguimiento no podemos desistir», asegura el director de la UEB Atención al Productor Agropecuario.

—¿Qué distingue al Uruguay por encima de sus homólogos?

—Pues destacan elementos como el sobrecumplimiento del plan, el rendimiento industrial, el costo de la tonelada del producto, el alto aprovechamiento del rendimiento potencial de la caña y el aprovechamiento de la molida.

El autoabastecimiento eléctrico mediante el bagazo representa una premisa para evitar gastos por este concepto al país, cuestión por la que aportan al Sistema Electroenergético Nacional un 19 por ciento de lo que producen, el equivalente a unos 70 u 80 megawatts al día.

«Muy poco escapa de este central sin ser aprovechado. La miel urea bagacillo constituye un producto derivado para la alimentación animal, que ha encontrado en el coloso un manantial capaz de emanar 2 500 toneladas este año para abastecer a diferentes unidades productoras del Minagri», precisa el directivo.

A pesar de encontrarse a «media caña», la centenaria fábrica premia el esfuerzo de quienes la laboran con salarios medios que superan los mil pesos en la parte agrícola y los 1 400 en la industrial, sin contar la estimulación.

Cuando concluya la molienda y regrese la indeseada tranquilidad a un pueblo como Jatibonico, adaptado al bullicio constante de la zafra, quedará al menos la satisfacción del deber cumplido y el sinsabor de poder haberlo hecho mejor, con la mirada puesta en el futuro.

Jóvenes en el corte

¿Cuán importante puede resultar para una empresa el aseguramiento de su fuerza de trabajo? Desde el año 1987 el politécnico Raúl Galán, de Jatibonico, responde a esta interrogante con la preparación de jóvenes que tanto en la esfera agrícola como en la industrial se insertan en la producción azucarera del central Uruguay.

En la unidad básica de producción cooperativa (UBPC) La Yaya, diez estudiantes del tercer año de la especialidad de Mecanización Agrícola conforman el pelotón número 29 de corte mecanizado y por casi tres meses se enfrentan de tú a tú con la caña.

«Realizamos las mismas funciones que un operador de combinadas de experiencia, desde el arreglo de la maquinaria hasta su conducción. A las seis de la mañana llegamos al campo y a veces son las nueve de la noche y estamos picando caña», argumenta Orisbel Rodríguez Álvarez, de 17 años, que no oculta su enamoramiento con la tierra.

Los imberbes recuerdan con orgullo los días de altas producciones, durante los cuales han sobrepasado las 200 toneladas, cifra incluso superior a las del resto de los pelotones de la UBPC. Raúl Alemán, administrador de esta unidad, se asombra de la destreza con que los alumnos operan las combinadas cañeras y no olvida que algunos graduados del politécnico ya son «millonarios» en la actualidad.

El posicionamiento privilegiado del Uruguay en el país le permite insertarse de forma rápida en las nuevas tecnologías, dirección bien definida en el programa de estudios de la especialidad. Ramón Díaz Gómez, profesor representante del pelotón, argumenta que ya los estudiantes dominan las nuevas combinadas y tractores que comienzan a aparecer en el horizonte cañero jatiboniquense.

Las dificultades materiales para enseñar desde las aulas se rematan con las prácticas en el campo, asegura el profesor. Hoy los 28 alumnos de segundo año de la carrera rotan con menor intensidad que los de grados superiores, pero reciben de igual forma la experiencia.

La inexistencia en este momento de un primer año de Mecanización Agrícola en el Raúl Galán se subsanará con el ingreso de un nuevo grupo el venidero curso, para poder continuar asegurando el sostén de la producción azucarera en el Uruguay.

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