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Cuando nos cepilla la demanda

La ausencia del cepillo dental en La Habana, junto a otros artículos de aseo personal a lo largo del país, pasa por las limitaciones de la economía nacional, pero también demuestra la distancia existente entre la producción y el verdadero conocimiento y atención de la demanda en Cuba

Autores:

Luis Raúl Vázquez Muñoz
Yuniel Labacena Romero

Aquel día, cuando decidió buscar un cepillo dental para adulto, Ángela Gutiérrez tuvo una jornada demasiado larga. Vecina del barrio de Alamar, inició su recorrido por los mercados de artículos industriales (MAI). Lo que parecía una mera gestión doméstica derivó en una búsqueda que la llevó a atravesar el túnel de la Bahía y sumergirse entre las antiguas edificaciones de La Habana.

«Me parece increíble que no halle un lugar donde comprarlo. No todos tenemos divisa para comprar de otro tipo. Lo que sí hace falta es que esté siempre que lo necesitemos».

Junto con la ausencia de desodorantes y otros artículos de aseo personal y doméstico, enero trajo para muchos clientes otro faltante: el cepillo dental para adultos.

Una visita de JR por varias unidades de la red de comercio en moneda nacional de La Habana comprobó la escasez de ese artículo en diez mercados de los municipios de Centro Habana, Cerro, Diez de Octubre, Arroyo Naranjo y Plaza de la Revolución. Solo en uno de estos se vendía el producto en sus dos variantes: para adultos y para niños.

Un caso típico era el mercado Infanta, del Cerro. Allí la ausencia era persistente, según Mileidys López y Yulaidy Díaz, dependientas de ese establecimiento. Ellas confirmaron que desde noviembre el cepillo de adultos no llega a sus vitrinas y que en los últimos días su demanda ha crecido, solo que existe un problema: no hay, algo que consideran inédito.

Similar situación presentaba La Principal, de Diez de Octubre. Desde hace unos tres meses el cepillo, especialmente para personas mayores, registra ausencia continuada. Fernando Silva, administrador del MAI, explicó que el año pasado recibieron en dos ocasiones cerca de 300 unidades y se vendieron como «pan caliente»: esa cantidad se acabó en menos de siete días. «El de niños fue el último que tuvimos y también se agotó antes de finalizar 2013.»

¿Luz en el horizonte?

Al momento de iniciar esta investigación, los reporteros tuvieron la idea de que esa ausencia podía ser un problema focalizado, como parte de los entuertos de la economía cubana y muchas de sus entidades, que inician el año «calentando los motores», «en los balances finales» o a la «espera del presupuesto», frases comunes que se escuchan en los primeros días de enero.

Una empleada de La Principal habló de la existencia del cepillo en el MAI La Ideal, del mismo municipio. Una luz aparecía en el horizonte y hasta allá fuimos. Las dependientes, muy amables, declararon que desde el año pasado tienen el producto y, aunque es muy demandado por la población, este no se ha agotado, lo que les permitió empezar 2014 con su presencia en los mostradores. Por último aseguraron tener suministros para una buena parte del año.

A solo cinco kilómetros, la situación era distinta pese a estar en el mismo municipio. «El cepillo para adultos es el que más se vende —explicó Jorge Rodríguez, segundo administrador del MAI Ollantay—. Otros años la distribución ha sido mejor, algo que no ocurrió en 2013, que fue pésima. Del de adultos recibimos en mayo 1 440 unidades y en septiembre 576, que se vendieron todas en el mismo mes de entrada».

Rodríguez expresó que el plan de distribución se realiza de acuerdo con el tamaño, magnitud de venta del establecimiento y según la existencia en la Universal Habana, su proveedor. Luego se comercializa en el municipio y en las tiendas según sus demandas, pero advierte que en esa planificación se debe tener en cuenta que en el año las personas deben cambiar varias veces de cepillo, sin contar las ocasiones en que se rompe o sufre algún deterioro, y opina que «la demanda y el plan deben corresponderse con la cantidad de población».

Igual criterio se escuchó en otras tiendas, como El Avance, en Arroyo Naranjo, uno de los municipios más distantes dentro de la capital, donde al decir de Caridad Hong, su administradora, la última vez que recibieron cepillos fue en el mes de noviembre: 736 unidades para adultos y se acabaron a inicios de diciembre.

¿Suenan los cascabeles?

A partir de criterios de la población sobre los responsables de la inestabilidad en la oferta del cepillo, no fue difícil pensar en el primer «sospechoso»: la Empresa Cepil Juan Antonio Márquez, perteneciente al Grupo Empresarial de la Industria Ligera, adscrito al Ministerio de Industrias.

Enclavada al este de la ciudad de Ciego de Ávila, esa entidad es la encargada de fabricar el cepillo dental para adultos que se comercializa a 10 CUP en los MAI. Su capacidad de producción general es de 11 millones de unidades al año. Fabrica el cepillo para comercializar en moneda nacional junto al destinado a las tiendas recaudadoras de divisas (TRD) y a sectores priorizados, como Educación, Salud y el Inder.

No obstante, pese a las conjeturas iniciales, estas máquinas no sufrieron roturas, ni registraron desabastecimientos de materia prima, y su funcionamiento permaneció estable durante 2013. ¿Qué sucedió? ¿Por qué la ausencia del producto en la mayoría de los mercados artesanales e industriales?

Una consulta de los documentos y estadísticas de los planes y compromisos productivos arrojó que la Juan Antonio Márquez cumplió con sus compromisos de entrega de cepillos dentales para adultos pactados con el Mincin. Incluso sobrecumplieron.

En 2013 Comercio Interior le solicitó a la fábrica 1 400 000 cepillos dentales para todo el país. Posteriormente, el 25 de octubre, pidió un extraplan de 720 000, el cual también se cumplió. En total el año pasado la empresa le entregó a Encomil —la antigua Suchel Trans, entidad encargada de la distribución de sus artículos— 2 260 076 unidades, para un 106 por ciento de cumplimiento.

De ese volumen sobresale La Habana en la recepción de los cepillos dentales. El año pasado se pidieron alrededor de 370 000 unidades y la fábrica le entregó al final 523 000.

Los datos anteriores revelan que el Mincin pidió a la industria surtidos muy por debajo de sus capacidades. Para el mercado en moneda nacional la Juan Antonio Márquez puede fabricar seis millones de unidades para adultos y hasta 700 000 cepillos para niños, que se expenden a cuatro pesos.

¿Qué pasa entonces? Con diferencias, estas cifras —las entregadas por Encomil— se acercan a las manejadas por José Ramón Balmaceda, director de Comercio en la capital, quien explicó a JR que el año anterior ellos recibieron 358 000 unidades del cepillo de dientes para adultos y 12 400 para niños.

«Se vendieron 331 469 unidades de adultos y nos quedaron al cierre de diciembre 26 531, con las que arrancamos este año —expresa—. El plan de 2014, aunque no resuelve el problema que hoy presentamos, es mucho más amplio. De los 1,5 millones que demandamos a los proveedores nos aprobaron 1,2 y solo nos han entregado hasta la fecha 4 480 de adultos».

Para resolver esta situación que presenta la capital, el directivo dijo que están gestionando con su proveedor, Universal Habana, para que con sus homólogos del resto del país trasladen este producto a la capital, por la alta demanda que tiene y también por la cantidad de población que posee, superior a dos millones de habitantes.

«Eso es un paliativo, no la solución —enfatiza—. Todo eso es hasta tanto la industria pueda comenzar a abastecer al proveedor nuestro, que tampoco ha recibido en lo que va de año productos de la industria.

«La distribución la hacemos por los niveles de ventas que tiene cada tienda y

la demanda de la población. Si recibimos 358 000 cepillos para adultos en el año y la demanda está muy por encima del suministro, puedes ver lo que sucede. Cuando se distribuye a las unidades básicas municipales y estas a los MAI es por el porciento de aporte al plan de circulación mercantil. A la que más vende es a la que más se le entrega», afirma.

El Director de Comercio declara que de los cepillos para niños en estos momentos hay en la empresa 89 145, y que su ausencia en algunas tiendas pudo originarse al mover los inventarios, lo que sí depende de ellos, y para solucionar tal situación se hicieron movimientos de otras tiendas. Igualmente apunta que hay que trabajar también por la calidad de la oferta de cepillos en moneda nacional.

Por último Balmaceda señala que al tener un mercado de más dos millones de habitantes, ellos tienen que hacerle una demanda al Mincin de alrededor de ocho millones de cepillos, y se pregunta: ¿tiene la industria las posibilidades para satisfacer esa demanda?

Lo que falta en el mostrador

Planes, demanda, distribución y entrega. Cepillos que no hay y cepillos que se esperan. Muchos poquitos —como dicen nuestros abuelos— son los que se juntan en este entuerto, cuyo lado más visible es el mostrador de las tiendas. Interrogada por la ausencia de ese artículo, Elvia Rosabal Rodríguez, especialista principal de Compra del Grupo Comercializador de Productos No Alimentarios del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), manifiesta que en su organismo los aseguramientos son distribuidos a las provincias en el mismo mes que la industria los entrega.

Explica que la demanda se define en cada provincia y se tienen en cuenta la rotación del producto, la cantidad de población y los niveles de ventas de las unidades. Después, las cifras surgidas de esas valoraciones se entregan a la Unión Suchel y al proveedor Almacenes Universales S.A., que hace la distribución en los territorios.

Rosabal Rodríguez reconoce que la demanda estudiada hoy es superior a lo que se compra, ya que al liberar los productos en moneda nacional el mercado se ha diversificado, y añade que en el caso del cepillo, para el que se incluyen los habitantes, pero por edades, se va también al Ministerio de Salud para saber sus indicaciones, y luego la Minorista hace la demanda para que Almacenes Universales S.A. pueda hacer su entrega.

«Este año presentamos una demanda de 25 millones de cepillos de adultos y 2,1 de niños (0 a 3 años) y solo nos pueden garantizar el 24 y 22 por ciento, respectivamente. El resto no, según Almacenes Universales, por la capacidad productiva de la industria». Asevera que al cepillo de adultos no se le baja el precio, tal como sucedió con el de niños, porque «si no tengo la demanda cubierta, como ocurre este año, no se puede abaratar, ya que no tendría los resultados necesarios para las inversiones».

La funcionaria apuntó que la oferta no se puede aumentar por la capacidad de producción de la industria, la cual presenta problemas de financiamiento para la materia prima y también tecnológicos.

En Cuba no se conoce la demanda

El conflicto surgido con el cepillo, y que podría ser el de otros artículos, constituye la parte más visible del iceberg que guarda una serie de problemas de la economía cubana, y que repercute en los niveles de satisfacción de la ciudadanía. Uno de estos es el verdadero conocimiento de la demanda en Cuba, aunque esto, en nuestras condiciones está determinado por las tensiones internas y externas a que ha estado sometido el país desde el llamado período especial, y que ha conducido a una descapitalización del plantel industrial.

Pero, incluso cuando la economía no está orientada por la demanda, esta puede servir para que los organismos inversores prevean la manera de satisfacer las necesidades establecidas, y las inversiones que se puedan realizar en el momento oportuno.

Según el Doctor en Ciencias Económicas Oscar Fernández Estrada, profesor e investigador titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana, cuando hablamos de que se ha estudiado la demanda, comenta, lo que se ha hecho normalmente son análisis de comportamiento históricos. El supuesto estudio se hace en relación con cuánto se vendió el año anterior, cantidad de consumidores y algún que otro factor previsible que pudiera alterar las ventas. Si existe se incorpora; si no, se asume la demanda con relación al año anterior».

Para el también jefe del Departamento de Planificación de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana ese desconocimiento de las necesidades de los clientes pasa también por otras necesidades de la economía nacional que impiden, por ejemplo, que una entidad no pueda importar lo que necesita para aumentar la producción, pese a tener ingresos.

«Cuando una empresa tiene restringida su producción todos los que están en la cadena también se ven afectados —explica—. Esto nos llevó a intentar regular el comportamiento de la producción del mismo modo en que se controlan los flujos financieros. Así se creó el proceso de conciliación de la demanda. Significa que hay que conciliar con los proveedores y estos con la industria, la cual dice si tiene la capacidad para cubrir estos insumos. Si un elemento de esa cadena se interrumpe, entonces falla todo lo demás».

El profesor Fernández Estrada afirma que en el caso de Cuba existe un mercado para el cual los productores no pueden fabricar todo lo que está en sus potencialidades y eso genera escasez. En un mercado con esas características, dice, aparecen las diferencias y se comienzan a hacer, colas para comprar el producto por ser insuficiente, y es lo que se observa: un mercado regulado por los productores y no por los consumidores.

«En condiciones de mercado tradicional los productores compiten por vender; en el nuestro los consumidores compiten por comprar. Por tanto, el concepto de demanda se distorsiona, porque esta no es la que orienta la producción».

«Una cosa —advierte— es que no haya cepillos o que la población acceda a un cepillo deseado, y la otra es ver la variedad de tipos de ese producto que se ofertan y sus precios. Si esto último fuera así estaríamos hablando de demanda, ya que cubrimos todos los segmentos o gustos y posibilidades de los clientes para adquirir un artículo.

«No es uno solo, sino varios tipos de cepillos en correspondencia con las necesidades de los clientes. Pero cuando existe un solo productor que no compite con nadie, no recibe incentivos naturales para bajar los precios y mejorar en calidad, entonces no se está en un entorno competitivo y por tanto los consumidores se encuentran obligados a adquirir lo que se les pone delante».

Afirma el profesor que la «mayoría de las empresas no tienen áreas entrenadas para hacer estudios de mercado, que permitan conocer realmente el comportamiento de los consumidores. La carrera de Planificación cerró hace tiempo y solo quedaron una o dos asignaturas en el programa de la especialidad de Economía. Hace poco se creó el Departamento de Planificación. Por tanto no se puede esperar una respuesta científica sobre la demanda en el país».

Lo que en verdad ocurre es que los organismos se «amarran a criterios como que la población no aumenta, las estructuras de edades no cambian y así le ponen un poco más a la planificación de la demanda». No es de extrañar, entonces, que en ese ambiente —en el que también pesan las restricciones financieras— el cepillo nos dijera adiós durante un tiempo. Esperemos que no demore en aparecer. Ojalá que tampoco se vuelva a ausentar.

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