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Del polvo rojo a la academia

Visitar Moa es llegar a un apasionante micromundo económico, climático, geográfico y humano, en el que el Instituto Minero Metalúrgico es parte del alma local

Autor:

Margarita Barrios

«A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos, como el recodo al camino».

Joan Manuel Serrat

Los amaneceres y las puestas del sol se adelantan en más de una hora con respecto a La Habana, y tienen ese toque mágico que le da una leve capa de polvo rojo.

«Presencia de agua aquí» dicen los estudiosos que significa Moa, vocablo que proviene del arahuaco. Y aunque en nuestros cuatro días de estancia «no disfrutamos de un buen aguacero», supimos que el 26 de marzo último cayeron, en solo cinco horas, 3 200 milímetros. Las precipitaciones medias anuales oscilan entre 2 600 y 3 200 milímetros.

Existe también un mito respecto al agua de Moa. Se dice que es la única capaz de quitar las manchas dejadas por la tierra roja que caracteriza a ese municipio. La veracidad de esa creencia fue probada por este equipo de trabajo y, en busca de respuesta, los especialistas nos aseguraron que se debe a que es muy blanda y carente de sales.

Hasta el conquistador Cristóbal Colón dejó estampado en su diario de navegación la estancia en la Bahía de Moa. En sus descripciones aparecen las capacidades hídricas y forestales del lugar, y hasta anticipó la riqueza minera, por lo que vio en el fondo de las aguas.

Así que place salir de La Habana y recorrer casi mil kilómetros por carretera para llegar a ese municipio holguinero, pese a lo largo y agotador del viaje. Hacerlo es ir al encuentro de un territorio de 732 kilómetros mayormente montañoso, situado en el Sistema Nipe-Sagua-Baracoa, con alturas superiores a los mil metros, y disfrutar de su elevación más alta, el pico Toldo, en las Cuchillas del Toa, con 1 170 metros sobre el nivel del mar, el cual posee interesantes variedades de helechos. Es llegar a un mundo con su propia economía, su propio microclima y hasta con su propia «microalma», como sienten los que hemos tenido la oportunidad de conocerlo.

Si bien su principal fuente de recursos, la extracción y procesamiento del níquel, le da fama internacional,  ese reconocimiento está acompañado de la contribución del Instituto Minero Metalúrgico Antonio Núñez Jiménez (IMMM), fundado en 1976. En 37 años esa institución ha graduado a 9 712 profesionales en 22 carreras, además de su contribución en la superación continua de más de 25 000 mediante los programas de posgrado. Del total de egresados del centro 463 son extranjeros, procedentes de 56 países.

Un mundo joven

Siente como si el estar en esta escuela fuera una deuda familiar y el trazado de una tradición. Yelena Mayor Suárez cursa el primer año de Ingeniería Metalúrgica y es oriunda de Moa. La estudiante, con un gusto peculiar por la Química, nos contó que su papá trabaja en la Planta Niquelífera Che Guevara, y desde pequeña está ligada al mundo del níquel.

«Mi futuro lo veo claro aquí en Moa, y con los magníficos profesores que tengo estoy segura de triunfar en mis estudios».

Yenne Sánchez Aguilar es otro de los jóvenes, que estudia segundo año de Ingeniería Mecánica y está becado, pues procede del municipio holguinero de Mayarí. Enamorado de la mecánica desde niño, siente que su carrera tiene un enorme campo de trabajo, y sabe que podrá ser útil al país. «Es muy dura, requiere de muchas horas de estudio, pero no hay premio sin sacrificio», acotó.

La presencia de estudiantes extranjeros en esta institución, tan adentro del territorio cubano, es otra de las grandes sorpresas para el visitante. En este curso escolar son 62 jóvenes, procedentes de 20 países.

Carmoth Julio Tichivikwa es de Angola y cursa el tercer año de Ingeniería en Minas, mientras Jean Baptiste Koffi Kadjo es de Costa de Marfil y estudia el cuarto año de Ingeniería Metalúrgica. Ambos dirigen la Brigada de Solidaridad con Cuba, la cual tiene como misión fundamental denunciar la incidencia negativa del bloqueo de Estados Unidos, así como reclamar la libertad de los antiterroristas cubanos presos en cárceles del imperio.

«Participamos activamente en las tareas de la Revolución —asegura Carmoth—; así fue cuando la recuperación luego del paso del huracán Sandy, no solo en la universidad, sino en todo el municipio. Estudiar aquí es un orgullo; cuando me gradúe trabajaré en mi país, pero Cuba quedará para siempre en mí como una segunda patria».

Jean Baptiste destacó que en las actividades de la Brigada participan también los estudiantes cubanos y la población de Moa: «Para intercambiar costumbres, cultura y solidaridad».

Viven en un espacio geográfico especial, pero los estudiantes de la mencionada universidad comparten las preocupaciones, anhelos y proyectos de muchos de los jóvenes cubanos de hoy. Así lo confirma una conversación con Geomel Vilas Placeres, estudiante de quinto año de la carrera de Ingeniería en Minas, quien es el presidente de la FEU de esa universidad.

«Cómo mejorar la promoción, participar más en los temas de investigación, aumentar el estudio individual, insertarnos en la vida de nuestro municipio y estar presentes en todas las actividades, están en nuestros propósitos. Además, hay que lograr mayor identificación de los estudiantes con la FEU».

Geomel explicó que la participación estudiantil en las jornadas científicas es también empeño que se va haciendo realidad. Para este joven camagüeyano, como para la mayoría de los estudiantes del centro, la recreación es fundamental. «Organizamos espacios para el deporte y la cultura. Tenemos un movimiento de aficionados al arte de alta calidad y proyectos que llevamos a la comunidad, incluso a las zonas más intrincadas del municipio».

Universidad abierta al mundo

El Instituto cuenta con un claustro en el cual más del 33 por ciento son profesores titulares y auxiliares, mientras el 52 por ciento ha alcanzado la categoría científica de máster o doctor. Y aunque muchos ya peinan canas, juventud y experiencia se entremezclan.

Se imparten 15 carreras, las ingenierías en Geología, Minas, Metalurgia, Eléctrica, Mecánica, Industrial e Informática. Además, las licenciaturas en Contabilidad y Finanzas, Estudios Socioculturales, Ciencias de la Información, Derecho, Comunicación Social, Psicología, Sociología y Economía.

La universidad cuenta con tres centros de estudio: de Medio Ambiente (CEMA); Pedagógicos (CEP) y de Energía y Tecnología de Avanzada en Moa (CEETAM). También realiza una amplia labor extensionista muy importante, porque allí es imprescindible que la universidad sea centro cultural que irradie a la comunidad, debido a lo apartado del lugar.

La institución desarrolla 44 proyectos educativos de la FEU y 22 comunitarios y sociales. De manera especial se destaca la compañía de teatro infantil Rayitos de Lucero, o La Colmenita de Moa, así como el programa de promoción de la lectura en la comunidad La Playa. Igualmente, cuenta con las cátedras Nelson Mandela, José Martí, Che Guevara, Albert Einstein, II Frente Oriental, Estudios de Género, Del Adulto Mayor y Socialismo del siglo XXI, de última creación y dedicada al estudio de la vida y obra del Comandante Hugo Chávez Frías.

De manera especial se destaca el proyecto comunitario La Universidad en mi barrio, con jornadas dedicadas a la cultura y al deporte.

El Doctor en Ciencias Luis Rojas Purón, jefe del Departamento de Ingeniería Eléctrica, asegura que los trabajos de optimización que se realizan en la industria del níquel están muy ligados a la gestión de la Universidad.

«Como Departamento lo más interesante es el estudio de las máquinas que procesan el níquel, para identificar qué normas deben seguirse para no consumir tanta energía y disminuir los costos de producción, porque estas plantas están entre las 11 empresas mas consumidoras del país.

«En este trabajo participa un equipo multidisciplinario con trabajadores eléctricos, mecánicos, metalúrgicos, informáticos y algunos geólogos. La planta no se puede parar, así que todo el estudio se realiza sin detener el proceso productivo, lo cual lo hace más complejo».

Otra investigación importante, acotó el profesor, es la relacionada con la digitalización de circuitos que tienen que ver con los desastres naturales, sobre todo con los grupos electrógenos. Este trabajo, dijo, alcanzó dos premios nacionales, uno científico estudiantil y otro de la Academia de Ciencias de Cuba.

El Doctor en Ciencias Santiago Bernal Hernández, profesor de la Facultad de Geología y Minería, aseguró que en nuestro país se han creado las bases para que la minería sea menos agresiva y conservar el medio ambiente. En esta zona hay una gran concentración minera y se trabaja directamente sobre el suelo; por lo tanto la ciencia cubana ha tenido que ocuparse, en avanzada, para mitigar esos impactos con la rehabilitación de los terrenos explotados.

El doctor Bernal Hernández destacó que la Ingeniería en Minas que se imparte tiene un perfil bastante novedoso en el mundo, y es la especialidad en protección del medio ambiente. «Ese es uno de los motivos de que nuestra universidad tenga una gran demanda en el llamado Tercer Mundo», argumentó.

«Cuba es el único país subdesarrollado que maneja sus industrias, incluso la venta de su producción, y en su vocación internacionalista ha formado a muchos especialistas que ocupan hoy posiciones en compañías importantes que no olvidan nuestra ayuda».

La ciencia y la vida

El Centro de Estudios de Medio Ambiente (CEMA) se fundó en 1998, por las necesidades de esta localidad. Las condiciones estaban creadas, pues junto a la industria minero-metalúrgica existía la universidad, explicó la investigadora Alina Chaviano Beitra.

La joven, licenciada en Biología, significó que ese centro es el único de su tipo en la provincia de Holguín, y tiene entre sus propósitos estudiar la contaminación y calidad del agua y el aire, el tratamiento de residuales y desechos industriales, los riesgos de desastres naturales, la educación ambiental y el manejo integrado de zonas costeras, entre otras.

«El desarrollo de nuestro centro dentro de la universidad es interdisciplinario; contamos con un grupo coordinador, pero participan todos los profesores».

Destacó que los estudiantes también participan en las investigaciones con sus trabajos de diploma y en sus prácticas laborales desde el segundo año de la carrera. «Ellos son una fuente importante para las investigaciones, porque además de practicar y aprender nos ayudan en nuestros trabajos».

Yanet Borges Terrero es doctora en Veterinaria, y como parte de las investigaciones del centro realiza un estudio sobre la influencia de la contaminación ambiental en la producción de leche y carne de la UBPC Antonio Maceo, de este territorio.

«La investigación surge como una iniciativa de la empresa municipal agropecuaria, debido a la baja obtención de leche. Se valoraron las condiciones ambientales y la geología del terreno. Ya tenemos un plan de acción. En estos momentos se está realizando la investigación de laboratorio del contenido mineral del suelo y de los pastos».

La especialista explicó que se trata de la leche que reciben los niños hasta siete años y las personas con dietas médicas del poblado El Centeno, y la baja productividad hace que tenga que trasladarse el producto desde otras vaquerías. «Estamos buscando alternativas para mejorar los suelos y quizá mover la vaquería de lugar, pues los gases que llegan de la planta Pedro Soto Alba influyen también en el estrés de los animales y su rendimiento».

La universidad cuenta con el Centro de Estudios de Energía y Tecnologías de Avanzada de Moa (Ceetam). Su director, el Doctor Yoalvis Retirado Mediaceja, explicó que su creación tiene como objetivo potenciar la investigación científica en el área energética.

«Tenemos tres líneas de investigación: la eficiencia energética, las fuentes renovables y la automatización e información del proceso, y contamos con proyectos de investigación asociados a cada uno».

Entre los trabajos, el Doctor Yoalvis destacó una investigación aplicada en la Planta de Níquel Che Guevara, para el proceso de enfriamiento de minerales. «El estudio plantea la posibilidad de implementación práctica del secado natural de las minas lateríticas, con lo cual el proceso sería más eficiente, económico y con menor impacto ambiental».

Yoalvis tiene solo 32 años, y destacó que de los 36 investigadores que conforman el centro diez no superan los 35 años. «El revelo aquí está seguro», aseguró.

Instituto e industria, dos en uno

«La universidad desarrolla proyectos de alto impacto en la industria del níquel, lo cual representa un aporte económico significativo en la sustitución de importaciones, con el perfeccionamiento de tecnologías y la consecuente elevación de los niveles de producción», expresó el Doctor en Ciencias Técnicas Alberto Turro Breff, rector del Instituto Superior moense.

«Hay logros que caracterizan a nuestro Instituto —argumentó—. Por ejemplo, la acreditación de seis de sus 15 carreras, de estas, cuatro certificadas y dos de excelencia. También en el posgrado logramos dos maestrías acreditadas (una de excelencia y una certificada), así como cuatro programas de doctorado (tres certificados y uno de excelencia).

«Que más del 60 por ciento de nuestros recursos humanos sean másteres o doctores habla también de la calidad de la docencia que impartimos».

—¿Cuáles son los desafíos fundamentales del centro?

—Lograr una formación más integral de nuestros estudiantes, con elevado nivel de compromiso con la Revolución y con una alta competencia profesional.

«Esto se afianza en un sólido programa de superación de los profesores, para que estén en condiciones de realizar la labor formativa a la que aspiramos.

«Estamos trabajando en el mejoramiento de la infraestructura de la universidad. La reciente instalación de 16 laboratorios nos permite mejorar las habilidades de los educandos. También la puesta en práctica de los planes de estudio ofrece la posibilidad de fortalecer la práctica laboral y adecuar los programas a las necesidades del territorio. En estos momentos el 60 por ciento de los alumnos están integrados a las investigaciones».

—¿De qué están insatisfechos?

—Tenemos que mejorar la infraestructura tecnológica y de las edificaciones. El Ministerio de Educación Superior nos ha dado recursos para rehabilitar el 60 por ciento de los medios de computación, y también se está haciendo una inversión en la cocina-comedor de la universidad, pero falta mucho por hacer.

«Tenemos que seguir avanzando para mejorar las áreas verdes, los espacios para actividades recreativas, la beca... A pesar de las limitaciones estamos trabajando, y contamos con los recursos humanos, que es lo fundamental».

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