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Cuando jugar es cosa muy seria

Juntos, hombres y perros se enfrentan cada día a los intentos de burlar la ley en las fronteras. Tres décadas de trabajo de la Técnica Canina de la Aduana General de la República avalan esta labor, que exige amor y constante preparación

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Cuando Lía «marcó» su primer caso, Yanet Nieblas se sintió muy emocionada. Hacía solo un mes que trabajábamos en el aeropuerto, me cuenta, y fue la prueba de que ya estaba lista, que con ella se podía contar.

Son muchas las anécdotas que podría contar Yanet de su springer spaniel de siete años, la mejor en la especialidad de detección de drogas en el Aeropuerto Internacional José Martí.

«Ella es muy intranquila, lo que provocó que el entrenamiento fuera muy difícil. En la primera etapa de socialización, con juguetes, ya me percaté de su temperamento y de la posibilidad de prepararla para esta especialidad, en la que debe ser capaz de detectar diferentes drogas.

«Cada vez que veo a Lía contenta y moviendo la cola ya sé que encontró algo, porque para ella es como un juego que al final le traerá una recompensa. Cuando se sienta cerca del equipaje o del pasajero y ladra, esa es la señal de su marcaje activo, y para mí es un triunfo, porque es el reflejo del trabajo que hacemos juntas todos los días», cuenta Yanet, quien no puede olvidar que gracias al cariño que siente por su can y el que recibe de esta, han sido buenos los resultados de trabajo.

Como Yanet y Lía son más de 30 las unidades cinófilas —hombre y can— que laboran en esta unidad, especializadas en la detección de drogas y precursores químicos y explosivos. La constante preparación y el empeño diario son los elementos esenciales para obtener resultados satisfactorios, teniendo en cuenta que cada día los modus operandi de quienes intentan burlar las leyes aduanales son más sofisticados.

Método eficaz

La Técnica Canina en la Aduana General de la República fue fundada el 8 de julio de 1982, momento en el que solo contaban con 33 canes entrenados en las especialidades de detección de explosivos y drogas.

Hoy ya suman más de cien las unidades cinófilas en todo el país, refiere Ángel Ávila Arencibia, jefe de la Técnica Canina de la Aduana desde 2005, las que pueden estar conformadas por cockers spaniel, springers spaniel o labradores retrievers.

«El empleo operativo de los canes es un medio eficaz para enfrentar estas actividades y se despliega en almacenes, contenedores, aeronaves, buques y embarcaciones menores, áreas de carga y equipaje y en las de bultos postales, por lo cual estas unidades deben tener una preparación sistemática y rigurosa.

«Con ellos no solo se descubre o detecta una actividad de terrorismo o narcotráfico, sino que además se ejerce una influencia psicológica en función de la prevención y la neutralización de estas», añadió Ávila.

Fidel Alonso, especialista de la Aduana en la provincia de Matanzas y fundador de la Técnica Canina en el órgano, insiste en que, aun cuando existan medios técnicos que permitan la detección de drogas y explosivos, el perro no puede faltar.

«Desde que comenzamos los primeros cursos de entrenamiento de las unidades cinófilas con la colaboración de Alemania, Francia, Reino Unido y otros países, nuestra Técnica ha evolucionado mucho. No hemos dejado de capacitar al personal que ingresa y al que ya forma parte de ella y se ha mantenido el adiestramiento de los canes, porque tenemos que ir a la par de las diversas maneras que buscan los transgresores de la ley para introducir al país este tipo de sustancias.

«Contamos con medios técnicos especializados para desarrollar nuestro trabajo de enfrentamiento, pero de las técnicas no intrusivas la de mayor efectividad es la canina. Un botón, un circuito, una conexión puede fallar y aunque esté el técnico preparado para desempeñar su labor sin depender ciento por ciento del equipo, yo le garantizo que el perro puede detectar una molécula de la sustancia y nunca se equivoca», afirma Alonso.

No por gusto los países que introducen los sistemas de seguridad conocidos como perros electrónicos —por ejemplo, en sus servicios de Aduana—, no prescinden de los canes «de verdad», aclara, porque aunque esta técnica se encarece cada vez más en cuanto a la alimentación, las medicinas y el entrenamiento mismo de ellos, el éxito es seguro.

Por ello Alejandro Morán, jefe de la Técnica Canina en el Aeropuerto Internacional José Martí, asegura que la masa canina hoy está muy bien preparada y que no debe dejar de estarlo. «Los procederes se perfeccionan, podemos ver droga embutida en recipientes insospechados y nuestros perros han sido capaces hasta de “marcar” un equipaje porque lleve cartuchos para escopetas de caza. Eso es una excelente señal», apuntó.

Uno en dos

Con solo tres años la pequeña Coca impresionó a su conductor canino Ángel Martínez. Cuando aún él no había concluido sus estudios en el Centro Nacional de Preparación y Adiestramiento del Ministerio del Interior —donde se preparan las unidades cinéfilas de la Aduana—, en el período de prácticas, la pequeña springer spaniel «marcó» un equipaje.

Se trataba de un pomo de crema solar en cuyo contenido había glicerina como componente esencial de la fórmula. No constituyó una violación de la ley debido a su imprescindible uso para el pasajero, pero fue la prueba de que Coca estaba lista para trabajar.

«Ella y yo estamos juntos desde que tenía 43 días de nacida y el entrenamiento, luego de la etapa de socialización, inicialmente estuvo dirigido a la detección de drogas, como generalmente ocurre con su raza. Pero su temperamento y la forma de “marcar” pasivamente, sin ladrar, hizo que la preparación se dirigiera en función de detectar explosivos.

«Cada conductor canino conoce a su perro y de Coca yo sé hasta cuándo se siente mal. Sus características eran idóneas para esta otra especialidad, y hacia ella dirigieron los instructores el entrenamiento, en el que se necesita más medidas de seguridad y precaución y el dominio de distintos procedimientos.

«Al inicio, la forma de lograr obediencia y de crear los reflejos condicionados a partir de su interés, se centró en la búsqueda de un juguete oculto y prácticas similares. Ella aprende que, al encontrarlos, recibirá una recompensa afectiva o su juguete preferido», detalla Martínez.

Muchos piensan erróneamente que el perro consume las sustancias que más tarde aprende a detectar, enfatiza el joven conductor, pero eso sería imposible porque los daños a su salud lo incapacitarían para trabajar.

Resultados envidiables también ha obtenido Baro, de dos años, «colega» de Lía y Coca en el aeropuerto. Su conductor, Manuel Fernández asegura que todavía le falta mucho por entrenarse a ambos, pero ya ha tenido momentos de orgullo. Confía en él porque desde que era un cachorrito demostró curiosidad, inquietud y deseos de jugar, cualidades esenciales para este tipo de trabajo.

«Gracias a Baro corroboramos la presencia de cocaína dentro de una chancleta, método de infracción de la ley muy común en estos tiempos. Forma parte de su trabajo, mas cada vez que sucede confirma que estamos trabajando bien. Muchas veces los canes superan las expectativas del entrenamiento que les damos, porque no se les escapa ni una maleta ni un bolso, aunque solo tenga restos de contaminación, es decir, que solo lleve el olor y no la sustancia».

Javier Fraga, conductor de Dina, reconoce que «ella también ha hecho lo suyo en la droga, pero debemos seguir esforzándonos más». Tenemos turnos de trabajo bastante agotadores, comenta, y no son pocas las veces que en los días de descanso debemos entrenar para algún evento, una competencia nacional o para perfeccionar el trabajo que hacemos.

«Además, ¿quién los conoce mejor que nosotros? Tenemos que estar al tanto de su salud, les revisamos los ojos, las patas, las orejas, todo, aunque sean atendidos con regularidad por el personal veterinario. Pero aun así, somos ella y yo en primer lugar, tanto para trabajar como para lo demás. Las unidades cinófilas son, en esencia, uno en dos».

Como en un juego

Puede parecer cosa poco seria la de «jugar» con el perro para obtener resultados de trabajo, pero en eso se basa el entrenamiento de los canes para esta labor, refiere Neisbel Izquierdo, instructor canino de la Aduana desde hace cuatro años.

Desde que son cachorros, explica, se les realizan pruebas que permiten conocer su talento y características, su capacidad de socialización con las personas, su interés para la interacción y hasta su capacidad de inteligencia.

«Generalmente las razas y las especialidades tienen relación. Para la detección de drogas el can debe ser muy activo y ágil, como son los springers y los cockers, mientras que para detectar explosivos puede ser más calmado y pasivo, como los labradores.

«No obstante, la raza no determina su especialización pues, como ocurre con Coca, depende de su temperamento y habilidades, de lo cual debe percatarse también su conductor mientras trabajan juntos».

El instructor Liansay Rodríguez insiste en que desde la primera etapa de socialización, seguida por la de adiestramiento de tipo general y luego el de tipo especializado, cada can tiene un expediente de trabajo hasta los ocho años de edad, momento en el que la utilidad del animal depende de su estado de salud.

«El “reciclaje” de las unidades cinófilas, o la recalificación que se hace cada año tanto del conductor como del perro, garantiza un servicio óptimo pues se refuerza el entrenamiento y se introducen novedades de acuerdo con las exigencias operativas del momento», acotó.

Teniéndole amor a los perros y a este trabajo todo está garantizado, asegura Reynol González, técnico canino de la Aduana en Matanzas y ganador por tres veces consecutivas de la competencia nacional. Si se trabaja con esmero y como si fueran solo uno, agrega, no hay obstáculo que impida ganar, no solo en eventos sino en el día a día.

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