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El Sexto Congreso: dos años después (primera parte)

Con la presentación por parte del General de Ejército Raúl Castro Ruz del folleto que contenía el proyecto de lineamientos que trazarían la política económica y social del país, se iniciaba el proceso de consulta popular que antecedió a la magna cita

Autor:

Enrique Villuendas Calleyro

Hoy se cumplen dos años de que, tras una revista militar a la que siguió una combativa marcha popular, abría sus sesiones el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba. Se conmemoraba así, doblemente, el 50 aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución.

Realmente el tren del Congreso había arrancado cinco meses antes, el 8 de noviembre del 2010. Ese día, en el Palacio de Convenciones, en un acto por el décimo aniversario del convenio integral de cooperación entre Cuba y Venezuela, el General de Ejército Raúl Castro Ruz presentaba el folleto que contenía el proyecto de lineamientos que trazarían la política económica y social del país. En gesto fraterno, Raúl obsequiaba el segundo ejemplar al presidente venezolano Hugo Chávez. El primero, ya estaba en manos de Fidel. Cientos de miles de ejemplares comenzarían a circular en todas las provincias desde el siguiente día (solo en la mañana del día 9 se vendieron más de cien mil).

Lo que vino después fue una demostración palpable de cómo se toman las decisiones fundamentales en una democracia que tiene contenido real: con la participación directa y activa de ese de quien dimana el poder: el pueblo.

Aquí no ocurrió lo que se ve cotidianamente en tantos países, donde una élite, encaramada en el Gobierno a base de millones y de propaganda demagógica, promete villas y castillas en una desenfrenada campaña electoral y luego traiciona los compromisos de ocasión con los que buscó el voto popular.

En Cuba se forja el consenso. Se hizo en la Plaza, cuando las Declaraciones de La Habana. En el inicio del Período Especial, con los Parlamentos obreros. Y entre diciembre del 2010 y febrero del 2011, cuando en más de 163 mil reuniones en centros de trabajo, de estudio, y en los barrios, se debatió el proyecto de lineamientos «a camisa quitada»: hubo más de tres millones de intervenciones.

Parece una frase hecha, pero en realidad refleja con exactitud lo que ocurrió: todos los planteamientos, sin exclusión alguna, fueron incorporados al análisis. Se tuvieron en cuenta tanto las opiniones en las que coincidía mucha gente, como también aquellas expresadas hasta por una sola persona. El 68 % de los 291 lineamientos que contenía el documento original fueron reformulados, y se incorporaron otros nuevos, hasta llegar a 311.

La nueva versión del documento fue examinada exhaustivamente, durante tres días, en cada provincia, por los militantes que habían sido electos como delegados al Congreso. Finalmente, la discusión en las sesiones del propio evento, en abril, en cinco comisiones, aportó precisiones adicionales y la inclusión de dos lineamientos nuevos, llegando a los 313 definitivos.

La validez del debate popular quedó reafirmada: fue un verdadero referendo sobre la profundidad, el alcance y los ritmos con que se cambiaría todo lo que debía ser cambiado. Se ratificaron las líneas estratégicas propuestas para actualizar el modelo económico y social del país, garantizando la continuidad y la sustentabilidad del socialismo, el desarrollo económico y la elevación del nivel de vida del pueblo.

Dicho con otras palabras: la política que aprobaron los mil delegados al Sexto Congreso del Partido refleja no solamente sus opiniones personales, o las de los 800 mil militantes que los eligieron; es expresión de la voluntad de millones de cubanos.

Pero, ¿qué ha pasado desde entonces? ¿Hasta qué punto se ha cumplido lo que el Congreso acordó? Eso será tema para otro trabajo. (Continuará)

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