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Doce hombres que hicieron historia

Este 31 de agosto se cumplen 55 años de la constitución de la primera milicia campesina en Cuba

Autor:

Mayra García Cardentey

VIÑALES, Pinar del Río. —Eran 12 con Leandro Rodríguez Malagón, quien lideraba aquel grupo de campesinos que seguían una orientación de Fidel para capturar al ex militar batistiano Lara y a sus secuaces, requeridos para hacer justicia por sus más de 20 crímenes. Eran 12, un número mágico para la nación cubana.

Antonio Núñez Jiménez, desde el inicio, se percató de la curiosidad histórica. Carlos Manuel de Céspedes después de su primer combate contó con una docena de hombres y expresó que con aquellos les bastaba para lograr la independencia de Cuba. Tras el combate de Alegría de Pío, Fidel se reunió con la misma cantidad de expedicionarios del Granma: «Ahora sí ganamos la guerra», sentenció entonces.

Eran 12 los Malagones, cuando en aquel agosto se convirtieron en los primeros campesinos milicianos en Cuba… y también hicieron historia.

Piedras, amuletos y picardías campesinas

Más de 15 días llevaban en búsqueda incesante del sanguinario ex cabo Lara y otros bandidos, antiguos militares del ejército de la tiranía. Nada podía detener la marcha. El compromiso con Fidel estaba hecho: había que capturarlos en tres meses. Para eso tuvieron un intenso entrenamiento en Managua. «Malagón, si ustedes triunfan, habrá milicias en Cuba», les convocó Fidel.

Leandro Rodríguez Malagón dirigía aquella dispuesta patrulla campesina, la mayoría de ellos con un fusil M-1 (arma seleccionada por su cadencia de tiro y liviandad para los movimientos en las montañas) y alrededor de cien balas. «Para hacerle frente a lo que fuera», recuerda Juan Quintín Paz Camacho, «Juanito», quien entonces tenía solo 21 años.

Cuando pasaron apenas 18 días, localizaron a los prófugos. «Antes nos topamos con dos cuevas donde Lara había estado. Él no permanecía mucho tiempo en el mismo lugar, pero le seguíamos los pasos de cerquita, hasta que lo encontramos», apunta Paz Camacho.

En el momento del hallazgo estaban cinco de los campesinos y un soldado del Ejército Rebelde que se les había incorporado. Surgió entonces la disyuntiva de esperar por los otros compañeros o proseguir a la captura. Eran pasadas las cinco de la tarde y pronto caería la noche en aquellas lomas. La posibilidad del escape de los bandidos inclinó la balanza por el inicio de las acciones.

Los múltiples relatos narran que la balacera duró alrededor de media hora. «El tiro estaba a bombón por dondequiera», recordaron varios de los protagonistas después. Hoy todavía Cruz Camacho Ríos, «el Niño», no sabe en cuál posición exacta se colocó detrás de una piedra que apenas tenía el tamaño de su propia cabeza, para salvaguardarse de más de 20 disparos. ¡Fue un milagro! Al mismo Juanito aún le cuesta creerlo: «Yo veía aquello echando humo por el montón de impactos, y pensaba que era la cabeza del Niño».

Pero no solo la piedra amuleto  estuvo a favor de los valientes luchadores. La picardía guajira también fue un recurso estratégico contra las poderosas armas de fuego de aquellos prófugos.

Entre ráfaga y ráfaga, tras su pequeño escudo, el Niño les gritó a los bandidos que se rindieran: «Capitán, aplique la ametralladora». Las voces continuaron: «Tiren las granadas», «Traigan el mortero». «Ellos seguro pensaron que teníamos a las mismas tropas allá afuera», cuenta Juanito  mientras ríe.

¡Y se lo creyeron! Lara salió a la puerta a pedir el alto al fuego escudándose cobardemente con una niña, tiró su arma y se rindió. Al reconocer los rostros, notó la hábil jugarreta: «Yo pensé que era el ejército… Si sé que son ustedes, no me rindo». Pero ya era tarde.

Casi al terminar el combate llegó el resto del grupo, que se encontraba peinando las lomas colindantes.

La constitución de lso malagones: repetir la historia

Al ser advertido por Antonio Núñez Jiménez sobre la presencia de bandas de alzados en la zona, la idea de Fidel fue articular un grupo de campesinos que conocieran bien el lugar, para capturarlos.

Leandro Rodríguez Malagón, amigo y guía de Núñez en sus incursiones por la región, fue el encargado de organizar la tropa. Escogió entre conocidos y colegas, todos expertos en las cuevas y los parajes del lugar, y algunos diestros en el empleo de armas, como Juanito, quien era famoso por su prodigiosa puntería, tan aguda que atravesaba limones y guayabas en el aire.

«Comprendimos la Revolución desde el primer día. Sabíamos que necesitaba de nosotros. Era lógico que se nos diera esa misión. Estábamos adaptados a aquellas lomas y podíamos establecer los posibles escondites; también conocíamos a Lara», explican Juanito y el Niño.

El valor de la tarea necesitaba de extrema discreción. Durante el mes de entrenamiento y hasta en los momentos de la lucha, para su familia ellos estaban «cuidando el bosque».

Tras la captura de Lara, los 12 campesinos fueron recibidos con honores militares en Ciudad Libertad. Fidel cumplió su promesa y a finales de octubre dejó constituidas las Milicias Nacionales Revolucionarias.

Y aunque generalmente se recuerda solo la captura de Lara como parte del accionar de los Malagones, luego del hecho ellos siguieron vinculados a la lucha contra bandidos.

Todavía hoy Juanito y el Niño rememoran, emocionados, aquellos episodios. No hay que preguntarles si repetirían la hazaña si se les diera nuevamente la oportunidad. «Volvería a empuñar las armas y me metería para el monte a coger bandidos», asevera enfático el Niño.

Juanito todavía vive por esos lares, y casi tres veces al día baja al Memorial dedicado a los Malagones a compartir sus historias con los visitantes. «En ese momento no teníamos idea exacta de la dimensión de lo que hacíamos, pero si sucediera de nuevo, no dudaría en repetir la historia». Incluso explica que, aunque sobrepasa los 70 años de edad, lo haría hoy si el deber exigiera de él.

«¿Cómo está la puntería, Juanito?», le pregunto.

Como para que no pongan en duda sus aún buenas condiciones físicas, responde en broma, pero tajante:

«Todavía atravieso limones».

Celebrarán aniversario 55 de la constitución de los Malagones

Un acto político-cultural con asistencia del pueblo, autoridades del territorio y representantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, rendirá homenaje este domingo en horas de la mañana a los Malagones, en el aniversario 55 de su constitución.

En la celebración, en el Memorial que acoge los restos de nueve de los campesinos integrantes de la mencionada patrulla miliciana, se prevé la presencia de los tres restantes, acompañados de sus familiares.

Al solemne momento asistirán las principales instancias políticas y gubernamentales de la provincia y del Ejército Occidental.

Memorial a los Malagones

A propósito de la fecha, el Memorial a los Malagones recibió mantenimiento y una revisión y actualización museográfica.

La idea inicial de establecer dicha obra arquitectónica surgió a petición de Leandro Rodríguez Malagón, quien deseaba que sus restos fueran enterrados en la misma zona de los hechos.

El complejo cuenta con una casa-museo donde se brinda explicación detallada del suceso y la historia de sus protagonistas. En el espacio restante se ubican 12 nichos, colocados en diferentes posiciones para representar una perspectiva de emboscada con fusiles saliendo de las montañas pinareñas.

Compone también la instalación una fuente-cascada que simboliza los ideales revolucionarios; la caída del agua al correr por los ladrillos rojos pretende hacer una referencia alegórica a la sangre derramada por los cubanos que ofrendaron sus vidas en la lucha contra bandidos.

Al fondo, de espaldas al enorme mogote, se encuentra una escultura de Malagón, de más de nueve metros de altura, realizada por tres jóvenes escultores pinareños bajo la inspiración de una foto de Raúl Corrales de octubre de 1959.

A la derecha de la figura se encuentra un mural a relieve que narra la evolución de las milicias.

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