Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Santa Clara, ciudad con alma

Hoy sus hijos celebran orgullosos el aniversario 325 de la fundación de la urbe de Marta y el Che

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— Quien la camina a diario no ha perdido la magia de asombrarse ante sus virtudes y majestuosidad. Esa condición de seducir, más allá de cualquier otra virtud, la define como una ciudad con alma.

Aquí vinieron a asentarse el 15 de julio de 1689 un grupo de 18 familias de la cercana villa de Remedios. Escogieron un bello sitio alrededor de un frondoso tamarindo entre los ríos Sabana y Monte, rebautizados después como Cubanicay y Bélico.

Cerca de este último, en el hoy Parque del Carmen, lugar fundacional de la Gloriosa Santa Clara, el sacerdote Fray Salvador Guillén ofreció la primera misa. A partir de ese instante comenzó a tejerse la espléndida vida de la ciudad y sus personajes.

Aún hoy muy pocos conocen a José Surí y Águila, primer poeta cubano, por demás médico, nacido en este territorio el 26 de octubre de 1696.

El gran escritor José Lezama Lima, en su Antología de la poesía cubana, lo sitúa como el primer poeta cubano, y el ensayista e investigador literario Enrique Saínz, en su libro La Literatura cubana en el siglo XVIII, también le confiere igual mérito, mientras el historiador y periodista villaclareño Manuel García Garófalo lo consignó como el bardo más antiguo nacido en la Isla.

Inspiró a Plácido

Tuvo el río Bélico el privilegio de que le diera ese nombre Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) en el poema El Eco, que formó parte de su cuaderno poético de 1841 dedicado a amigos villaclareños: …y vosotras bellas ninfas/ de lenguas almibaradas/ las que de amarillas moyas y aguinaldas coronadas/ del Bélico.

Otro hecho que le confiere particularidad a la ciudad fue su toma en tres ocasiones por las fuerzas revolucionarias: en la contienda de los Diez Años por las tropas del general Manuel de Jesús Calvar; en la iniciada en 1895 por las huestes mambisas bajo las órdenes del coronel Leoncio Vidal; y en diciembre de 1958 por las tropas del Comandante Ernesto Che Guevara.

Los más emblemáticos

Santa Clara, con una faz ecléctica, de calles estrechas y adoquinadas, atesora inmuebles con un alto valor arquitectónico y urbanístico.

También posee infinidad de puentes grandes, medianos y pequeños, algunos con sus leyendas, que permiten un tránsito más rápido.

A pesar del tiempo, hay personajes y sitios más emblemáticos que se mantienen en la memoria. Del siglo XIX es Marta Abreu, la benefactora por excelencia de la urbe, que puso corazón y fortuna a disposición de los pobres y de la lucha por la independencia.

Del siglo XX, indiscutiblemente, es el Comandante Ernesto Che Guevara, quien engrandeció esta localidad con su liberación y después fue impulsor de su desarrollo industrial.

El arraigo de ambos patriotas resulta tan profundo acá que sus hijos decidieron unir sus nombres para bautizar a Santa Clara como «la ciudad de Marta y el Che».

De los lugares geográficos, el más perenne en los labios de sus habitantes es la Loma del Capiro, desde donde corre la brisa que refresca la ciudad, y en cuanto a las instituciones culturales, el honor lo comparten el teatro La Caridad y la Biblioteca Provincial José Martí.

Los santaclareños se sienten orgullosos de contar, en los pasillos del seminternado Vietnam Heroico, antigua Escuela Normal de Maestros, con una galería de murales realizados por Amelia Peláez, René Portocarrero, Jorge Arche, Eduardo Abela y Ernesto González Puig, por citar solo a los principales.

Lógicamente, entre los parques, el Vidal, en el corazón de la urbe, deviene el más concurrido, además de resultar tránsito obligatorio hacia disímiles zonas. Y el hotel Santa Clara Libre, que muestra en su faz las huellas de los combates por la liberación en diciembre de 1958, resulta el más emblemático.

Esta mezcolanza de acontecimientos revelantes, de curiosidades y singularidades hilvana la historia de una Santa Clara que el tiempo ha hecho trascendental e imprescindible, a puro corazón de la gente.

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