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La salud en los tiempos de la moda

Ideales estéticos y prácticas del consumo cultural imperante no toman en cuenta los perjuicios

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Increíble, pero verlo de cerca confirmaba que tenía todo de cuanto se habla. «En el barrio le dicen “la Quincalla”, y él está muy orgulloso con el apodo», me habían comentado. Y casi puedo entender el símil. «Cuando lo tengas cerca, cuenta cada una de las cosas que lleva encima», y así lo hice.

Cuatro dientes de oro, un piercing en la lengua, uno en la nariz y dos en las cejas; seis tatuajes visibles por sus grandes dimensiones «y dos o tres más que tengo por ahí, que ahora con la ropa no puedes ver», expansiones en sus orejas y las marcas Nike y Adidas en su cabeza, cuidadosamente dibujadas como parte del diseño de su pelado.

Este joven reúne en su físico todo lo que la moda dispone y que, en muchos casos, hemos visto de manera aislada en distintas personas. «También me afeito todo el cuerpo y hago ejercicios, para mantenerme en forma, y alguna que otra vez me he inyectado algo para tener la musculatura más definida, pero ya no lo hago».

— ¿Te sientes a gusto con lo que exhibes en tu cuerpo? ¿No hay daños para tu salud?

— No, qué va. Uno se hace las cosas y se cuida de que no haya infecciones, aunque todo implica riesgos. Este es mi estilo y siempre le añado algo cada cierto tiempo, para no quedarme atrás.

Y la moda entonces se me dibuja en la mente como ese gran «monstruo» que atrapa y no suelta, que diversifica su actuar y que en todas las épocas es lógico que tenga en los más jóvenes sus principales «blancos», pero lo preocupante no es que exista y que nos acerquemos demasiado, sino que lleguemos al punto de ceder tanto, que dejemos a un lado los perjuicios que representan para la salud algunas de sus prácticas.

En la última... ¿y después?

Dientes de oro, piercings en lugares impensables del cuerpo, tatuajes de grandes dimensiones, músculos más prominentes, figura esbelta... Se adiciona cada vez algo nuevo, porque las tendencias de la moda son muy diversas, aunque en no pocos casos cíclicas, si de calzado o combinaciones textiles se trata.

Llevar dientes de oro no solo muestra una pieza antinatural y no armónica con la dentadura.

Es comprensible que nos mantengamos al tanto, y que incluso nos dejemos llevar por lo que en otras latitudes irrumpe como «lo último», aunque no se corresponda con nuestra idiosincrasia o clima. Pero no es aconsejable andar a la ligera y apropiarnos de todo cuanto se lance al mercado, sin tener en cuenta los peligros de estas prácticas, en torno a las cuales se puede promover la reflexión.

Para ello, los médicos y másteres en Ciencias Ibis González Moreno e Iván García Ávila realizaron una investigación en la que analizan los principales problemas de salud provocados por prácticas del consumo cultural imperantes en el mundo.

Los ideales estéticos de las personas están determinados por factores históricos, sociales y culturales, apunta García Ávila, y crean una visión compartida de la realidad a partir de un marco de referencia común y de un consumo generacional.

«Lo triste es que los cánones de belleza que instaura la industria cultural son aceptados a ciegas, particularmente por jóvenes y adolescentes a quienes les interesa sobre todo lucir bien, estar en «la última» y ser aceptados en un grupo social, sin que la preocupación por su salud asome, al menos por unos instantes. No se trata de estar en contra de las modas, sino de repensar perjuicios, aunque realmente es un gran desafío alcanzar el ideal de una comunidad saludable, propuesta por la Organización Mundial de la Salud, en escenarios de representaciones sociales de salud tan diversos y complejos en el mundo de hoy».

González Moreno asegura que llevar dientes de oro, por ejemplo, no solo muestra una pieza antinatural y no armónica con la dentadura, sino que también provoca una alta conductividad térmica, y el calor puede afectar los tejidos dentarios y la encía. Además, añade, se reporta el desgaste injustificado del tejido dentario, el sobrecontorneado de las coronas clínicas y también relaciones intermaxilares inadecuadas.

En el caso de los piercings, acota, no son pocos los profesionales de la salud que han asumido casos con complicaciones asociadas a estos. «Ese tipo de perforación es muy popular y tiene amplia aceptación, pero hay que estar al tanto de sus peligros. Los piercings en la boca, por ejemplo, pueden provocar fracturas dentarias múltiples, recesiones periodontales, entre otros».

 

La reacción liquenoide a la tinta roja del tatuaje, la dermatitis de contacto alérgica y la celulitis polimicrobiana secundaria son, según García Ávila, los daños más comunes que suele causar un tatuaje. En no pocos casos quien lo posee, después quiere que le sea retirado.

Son comunes los daños en la piel que se padecen a causa de un tatuaje.

Al respecto, la doctora Mónica Álvarez Mesa, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario General Calixto García y máster en Enfermedades Infecciosas, alerta sobre las infecciones virales, micóticas y bacterianas que pueden provocar estos dibujos en la piel y también los piercings.

«Las uñas de acrílico son duraderas y las mujeres que desean lucir uñas largas sin que estas se deterioren debido a los quehaceres del hogar encuentran en ellas sus mejores aliadas, pero hay que tener en cuenta que tenerlas durante mucho tiempo, sin que la uña natural «respire», es una condición propiciadora de hongos.

«En el proceso de colocación de la uña de acrílico, la agresión que se le hace a la uña natural al ser limada por el centro, incrementándosele la porosidad, es nefasta. Tampoco es aconsejable el corte tan frecuente de la cutícula, como se hace con frecuencia en los arreglos de manos y pies, pues con este tejido se le elimina la protección a la uña y se le expone a múltiples enfermedades».

Las uñas de acrílico permiten lucir siempre uñas largas, pero no se aconseja usarlas durante mucho tiempo.

La piel es la primera barrera de protección del organismo ante las infecciones externas e internas y cualquier acción que dañe esa impermeabilidad es una agresión que puede tener un costo muy elevado, reflexiona Álvarez Mesa.

«Las extensiones en el cabello están de moda ahora, de pelo natural o artificial, y estas son cosidas o pegadas con keratina o con clips al cráneo. Es una manera novedosa de llevar el pelo más largo si tenemos un pelado corto, o de introducir colores en nuestro cabello natural. La alerta que podemos hacer al respecto se relaciona con el lavado del pelo, acción que propicia condiciones de humedad debajo de estas prótesis, con el consiguiente riesgo micótico y bacteriano, y querer entonces usar la secadora de cerca puede provocar quemaduras».

Las extensiones en el cabello son una manera novedosa de llevar el pelo más largo o de introducir colores en nuestro cabello.

La también profesora consultante de la Facultad de Ciencias Médicas del hospital capitalino advierte que el rasurado del pubis es también una puerta de entrada a las infecciones, pues los vellos en el cuerpo cumplen una función protectora imprescindible. «Prácticas como estas se justifican con la estética, pero la salud debe anteponerse».

El afeitado del cuerpo, en particular en los varones, se suma a la lista de los comportamientos más frecuentes en la actualidad, sin que obedezcan necesariamente a principios metrosexuales o similares, agrega Álvarez Mesa. «Sudamos mucho en nuestro país, es cierto, pero persiguiendo también la estética y el andar más cómodos, podemos no hacer uso de las cuchillas con la debida higiene y no son pocos los casos de muchachos que han lastimado sus folículos y han debido enfrentar otras situaciones más graves».

Por si la moda no fuera ya bastante diversa, ha surgido recientemente el interés por exhibir músculos y hasta glúteos más prominentes mediante la inyección de aceites, añade González Moreno. «Por desconocimiento de la anatomía, al inyectar la sustancia se puede comprimir un nervio, una vena o una arteria y causar serias complicaciones de estas estructuras. Además, el músculo afectado que haya que extirpar no se regenera y las secuelas son inevitables».

No se trata de emprender una batalla campal contra la moda y sus prácticas, sino de que se conozca lo bueno y lo malo de esta, coinciden los doctores. «Los adolescentes y jóvenes deben dominar este tipo de información para poder elegir, más allá de la pertenencia a un grupo social o de estar a la moda. La naturaleza es sabia, y aunque es inevitable insertarnos en la dinámica del consumo cultural debido a los códigos y significaciones que le atribuimos a «lo último», despojarnos de lo que ella nos dotó, o agredirnos con agujas, limas, tijeras, cuchillas, pinchos y sustancias, siempre traerá males que, al parecer, también se están poniendo de moda en las consultas, y que no podemos perder de vista», agregó Álvarez Mesa.

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