Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Eslabones sueltos

Bajos volúmenes productivos, dificultades en los contratos con Acopio y elevados precios de los insumos inciden en los altos costos de los productos agrícolas en Sancti Spíritus

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— El Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana ha reconocido a esta provincia por su labor en la producción de alimentos.

Sin embargo, la escasa variedad de hortalizas y viandas y las estadísticas de la Empresa Provincial de Acopio demuestran que no todos los productos agrícolas que se expenden en los diferentes mercados nacieron en este terruño y solo entre un ocho y diez por ciento de la producción es contratada por esta entidad, y el grueso de las ofertas llega vía directa de los campesinos e intermediarios, y con base en la ley de la oferta y demanda.

«Voy al mercado todos los días y lo que siempre encuentro es plátano. Los otros productos fluctúan. Con el Estado, los precios muchas veces no se corresponden con la calidad», dice Redelio Sánchez, un jubilado residente en el Consejo Popular de los Olivos I, de la ciudad del Yayabo.

Para Isabel Zarosa, vecina del centro de la añeja urbe, las mejores ofertas se encuentran los domingos en las ferias agropecuarias que se realizan desde hace varios años en el Recinto Ferial Delio Luna Echemendía. «Allí tú puedes escoger el producto porque hay variedad, tanto en calidad como en precio. Te lo vende, mayormente, el mismo campesino», afirma.

«No todos podemos pagar el boniato a dos pesos la libra o una calabaza a cinco pesos. Definitivamente, hay que organizarse y producir más», apostilla Agustín Zamora, del reparto Escribano.

Entre el 70 y el 90 por ciento de la producción de Sancti Spíritus está en manos de los campesinos, pero es evidente que existen torceduras en el ciclo producción-distribución-comercialización y consumo.

Campo adentro

Armelio Gómez, presidente de la cooperativa de crédito y servicios (CCS) Obdulio Morales, del municipio de Taguasco, dirige la entidad campesina de mayor potencial productivo en ese territorio. Todos sus afiliados han cumplido las contrataciones con el Estado.

«Hemos insistido en la responsabilidad que tenemos, pero los mayores problemas recaen en que la contratación es muy baja con relación a nuestro potencial productivo y los precios de los insumos para trabajar la tierra se han disparado», afirma.

El director contable financiero de la Empresa Provincial de Acopio, Alberto Cañizares, explica que su entidad realiza la demanda de los productos agrícolas a las unidades agropecuarias municipales, las que luego se  desglosan por las bases productivas; de esa forma se realiza la contratación.

Cuando esa demanda no se satisface con las ofertas de los campesinos espirituanos se firman contratos con Artemisa, Mayabaque, Matanzas y Ciego de Ávila.

El boniato, la malanga, el plátano vianda, el tomate y el pepino que se comercializan  en predios espirituanos, llegan fundamentalmente desde esas provincias, lo que supone mayores gastos y repercute en el precio de los productos.

«Los campesinos espirituanos han analizado en diferentes escenarios cuán necesaria e importante resulta la firma de acuerdos con Acopio. Mas, de forma general, consideran que prefieren no hacerlo y comercializar ellos mismos sus producciones.

«Si me dieran una mayor cantidad de recursos produciría más. La tierra requiere de dinero y esfuerzo. La cuenta no da si sumas cuánto cuestan los guantes y las guatacas, y un litro de pesticida a más de cien pesos. Eso, unido a la poca atención, influye en que los sembrados sean cada día menores», reflexiona Jorge Luis Concepción, un joven campesino cabaiguanense.

A pesar de ello, Armelio Gómez alega que es necesario potenciar las producciones de viandas y hortalizas a semejanza de las de sustitución de importaciones, para lograr aumentar los volúmenes de sembrados. «Tenemos que crear la cultura de sembrar de forma escalonada para lograr variedad y siempre tener algo que recoger», apunta.

Los miembros de la CCS Obdulio Morales ponen en práctica como iniciativa la presencia directa del mismo productor en la venta de las viandas y hortalizas, en busca de bajar sus precios. «Pero para ello deben hacerse las ferias más sistemáticas, algo que aún en nuestro poblado cabecera es una deficiencia», agrega.

Pegadito a la tarima

Celia Valdivia mira con cara de pocos amigos los productos en una unidad estatal, ubicada en el corazón de la ciudad. Tras su selección y pesaje, el rostro delata la inconformidad. «Que dos boniatos me cuesten tres pesos es una locura. No hay salario y mucho menos chequera que resista. Se pasan días ahí y no los rebajan; por eso tiene  uno que desangrarse y pagarlos».

Osmany Cuéllar, trabajador por cuenta propia, afirma: «Yo camino bastante y los precios del Estado están más o menos igual que los de los campesinos en la feria. La calidad no es la mejor; me parece que hay que revisar esas cuestiones».

Todos los mercados agropecuarios estatales (MAE) de Sancti Spíritus expenden sus productos de acuerdo con los precios aprobados por el Consejo de la Administración Provincial (CAP) en 2013. Mas no siempre satisfacen la demanda del pueblo espirituano.

Según explica la máxima responsable de la Dirección Provincial de Finanzas y Precios, Yudiana Alfonso, la Resolución No. 366 del Ministerio de Finanzas y Precios, aprobada el 11 de septiembre de 2013, establece fijar los costos por acuerdo de los vendedores; con excepción de precios topados para la venta de arroz, chícharo, papa, frijol, boniato, tomate, naranja y toronja. «El resto de los productos se rige por la oferta y la demanda».

«Nosotros no violamos el listado oficial del CAP de precios topados. Nos abastecen con sistematicidad y las de menos demanda siempre son las hortalizas», expresa Ángel Bernal, administrador de uno de los mercados espirituanos.

Cada uno de los puntos de venta estatales debe velar por la calidad de sus productos. Si permanecen varios días, hay que rebajar sus precios.

«Como estrategia, exigimos que se entregue a cada MAE la cantidad que se pueda vender, según la experiencia, para evitar que se dañen los productos. Sin embargo, en muchas ocasiones se viola lo establecido», explica Alberto Cañizares.

Con él coincide Julio César López, jubilado espirituano: «Para comprar tomate hay que estar a la viva, porque te mezclan el podrido con el bueno. Les cuesta trabajo rebajar. Debe ser porque es poco lo que llega», .

Desequilibrio en la balanza

«La malanga fresca para los niños chiquitos y los frijoles para el congrí. Aquí hay de todo, venga y sírvase usted mismo. No se pierda por ahí».

Ingeniosos, menos o más atractivos, los pregones de los más de 660 vendedores ambulantes o carretilleros, formalizados en Sancti Spíritus en esa modalidad del trabajo por cuenta propia según datos de la Dirección Provincial de Trabajo, rompen el silencio de cualquier paraje del territorio.

«Los precios de ellos son más elevados que los del Estado, pero a mí me sirve porque trabajo y no tengo tiempo para ir a los mercados. Además, la calidad es buena», afirma Yudaisy Redondo, maestra cabaiguanense.

Los carretilleros legalizados se convierten en los principales intermediarios de los productores o simplemente revenden las opciones que se expenden en los MAE.

Reinier Sorí abandonó la idea de ser soldador y se insertó en esta esfera. Aunque desconoce los secretos de la tierra, ha debido aprender cuándo la malanga o la yuca están listas para el consumo.

«Con esto uno no se hace rico. Hay que comprárselo al campesino y te cuesta según el producto. Súmale el transporte para traerlo a la ciudad, más el pago por estar legalizado. Por eso tenemos que cobrar un poco más caro», dice el joven.

Como resultado del elevado número de personas que se han insertado en esa modalidad del trabajo por cuenta propia y como medida para controlarlos y proteger al consumidor, a partir de enero de 2014 se les exige la tenencia de una pesa. Las unidades de medida por jarros o potes son una ilegalidad.

Precisamente hoy el territorio espirituano exhibe un elevado número de violaciones en distintos espacios donde se expenden productos del agro. Norma Martín Alonso, principal gestora de la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC), explica que aún no ha sido posible desterrar la estafa de la mente de muchos vendedores.

«Cuando se comete una violación de peso, se hace de precio. Hasta el cierre de mayo se han impuesto por ese concepto en la provincia 2 355 multas por un valor de 160 508 pesos», explica.

Martín Alonso acota que no todos los mercados estatales del territorio poseen pesa de comprobación. «Informamos la violación a la empresa a donde pertenezcan, pero cuando es un particular no existe una entidad que le exija por su tenencia, y se reitera el problema», agrega.

Todos los caminos conducen a Roma: es imprescindible elevar los volúmenes productivos. Pero, además, se precisa lograr un engranaje exacto que va desde el surco hasta la mesa.

Fotos Relacionadas:

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.