Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La rebeldía en el alma

Emotiva fue la intervención del Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez en la celebración del aniversario 61 del asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en la ciudad que lo vio nacer, Artemisa

Autor:

Adianez Fernández Izquierdo

ARTEMISA.— No imaginaba el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, que 61 años después del 26 de Julio de 1953 estaría dirigiéndose a los habitantes de esta heroica ciudad que le vio nacer. En aquel entonces era solo un joven como tantos otros, involucrado en el Movimiento que pretendía transformar la triste realidad imperante en el país, una república muy distante a la soñada por Martí.

Quizá por eso fue tan emotiva su intervención este 26, desde el sitio donde reposan los restos de sus hermanos de lucha participantes en las acciones. Éramos un puñado —dijo—, pero llevábamos con nosotros el espíritu de los artemiseños, que era también el de Cuba entera.

Tampoco Ramón Pez Ferro, Gelasio Martínez o Florentino Fernández imaginaron que la sangre derramada aquella mañana de la Santa Ana, marcaría el sendero de la libertad. De seguro les complació verse rodeados de pueblo, de combatientes como ellos, de trabajadores, de jóvenes y niños, símbolos de la continuidad de la obra que iniciaron. Esta no es ni remotamente la misma Artemisa de los años 50. En la de hoy muchos de sus sueños están cumplidos y cada habitante lucha porque el territorio avance, como una manera de rendirles tributo.

Hasta El Mausoleo a los Mártires de Artemisa llegaron desde bien temprano. Estaba allí solo una representación de los más de 500 000 habitantes de esta joven provincia, pero desde cada hogar, e incluso más allá de las fronteras, cada artemiseño tuvo su 26 sentido.

Para el pequeño Víctor Antonio Fernández, estudiante de la Escuela Vocacional de Arte Eduardo Abela, la emoción fue doble, pues tuvo —según expresó— «el orgullo de cantarle a la historia valerosa de este pueblo» y regalarle su arte a Ramiro Valdés, al General de Ejército Raúl Castro Ruz, y al resto de los protagonistas de la gesta, participantes en el acto central.
Wendy Ferrer, por su parte, lo inscribe como un episodio de su vida que nunca olvidará, por las emociones que vivió. «Fue un honor inmenso ser escogida para transmitir, en nombre de los pioneros, un mensaje de agradecimiento a quienes pusieron en juego su vida para que esta generación tuviera un país distinto a aquel oprimido en el que les tocó crecer».

La juventud fue protagonista también de esta celebración. Yunior Muñiz confesó a Juventud Rebelde sentirse dichoso de ser un joven cubano y artemiseño. «Nuestro Moncada de hoy es luchar contra las indisciplinas sociales, ser bueno en cada escenario en el que nos desenvolvamos, y mantener vigentes las raíces históricas y las ideas de Martí y Fidel».

Desde la hermana República Bolivariana de Venezuela, Arnel Medina, quien cumple misión deportiva, también transmitió su satisfacción. Desde la hermana nación pudo observar por los medios la felicidad de los artemiseños y percibir cuánta gratitud les tienen a esos héroes y mártires que en 1953 asaltaron la noche para traer la aurora.

Y es que la felicidad desbordaba los corazones artemiseños; por eso Pedro Rodríguez y Paola Huertas, dos colombianos de visita en Cuba, no quisieron perder la oportunidad de compartir este momento de celebración y llegaron hasta el Mausoleo. «Es un pueblo muy bonito, con mucha historia y nos sentimos motivados a regresar en otras ocasiones para conocer más de Cuba y de su gente, que es tan hospitalaria».

A cada paso Artemisa es 26 y sus pobladores están de fiesta. Por las venas de cada uno corre la sangre de leones que le inyectaran a aquella generación heroica. Los muros del Moncada son hoy las escuelas, los centros de trabajo, las cooperativas... y hacia allí parten cada mañana en un asalto de amor y compromiso, para que esta tierra siga siendo como la soñaron sus hijos más sagrados.

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