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Comienza la fiesta del saber

El curso escolar 2012-2013 está signado por la consolidación de las transformaciones que se vienen realizando en los diversos niveles de enseñanza, con el objetivo de lograr una mejor formación de los cerca de dos millones de niños y jóvenes que accederán a las aulas

Autor:

Margarita Barrios

Atrás quedan los días de esparcimiento, para entregarse nuevamente al rigor de la academia. Todos se preparan. Demanda no escuchada en otras latitudes, el amplio acceso a la educación es un derecho elemental del hombre que constituye garantía cotidiana para los cubanos.

Tal conquista hace que en nuestro país el inicio del período lectivo sea una fiesta que involucre a la mayoría. Eso es lo que sucederá este lunes 3 de septiembre.

El curso escolar 2012-2013 está signado por la consolidación de las transformaciones que se vienen realizando en los diversos niveles de enseñanza, con el objetivo de lograr una mejor formación de nuestros niños y jóvenes.

Cuando mañana se abran las puertas de las aulas, cerca de dos millones de estudiantes de todos los niveles de enseñanza deberán encontrar centros escolares donde primen el orden y la disciplina, también la higiene personal y ambiental, factores fundamentales para que se desarrolle de manera adecuada el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Pero las escuelas y universidades no solo deben enseñar letras y ciencias: en su trabajo se incluye fomentar en los estudiantes valores éticos, estéticos y patrióticos, así como propiciar una correcta formación vocacional. Esta máxima debe convertirse en realidad, para que la sociedad reconozca a los centros escolares y a sus docentes como ejemplos y modelos de actuación social.

Maestros y profesores bien preparados son la clave del éxito, así como la imprescindible cooperación familia-escuela, la cual debe estar regida por el respeto mutuo entre ambas instituciones.

En busca de la calidad

Hay procesos que se inician en la enseñanza Primaria y tienen su punto de concreción en el Preuniversitario, por ello buscamos una linealidad en el trabajo para lograr efectividad en el proceso docente-educativo, afirmó Margarita McPherson, viceministra de Educación.

«Estamos profundizando el trabajo a través del desarrollo de las asignaturas, fundamentalmente lo relacionado con la Lengua Materna y la Matemática.

«Otros procesos, como la formación vocacional y la orientación profesional, también tienen una continuidad, para garantizar en la Secundaria Básica dirigir a los estudiantes hacia las especialidades que prioriza el país», destacó.

La Doctora McPherson puntualizó que igualmente sucede con aquel joven que decide estudiar el Preuniversitario. «El objetivo es que vaya a la Universidad, que se prepare para realizar las pruebas de ingreso y, por supuesto, que haya recibido una preparación que le permita tener éxito en los estudios superiores.

«El proceso de educación integral del alumno goza de continuidad, como la formación de valores, que tiene su base en la Primaria, se refuerza en la Secundaria y se consolida en el Preuniversitario».

El Programa Director de la Lengua Materna posee la finalidad de que el trabajo con los educandos en todos los niveles de enseñanza no dependa solo de los profesores de Español, sino que cada maestro, desde cualquier materia o momento en la escuela, contribuya a que se logre el dominio del idioma, explicó Francisco Lao Apo, jefe de departamento de la Dirección de Formación de Personal Pedagógico del Ministerio de Educación (Mined).

«El propósito es comenzar desde la Primaria, con la lectura, la gramática, la ortografía y trabajar desde cualquier asignatura del currículo escolar para lograr el objetivo de que los estudiantes hablen correctamente nuestro idioma».

Añadió que el Programa Director de la Lengua Materna está incluido, además, en los planes de formación y superación pedagógica, para que los maestros puedan desarrollarlo con sus alumnos.

Lao Apo afirmó que se han logrado avances en los tres años que lleva implementado ese programa en los centros escolares, y significó que el objetivo fundamental para el curso que comienza es continuar trabajando, sin perder lo logrado.

Medir bien cuánto se aprende

Por otra parte este será el tercer curso escolar en el cual se aplique el nuevo sistema de evaluación —conocido como Resolución 120—, labor que continúa perfeccionándose para medir, de manera más eficiente y con mayor rigor, los conocimientos de los estudiantes.

Medir bien cuánto se aprende es también educar al alumno y la mejor manera de conocer la verdadera calidad de la clase que se imparte. Por ello, perfeccionar ese proceso es una prioridad del actual curso escolar.

Datos revelados por el Mined en la reunión resumen del curso escolar precedente señalan que en este terreno persisten algunas deficiencias, aunque se aprecian discretos avances en su puesta en práctica.

Al respecto, Lizardo García Ramis, director del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, afirmó que por mucho tiempo la evaluación fue solo una manera de acreditar los estudios de los alumnos, sin embargo, ahora está concebida para ser un mecanismo regulador e integrado al resto de los componentes del proceso de enseñanza, y ahí es donde se presentan las dificultades.

«Hay falta de comprensión del sistema por los docentes, y también por los padres y los alumnos», dijo. «Aparecen problemas, por ejemplo, con la carga de evaluaciones sistemáticas, parciales, por semanas. Es un proceso complicado, que el profesor debe regir para diseminarlas y que no coincidan entre ellas, mientras va transitando el proceso de aprendizaje».

El investigador significó que otro fenómeno interesante que han encontrado en sus pesquisas por las escuelas de todo el país es que son los padres quienes dicen que se realizan muchas evaluaciones.

«Ellos las sienten más, porque están muy implicados. Es bueno que el padre ayude, revise, controle, pero el alumno es quien debe realizar el trabajo.

«También hay una dificultad a la cual ha de dedicársele especial atención, destacó Lizardo. Los recursos para los trabajos prácticos tienen que ser asequibles a los alumnos, y hay un número relativamente alto de ejercicios de evaluación que piden los maestros, que no están al alcance de los estudiantes».

—¿Cuánto puede significar en el mundo pedagógico medir los conocimientos de los estudiantes?

—La evaluación siempre busca dar un juicio de valor sobre los niveles de asimilación y desarrollo de la persona, por lo cual tiene una función diagnóstica, evaluativa y reguladora.

«No es comprobar por comprobar. No niego que un examen puede tener un objetivo específico, o sea comprobar hasta dónde sabes hacer una cosa, pero la evaluación como categoría lo que busca es regular el proceso de enseñanza y permitir tomar a tiempo las medidas necesarias para superar las deficiencias.

«Por ello, la evaluación no es un fin en sí mismo, y reconocerla como tal es una tendencia muy marcada en los docentes.

«Cuando los colectivos no participan en el análisis de los problemas; cuando no se llama a la familia si el alumno tiene dificultades; cuando los resultados de las evaluaciones no se discuten de manera colectiva con la participación del estudiante, la evaluación ha perdido su sentido pedagógico», concluyó.

Por un rol protagónico en la formación vocacional

Otra prioridad del curso escolar es la formación vocacional, para lo cual se ha creado un plan nacional que involucra a la escuela, a las organizaciones estudiantiles, los palacios de pioneros y llega hasta la familia del educando.

Margarita McPherson significó que la formación vocacional es un sistema de influencias educativas que estimulan el interés del sujeto hacia determinada esfera de la vida económica o social, o carreras u oficios específicos.

«Hacer coincidir las necesidades del país —que concuerdan con el número de plazas que se ofertan— con los intereses o gustos personales, no es siempre una tarea exitosa», agregó.

«Por eso algunos abandonan los estudios y otros no ejercen la especialidad en la que se preparan, o terminan un técnico de nivel medio en una rama y van a la Educación Superior en busca de otro camino.

«La selección de una carrera o especialidad y la permanencia en la misma —apuntó— son decisiones personales determinadas por varios motivos y circunstancias de orden económico, social, familiar y personal.

«La escuela es la encargada de desempeñar un rol protagónico en la formación vocacional y romper la probable dicotomía entre el deseo del joven y las posibilidades reales de cada territorio a la hora de darles empleo a los graduados».

Tener al maestro que se necesita

La calidad de la enseñanza transita fundamentalmente por la calidad del maestro que está frente al aula. Sin embargo, y a pesar de los múltiples esfuerzos que se realizan para inclinar a los jóvenes a las carreras pedagógicas, todavía el sistema nacional de Educación tiene dificultades con la cobertura docente.

El déficit de profesores no se comporta de manera uniforme, sino que fluctúa según el territorio, el nivel de enseñanza, incluso la asignatura a impartir. Por ello son múltiples las iniciativas que se desarrollan para suplir esas necesidades y garantizar que no quede ningún estudiante sin su maestro.

La cobertura total se logra con la reincorporación de profesores y de maestros jubilados, así como de profesionales de otros organismos que darán clases en algunos niveles de enseñanza.

En el caso de los maestros en formación, solo van a las aulas los que están en cuarto y quinto años de la licenciatura, pues el empeño es que se mantengan estudiando en las universidades el mayor tiempo posible.

En las escuelas se dedican ocho horas semanales al trabajo metodológico, dirigido fundamentalmente a la preparación de los maestros para conducir el proceso de enseñanza-aprendizaje, en lo cual tienen especial peso los tutores, docentes de experiencia que asesoran a los jóvenes profesores.

Por otra parte, en el nuevo curso escolar, más de 5 000 jóvenes accedieron a carreras en las Universidades de ciencias pedagógicas, mientras más de 7 000 comienzan sus estudios en las escuelas pedagógicas, cifras que aún no cumplen las necesidades de algunos territorios del país.

Los técnicos que se necesitan

«En este curso escolar vamos a consolidar lo que hemos logrado en la Enseñanza Técnica Profesional (ETP), fundamentalmente lo relacionado con las aulas anexas que funcionan en los organismos de la producción y los servicios», expresó Kenelma Carvajal, viceministra de Educación.

«También tenemos que seguir trabajando en el orden educativo, en el uso del uniforme escolar, disminuir las bajas, los problemas de asistencia, que son temas que persisten de manera puntual en algunos de nuestros centros escolares», apuntó.

Más del 60 por ciento de la matrícula que egresó del noveno grado el pasado curso escolar fue a la Enseñanza Técnica, e igual ocurrirá con los que este año lectivo terminen la Secundaria Básica. Por ello, la masividad de esta enseñanza requiere gran cantidad de profesores, así como medios técnicos para su implementación.

«Para nosotros es vital la integración con los organismos de la producción y los servicios, porque allí tenemos al especialista y el aula anexa donde está la tecnología. De este modo los estudiantes pueden realizar las prácticas que en los politécnicos no logran completar por la falta de equipamiento», destacó Kenelma.

En relación con los docentes, explicó que se han hecho cursos de superación para entregarles a los especialistas de la producción,  las herramientas pedagógicas que necesitan para llevar adelante la clase.

«En los meses de abril y mayo último, se realizaron cursos de preparación para ellos. Además, cuando nos hemos percatado que alguno no tiene las condiciones idóneas, lo hemos sustituido; pero son casos aislados.

«Tenemos garantizada la relación docente-alumno, pues contamos con más de 4 000 profesores que son trabajadores de la producción y los servicios, y más de 500 jóvenes egresados de la ETP terminaron su curso de habilitación, y darán clases en este curso escolar a la vez que se alistan para ir a la Universidad.

«Esa es una alternativa que nos ha dado buenos resultados, así hemos preparado a más de 3 000 en los últimos cursos escolares».

Kenelma puntualizó que la formación de obreros calificados demanda también de un perfeccionamiento del proceso docente-educativo.

«Estas especialidades exigen el desarrollo de habilidades profesionales a corto plazo, por lo tanto tienen que estar acompañadas por las personas que sepan hacer y enseñar a hacer a esos jóvenes.

«Tenemos que contar con los medios fundamentales para la práctica, que están en la producción y los servicios, para desarrollar esas habilidades; y todo esto requiere de un esfuerzo importante de los cuadros de dirección a todos los niveles, para llegar al maestro y al técnico, que son los que ejecutan las acciones».

Por su parte, Marisel Rodríguez González, directora de la Enseñanza Preuniversitaria en el Ministerio de Educación, aseguró que en este curso escolar concentrarán los esfuerzos en la preparación de los docentes para que impartan clases de calidad y, por consiguiente, eleven los resultados del aprendizaje de los estudiantes.

La directiva puntualizó que uno de los aspectos que esperan superar en el período que comienza es la atención diferenciada e intensiva desde que los alumnos entran al pre.

«No hay que esperar a que lleguen a duodécimo grado para prepararlos con vistas a las pruebas de ingreso —acotó—, pues el sentido de esta enseñanza es justamente entrar a la Universidad. No se concibe que un estudiante se gradúe de bachiller para no hacer luego la Enseñanza Superior.

«Al que no aprueba o no se presenta a exámenes de ingreso hay que buscarle una alternativa de continuidad de estudios como obrero calificado o maestro de nivel medio, y ese no es el fin del Preuniversitario. Hay una planificación, y para las necesidades de ese tipo de profesiones ya hay destinados otros jóvenes en cada territorio.

«Aproximadamente un 40 por ciento de la matrícula que terminó el pasado año noveno grado vino al preuniversitario. Esa selección más rigurosa dará frutos positivos».

—¿Cómo se comporta la cobertura docente?

—Con el traslado de los centros a la ciudad hemos ganado muchos profesores de experiencia que se han reincorporado, algunos ya jubilados. Todos los docentes que tenemos son licenciados y los de mayor capacidad están impartiendo clases en duodécimo grado».

—¿Qué estrategia seguirán para elevar la calidad del aprendizaje?

—En los centros en que sea posible vamos a mantener el tránsito por el ciclo, es decir, el profesor acompañará al alumno de décimo a duodécimo grado. Esto permite un mejor diagnóstico y estar al tanto de sus deficiencias.

«También habrá que mejorar la atención específica a los jóvenes en los institutos preuniversitarios vocacionales de ciencias exactas, para que se inclinen por carreras de esa rama que son muy necesarias para el país; así como a aquellos que terminan el Servicio Militar y reciben la Orden 18 del Ministro de las FAR, lo cual les permite optar por una carrera universitaria.

«Comenzamos el curso anterior un programa intensivo en cinco provincias con estos jóvenes egresados de las FAR, y sus resultados en los exámenes de ingreso fueron muy favorables. Para este año lectivo vamos a extender este trabajo a todos los territorios».

La Directora de la Enseñanza Preuniversitaria en el Mined también explicó que la inserción de estudiantes de duodécimo grado en las universidades ha tenido un saldo muy positivo. «Reciben una preparación con intencionalidad marcada hacia carreras de ciencias y los hemos insertado también en las universidades pedagógicas.

«No esperamos saltos espectaculares, pero sí un movimiento hacia lo positivo para que todos los estudiantes de Preuniversitario puedan acceder a la Universidad. Ese es el principal objetivo de nuestro trabajo».

Estudiar desde el primer día

Formar los profesionales que el país necesita en las especialidades que son más necesarias, así como que nuestra ciencia se logre aplicar y promueva el desarrollo local y nacional, están entre las principales prioridades de nuestro trabajo, afirmó Rodolfo Alarcón Ortiz, ministro de Educación Superior (MES).

El titular significó que es preciso sembrar en los jóvenes la conciencia de que «quien no se emplea a fondo en los estudios, no será exitoso en la Universidad».

Tenemos resultados deficientes en cuanto a promoción y eficiencia en la Educación Superior, destacó. Por ello es imprescindible que nuestros alumnos interioricen que lo fundamental es aplicarse, y eso tiene que ser desde el primer día que llegan a la Universidad.

En este sentido, puntualizó que no puede culparse solamente a los estudiantes. También es una responsabilidad de la institución, que no siempre es capaz de cambiar conceptos equivocados o hábitos de estudio deficientes.

«Para formar ese profesional competente al que aspiramos debemos, en primer lugar, fortalecer el compromiso de los estudiantes con su Universidad y con la Revolución, para que puedan cumplir con sus deberes y participen en la vida de la Universidad y del país».

Entre las áreas fundamentales de trabajo de la Educación Superior, el titular destacó la calidad del claustro de profesores: «que debe tener una formación cultural amplia pero, sobre todo, estar preparado políticamente, para defender las proyecciones de la Revolución.

«Una Universidad vale lo que vale su claustro —afirmó—, por ello no solo deben tener excelente preparación académica, sino también político-ideológica, campo fundamental para poder tener educadores de verdad».

Por último, el Ministro destacó que en la Educación Superior hay que pensar en términos de impacto. «Aunque los resultados en pregrado, posgrado e investigación son buenos, si no tienen un impacto social o económico verdadero no podemos medir nuestra eficiencia».

En nuestras aulas están hoy los futuros obreros, técnicos y profesionales que necesita el país. Por lo tanto es muy importante que la escuela, junto a la sociedad y con el apoyo de la familia, ayude a formar esas nuevas generaciones.

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