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Trayecto a la honra

A partir del 24 de julio de 1953 Fidel, el líder del movimiento que protagonizó los hechos del 26 de Julio, se movía en los preparativos para su llegada hasta Santiago de Cuba

Autor:

Luis Hernández Serrano

El itinerario de Fidel, jefe del movimiento que protagonizó los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de julio de 1953 fue, la víspera de los acontecimientos, a grandes rasgos, el siguiente:

El viernes 24 de julio se movió entre los apartamentos de 25 y 0 y el de Jovellar No. 107, en La Habana, donde vivían Abel Santamaría y Melba Hernández, respectivamente. Hizo salidas especiales con Teodulio Mitchell, el chofer del auto en que viajaba, y uno de los compañeros, primero en un Dodge negro y después en un Buick azul.

Con Oscar Alcalde, uno de los dos combatientes en cuya compañía sería apresado posteriormente Fidel en la Gran Piedra, fue a Calabazar. Recogió allí a Pedro Trigo y a Ernesto González, otros integrantes del movimiento, y partió hacia Boyeros. El jefe de la célula local no estaba. Continuó hacia Santiago de Las Vegas y ocurrió lo mismo.

Volvió a 25 y 0 y a Jovellar No. 107, donde impartió las instrucciones a distintos compañeros. En 23 y 18 se reunió con Pepe Suárez y los hombres de Artemisa y Guanajay. Al anochecer pasó por la casa de Mario Dalmau, también combatiente, en el Cerro.

Llegó la noche y de nuevo estaba en la carretera de Rancho Boyeros. Recogieron a Manuel Lorenzo, telegrafista de la aeronáutica civil, que después no participó en las acciones. De Boyeros partió hacia Marianao y de allí a un café de la calle 51, donde se entrevistó con Pedro Celestino Aguilera González, «Aguilerita», militante ortodoxo que dirigía una célula revolucionaria en Palma Soriano.

De Marianao su trayecto fue rumbo al Vedado, la Calzada de Güines y posteriormente a la Carretera Central.

En Matanzas el carro de Fidel coincide con el de Pedro Marrero, que también avanzaba hacia Oriente para los asaltos. De Matanzas fueron a Colón, a la vivienda de Mario Muñoz, a quien le dijo que lo esperara en el entronque de El Cobre, en Santiago de Cuba. Luego partió hacia Santa Clara.

A partir de ahí pasó por Placetas, Cabaiguán, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Florida, Camagüey (donde almorzaron). Posteriormente cogieron la carretera a Sibanicú, Cascorro, Guáimaro, Las Tunas, Holguín, Cacocum y Cauto Cristo.

Próximo a Bayamo, alcanzaron al Oldsmobile verde donde viajaban Ernesto Tizol y otros combatientes. Al pasarlo, Fidel le hizo una seña para que lo siguiera. Entraron en Bayamo, pero después Tizol continuó viaje. Fidel mandó a decirle a Abel que ya él se encontraba en Bayamo y que después seguiría para Santiago.

Tizol partió en su auto a cubrir el último tramo que le restaba para llegar a Santiago de Cuba, y Fidel llegó al lugar de concentración de los 25 hombres que combatirían en Bayamo, los cuales viajaron desde La Habana para participar en la acción.

De estos últimos, 23 llegaron repartidos en cuatro autos que condujeron Aguilerita, Raúl Martínez, su hermano Mario y Gerardo Pérez. Ramiro Sánchez Domínguez y Rolando Rodríguez lo hicieron por tren y transportaron las maletas con uniformes, parque y armas destinados a Bayamo, entregados el día 24 por Fidel en la casa de Orlando Castro, en La Habana Vieja.

En el hospedaje Gran Casino se dejaron las maletas bajo llave, en una de las habitaciones. Fidel llegó a ese lugar y se reunió con el jefe de la operación: Raúl Martínez, y con Antonio, «Ñico», López; Aguilerita, Gerardo Pérez y Orlando Castro, quienes serían jefes de escuadra, y les recordó uno a uno los distintos pasos a dar para llevar a cabo el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes y las medidas posteriores a poner en práctica.

Alrededor de las diez de la noche partió Fidel de Bayamo, y a las 12 veía ya las luces de Santiago, cinco horas antes del inicio de las acciones simultáneas en los dos cuarteles orientales.

Fuente: El Grito del Moncada, Mario Mencía, p.p. 507 a 511, Tomo II, Editora Política, La Habana, 1986.

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