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Gemelos de oro

Los confunden cada día del mundo, pero ser «idénticos» no ha constituido una desventaja en las vidas de estos jóvenes

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Algo hermosamente raro, vinculado con los genes, está sucediendo en esta ciudad, específicamente en la filial de Ciencias Médicas Efraín Benítez Popa.

En los últimos tiempos varias parejas de alumnos casi idénticos han protagonizado allí una «fiebre dorada», origen del asombro de unos cuantos.

El pasado curso, las gemelas Lianny y Lilian Domínguez Fernández se graduaron con Título de Oro en la carrera de licenciatura en Enfermería. La primera terminó con promedio académico de 5,13; la segunda con 5,15 y resultó la mejor estudiante de su promoción.

En julio de 2013 las bellas jimaguas Liliana y Viviana Piñeiro Ramón concluyeron sus cinco años en la especialidad de Estomatología, con calificaciones que rozaron las nubes: 5,30 y 5,23, respectivamente.

Otros mellizos, odontólogos hoy, Asel y Asiel Romero Aleaga, finalizaron la carrera en esa misma fecha con sendos promedios de 4,88 y 4,75.

Como si todo eso no fuera llamativo, actualmente en la institución bayamesa estudian ¡seis parejas de mellizos!: Adriana y Arianna Mora Áviles, de tercer año de Estomatología; y de la carrera de Medicina Raquel y Rachel Mendoza Reyna (primer año), Juan Manuel y Juan Alberto Infante Llovet (sexto), Anabel y Elizabeth Martínez Milanés, Rosana y Susana Mora López, y Roxana y Raquel Cuba Morales, todas de tercer año.

Ellos seguramente quieren seguir el camino dorado del trío de gemelos mencionados al principio de estas líneas, aunque no es tan fácil…

Iguales y diferentes

«Definitivamente es una ventaja tener un hermano mellizo», dice Liliana Piñeiro Ramón. Su afirmación nace porque ella y Viviana se ayudaron y complementaron durante toda la vida en los días difíciles de exámenes finales, o cuando pasaron alguna enfermedad. «Tener tantas cosas en común nos hermana más y nos da seguridad, protección mutua», sentencia.

Así mismo piensan Asel y Asiel, y Lianny y Lilian, pero los seis expresan que, a lo largo del tiempo, han sido reiteradas las confusiones de profesores, compañeros de aula, pacientes y hasta de sus parejas o miembros de la familia.

Aún hoy personas que los conocen trastocan sus identidades, aunque, como apunta Asel, «siempre hay pequeños rasgos que nos diferencian».

Coincidentemente, las tres parejas de hermanos recibieron, cuando eran niños o adolescentes, incitaciones de sus condiscípulos para que en las aulas se aprovecharan de sus similitudes e hicieran maldades propias de la edad. Sin embargo, no cayeron en la tentación.

«Muchas veces otros alumnos nos embullaban para que nos cambiáramos y confundiéramos a los profesores… Nunca aceptamos», confiesa Viviana.

Es que, como señala Lilian Domínguez, nada hay como conservar la identidad. «A nosotras nos vistieron de manera idéntica hasta los 12 años, pero entendimos que era mejor asumir los gustos de cada una. Desde entonces preferimos andar vestidas diferentes».

Otra coincidencia: Asel y Asiel, y Viviana y Liliana se vistieron igual hasta esa misma edad. En ese salto a la adolescencia quisieron, como Lilian y Lianny, diferenciarse.

El valor de la raíz

Liliana y Viviana trabajan en la clínica de especialidades estomatológicas Manuel Cedeño, de Bayamo; Lianny y Lilian, en una sala de terapia intensiva del hospital Carlos Manuel de Céspedes (de la capital  provincial), y Asiel y Asel, en el policlínico Comandante Pedro Soto Alba, en la localidad de Julia, a unos 15 kilómetros de esta ciudad.

Para los seis, la familia fue el horcón fundamental que sostuvo los sueños de concluir una carrera universitaria con calificaciones tan altas. Claro, hubo que estudiar un mundo sin apagar los deseos de aprender.

Lilian y Lianny, quienes siempre han sido aficionadas a cantar y participaron en incontables galas, festivales o eventos, detallan que Nemesia y Nelson (sus padres) les pusieron metas muy altas cuando eran estudiantes. Eso y la consagración en los estudios las llevaron al Título de Oro.

Algo parecido sucedió con Viviana y Liliana. «Nuestra madre, Mariela Ramón Jorge, quien es estomatóloga también, fue siempre nuestra guía, inspiración y ejemplo. Desde pequeñitas nos llevaba al salón y así nos enamoramos de esta profesión. Eso sí: nunca ha dejado de ser extremadamente exigente y meticulosa. Estuvo al tanto de cada prueba y de todos los exámenes de premio, que fueron varios en cinco años», explican, mientras se complementan las frases una a la otra.

«Nosotros somos de pleno monte, del caserío de Malvango, y no hubiéramos logrado nada sin el apoyo de Amalia, nuestra madre, y de Gerardo, que ha sido como un padre verdadero. Somos campesinos, sembramos caña, cultivamos la tierra, desyerbamos…», subraya Asiel, quien es el único de los seis que ya tiene descendencia: tres niños: uno de siete años, otro de tres y un tercero recién nacido.

¿Juntos un día?

Hay más detalles interesantes en este trío de mellizos. Nacieron en años consecutivos porque Asiel y Asel vieron la luz en 1989; Viviana y Liliana, en 1990; y Lianny y Lilian, en 1991.

Todos expresan haber sufrido una soledad insoportable cuando, por algún tiempo, faltó el otro hermano. Asiel y Asel, por ejemplo, tuvieron que separarse en el preuniversitario por la enfermedad del primero, y el segundo sintió que moría de nostalgia.

La existencia de mellizos en las familias de estos tres casos es muy poca y distante en el árbol genealógico de cada una.

Finalmente no debe soslayarse, para poner epílogo a esta breve historia de hermanos «copiados», que en la filial Efraín Benítez Popa, también laboran los mellizos profesores Juan José y José Antonio Milanés Pérez, de 35 años.

Además, en ese centro se graduaron el curso anterior como licenciados en Enfermería los jimaguas Yadier y Yanier Acosta González, residentes en el municipio de Cauto Cristo. Quiere decir que en ese período estuvieron ligados a esa escuela al menos diez parejas de mellizos.

Juntarlos a todos un buen día y escuchar sus anécdotas de confusiones, sueños y esperanzas sería algo estimulante al extremo, no solo para el que ahora escribe maravillado, sino también para esa institución, donde se han graduado miles de jóvenes talentosos desde hace más de 25 años.

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