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La vida en una voluta (I)

No solo ha aumentado la práctica de fumar entre los adolescentes cubanos, sino que se comienza cada vez más temprano. Mientras esa tendencia quedó demostrada por la III Encuesta de Factores de Riesgo de Enfermedades No Transmisibles, 36 personas mueren diariamente en el país por enfermedades asociadas al tabaquismo

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Empezó embullado por los amigos, a escondidas de sus padres y sin pensar en las consecuencias. Lo hizo para demostrar independencia y madurez. Tenía apenas 13 años cuando lo probó y se dejó llevar por su «poder de seducción».

En eso gastaba el dinero que sus padres le daban. Por las constantes advertencias de su progenitora, varias veces ha intentado dejarlo, pero no lo ha logrado. Luego de pasar dos o tres días en abstinencia vuelve por sus humos.

Cuando lo ha golpeado alguna tos, una bronquitis u otra enfermedad se hace el juramento de dejarlo, sin que definitivamente lo cumpla. Últimamente había aumentado su hábito. Hace unos días volvió a abandonarlo.

Pero lo que no sabe, o intenta ignorar Mario Luis, lo mismo que el inusitado número de adolescentes y jóvenes que como él se dejan tentar por los venenosos «placeres» del tabaquismo, es que esa práctica le va «robando» sus energías, motivaciones, y lo que es más triste, su tiempo sobre esta Tierra.

El consumo de cigarrillos parece ser asumido por «moda» entre los adolescentes y jóvenes de la edad de Mario Luis. Y no solo se evidencia en el diálogo de este diario con un grupo de ellos, quienes aseguran que llegan a esta práctica por razones de embullo, curiosidad, emoción, placer y hasta por seguir el ejemplo de padres y conocidos.

También lo demostraba la Encuesta Nacional de Tabaquismo en Jóvenes, entre 13 y 15 años de edad, realizada en 2010 y cuyos resultados fueron publicados en este diario el 30 de mayo de 2012, en la entrevista Cómo se «quema» juventud. Según ese estudio, el 16 por ciento de los jóvenes fuman dentro de sus casas, el 22,8 en eventos sociales, el 38 en espacios públicos, el 9,1 en la escuela, y el 13,7 por ciento en la casa de sus amigos.

Y los datos de la III Encuesta de Factores de Riesgo de Enfermedades No Transmisibles, la última investigación nacional más importante sobre el tema, y que abarcó a más de nueve millones de cubanos en 2011, dejaba no ya la boca, sino la cabeza echando humo.

El estudió arrojó que el 24 por ciento de la población de 15 años y más en el país fuma activamente; es decir, una de cada cuatro personas, y más del 50 por ciento está expuesta al humo del tabaco en su hogar, en el trabajo o en lugares públicos.

Pero en los últimos meses algunas evidencias indican que ha aumentado el nivel de consumo, según aseguraban a este diario varios especialistas en el reportaje Las misteriosas ausencias de tabaco y cigarro, publicado el pasado 7 de octubre, en el que se abordó las «huidas» recurrentes de ambos productos, a pesar de que los planes productivos en esa fecha se encontraban cumplidos y hasta sobrecumplidos.

En ese entonces los entrevistados alertaban que se está acaparando mucho cigarro y tabaco, y que existen también muchos adolescentes que están fumando, pues las políticas de restricción de fumar no tenían el efecto deseado, al igual que las campañas diseñadas para ello.

¿Por qué esta situación? ¿Cuál es el programa que se sigue en Cuba para hacer frente a ese fenómeno?

En busca de esas pistas anduvo JR, pues aunque en el país existen instrumentos legales que regulan o prohíben fumar en lugares públicos, no faltan violaciones como las de ver  a profesionales de la salud fumando en los pasillos de los centros asistenciales, a los de educación en las instituciones de enseñanza, a choferes y pasajeros en los transportes públicos, o a trabajadores de gastronomía y servicios en sus puestos de faena, por solo citar algunos ejemplos.

La cultura decide

El carácter de epidemia atribuido al tabaquismo se torna en nuestro contexto aun más grave, dado lo arraigado de la práctica de fumar en la población, por la condición de país productor. Indagaciones recientes reflejan que «el cubano se considera un pueblo de fumadores», y fumar se encuentra estrechamente vinculado a las tradiciones y el folclor.

Según la doctora Elba Lorenzo Vázquez, coordinadora nacional del Programa de Prevención y Control del Tabaquismo, el consumo de cigarros y de tabaco está matizado por nuestra cultura, y por ello siempre ha existido una permisividad social, y las personas fuman como si fuera algo normal.

La también especialista de primer grado de Medicina General Integral, explica que a la situación descrita es bueno añadir que el tabaco constituye actualmente para Cuba un importante renglón de exportación.

El doctor Orlando Landrove Rodríguez, jefe del Departamento Nacional de Prevención y Control de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud Pública (Minsap), apunta que la incidencia que tiene en el archipiélago el consumo de cigarros y tabacos está vinculada con un componente histórico-cultural-económico.

«En un país con la mayor cobertura de salud del mundo y con tan altos niveles educativos y de participación ciudadana, con políticas sociales de protección a la niñez y a la juventud, donde la mujer ha desempeñado un papel tan preponderante en la construcción y conducción de la sociedad, es paradójico lo que ocurre».

Insiste en que no hay suficiente coherencia en la implementación de la política a favor de disminuir el tabaquismo en la sociedad. Por otra parte el especialista considera que «el rol real que la producción de cigarrillos y tabacos representa para la economía lo puede justificar; los miles de empleados vinculados con esta y su comercialización, y la magnitud del rubro en la recogida del circulante que forma parte de la economía doméstica.

«Puede haber un mercado externo para exportar nuestro tabaco, y eso es sumamente legítimo dado que es un renglón muy importante, pero igual es adecuado garantizar mayor protección a la población, sobre todo a niños, adolescentes jóvenes y mujeres».

Landrove Rodríguez advierte que es necesario ilustrar aun mejor los beneficios de no fumar, los daños que provocan la exposición involuntaria, las enfermedades, sus dificultades e incapacidades y las muertes que acarrea, así como los impactos adversos en la economía de la salud.

«Otro elemento es que se asumen modelos y valores que están en correspondencia con esta actitud permisiva entronizada en la sociedad con respecto al tabaquismo».

Sobre el criterio de algunos que aseguran que se fuma en exceso debido al estrés, Landrove Rodríguez responde que la sociedad moderna está marcada por esa desestabilización emocional, pero «acudir al tabaquismo como droga para mitigarla es más un fenómeno cultural que sanitario. Este es un mito que hay que romper. En nuestra sociedad hay coberturas amplias de psicólogos con servicios y formas de manejar el estrés. Un adicto con y sin su droga se estresa mucho más».

Tendencia creciente

Muchos pensaron que iba a disminuir la adicción con la eliminación del cigarrillo de la canasta básica hace cuatro años. Sin embargo, la investigación Mercado y consumo de cigarrillos en Cuba y la decisión entre tabaco o salud, de la doctora Nery Suárez Lugo, investigadora y profesora titular de la Escuela Nacional de Salud Pública, publicada este año en la Revista cubana de Salud Pública, indica todo lo contrario.

Al analizar el comportamiento del consumo de cigarrillos en el país durante 2013, en relación con el año anterior, se demuestra que el consumo per cápita (por cada cubano de 15 años o más) creció en un 4,8 por ciento, lo que representa que cada persona comprendida en esas edades fumó un promedio de casi cuatro cigarrillos diarios.

Apunta además este análisis que el precio promedio se incrementó 1,7 por ciento en las ventas en pesos cubanos convertibles; sin embargo, ello no tuvo impacto en la disminución del consumo. Además, el mercado en CUP siguió siendo el más recurrente para la adquisición de cigarrillos, y la marca Criollos fue la más solicitada.

Según la autora de la indagación ese ascenso pudiera tomarse como el inicio de una nueva tendencia creciente. «No incrementar los precios en proporciones que regulen la demanda, unido al crecimiento de los ingresos en algunos segmentos de la población, constituyen factores económicos favorecedores del consumo de esos productos».

Con tales evidencias Suárez Lugo certifica que la segmentación del mercado ofrece los argumentos para la elaboración de una estrategia de reducción de la demanda.

Campañas «sin resultados»

Pese al sistemático trabajo educativo que se desarrolla para disminuir la práctica de fumar en la población, todavía la prevalencia de fumadores es numerosa, lo que desnuda las debilidades de las campañas desplegadas y los déficits de las políticas comunicativas de bien público.

Desde 1986 el Ministerio de Salud Pública elaboró el Programa para la prevención y el control del tabaquismo, el cual incluye cinco componentes: las investigaciones, las acciones de promoción de salud y prevención de la iniciación en el consumo, el fomento de ambientes libres de humo, la creación de servicios de ayuda para la cesación tabáquica y la formulación de un marco legislativo que favorezca las medidas de control.

No obstante, la doctora Elba Lorenzo Vázquez, explicó que desde la década de los 70, aún sin contar con ese programa específico, se desarrollaron acciones multidisciplinarias de gran intensidad, orientadas a disminuir el tabaquismo en la población.

También aludió a que a partir del Programa se han realizado acciones educativas para la concientización de la población. Destacó que cada año alrededor del 31 de mayo, Día Mundial sin fumar, se desarrolla en el país una campaña dirigida a la prevención y control del tabaquismo.

«Se realizan acciones educativas destinadas a segmentos de la población en diversos escenarios, con énfasis en los medios de comunicación masiva, todas bajo un lema y objetivos que identifican la jornada.

La especialista explicó que las acciones del Programa se interrelacionan y complementan en un objetivo común. Mas, señaló que para lograrlo «se precisa de la acción de los sectores sociales y la comunidad, ya sea en los hogares, centros de trabajo, escuelas, centros recreativos, entre otros, donde cada persona desempeña un rol esencial.

«De igual forma los medios masivos de comunicación pueden contribuir, al promover más mensajes que aborden la adopción de comportamientos en favor de la salud, los ambientes libres de humo, divulgar el acceso y beneficios de los servicios de cesación tabáquica que se brindan en las salas de rehabilitación de los policlínicos del país, así como la legislación existente. De igual manera deben evitar cualquier tipo de promoción del tabaco».

Lorenzo Vázquez explicó que las estrategias desarrolladas han elevado el nivel de conocimiento de la población con relación a las consecuencias del tabaquismo; no obstante no se ha logrado un impacto en el comportamiento. Ello igualmente refuerza la tesis de que estos cambios no tienen lugar en un corto período de tiempo.

«Estos se relacionan con acciones que contemplan la información, la educación, la comunicación, la existencia de entornos favorables potenciadores, la implementación de un fuerte marco legislativo, las limitaciones al acceso (relacionadas con el incremento del precio de los cigarros) y mayor visibilidad de las advertencias sanitarias en las cajetillas de cigarros, entre otras».

Algo reconocen los especialistas y es el hecho de que mientras se multiplican las campañas contra el tabaco en el mundo, en Cuba se han hecho más promociones gráficas para vender nuestros tabacos y cigarrillos en algunos espacios como los que expenden en divisas. En tal sentido Landrove Rodríguez considera que puede haber un balance y eliminar las formas de promoción que persisten.

También apunta que muchos sectores y espacios creativos nuestros no condenan suficientemente la práctica de fumar. Por ejemplo, el de las telenovelas del patio y extranjeras, cuando el galán o la actriz principal de la película fuma, hacen mucho daño a todo el mundo, en especial a los niños, los adolescentes y a los jóvenes.

Lorenzo Vázquez añade que la práctica de fumar constituye un serio problema de salud. «Estamos hablando de la principal causa de muerte prevenible en Cuba. Las acciones dirigidas a controlar el tabaquismo deben fortalecerse, sobre todo las relacionadas con el comportamiento de las personas, los entornos libres de humo y las posibilidades de acceso, incluida la publicidad.

«Elementos muy sensibles y a los cuales hay que prestar especial atención son, sobre todo, los medios masivos. En ocasiones en la televisión o en la radio se promueve un mensaje antitabaco, un mensaje educativo, y a continuación se transmite una noticia que divulga la producción, comercialización del tabaco, o se proyectan series en las cuales los protagonistas son fumadores.

«Así se pierde el papel modélico de algunas personas en la sociedad, como por ejemplo el médico, el educador y los líderes de opinión. Todo esto influye de alguna manera en que las personas perciban el acto de fumar como algo normal y no logren concientizar la magnitud del daño a la salud».

La especialista adelantó que, tomando en consideración el comportamiento de los indicadores del Programa y los resultados de las investigaciones, el Departamento de Comunicación de la Unidad de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades perfila una nueva estrategia de comunicación social. «En esa están implicados también los ministerios de Educación Superior y Cultura y otras instituciones. Tendrá alcance nacional, estará dirigida a diferentes segmentos poblacionales y potencia las acciones para la no iniciación en adolescentes y jóvenes.

«En el país cada día mueren 36 personas por causas atribuibles al tabaquismo, por lo que es un tema que precisa un abordaje integral e interdisciplinario. Múltiples son las acciones que debemos realizar, pero para el éxito se precisa de la responsabilidad de cada sector, cada dirección, administración de escuela o centro de trabajo, cada organización de masas y de cada cubano, para contribuir a la salud de la población, y en especial la de los niños, adolescentes, jóvenes y todo aquel no fumador que no puede ejercer control sobre el daño a su salud que ejercen los fumadores».

Todo lo anterior evidencia que durante este tiempo ha faltado evaluar el impacto que han tenido los mensajes. Tal vez, como indican especialistas, no se ha desarrollado con toda la coherencia necesaria un programa de enfrentamiento al tabaquismo, sino acciones comunicativas, no siempre bien estructuradas en toda la sociedad. Incluso, han sido campañas de poco tiempo, sobre todo dirigidas a destacar el Día Mundial sin fumar, y después van esfumándose.

Acciones incorrectas en cualquier ámbito dañan la labor que se haga por el sistema de Salud Pública. «No solo el Minsap y el Mined deben abordar este asunto; debe hacerlo toda la sociedad, y dentro de esta los científicos sociales, por la salud humana y por el daño económico que esta práctica provoca», aseveró Landrove Rodríguez.

En Cuba…

Mortalidad atribuible al tabaquismo activo

•13 301 personas mueren cada año por tabaquismo (36 personas cada día). De ellas 4 201 son mujeres y 9 100 hombres.

•El 15 por ciento de las muertes en el país son atribuidas a esta práctica.

Mortalidad atribuible por tabaquismo pasivo

•Ocurren 1 498 muertes al año por cáncer de pulmón y enfermedad isquémica atribuibles a la exposición al humo de tabaco ajeno (aproximadamente cuatro personas por día). De ellas 667 son hombres y 831 mujeres.

Resultados para prevenir

Según ha referido la doctora Patricia Varona, epidemióloga del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología, la III Encuesta es la investigación más importante a escala de país que ha permitido la vigilancia del comportamiento del tabaquismo en la población por diferentes variables sociodemográficas: sexo, grupos de edad, nivel educacional, estado civil, color de la piel, ocupación y otras.

Entre sus resultados se destacan:

•De los más de nueve millones de cubanos encuestados fumó alguna vez en su vida el 36,4 por ciento.

•Entre las mujeres el 16 por ciento fuma, es decir, alrededor de dos de cada 10, mientras entre los hombres tres de cada diez, el 31 por ciento.

•Fuman más las personas negras (31 por ciento) que las blancas y mulatas (22 por ciento y 24 por ciento, respectivamente).

•Por nivel educacional los universitarios son los menos consumidores de productos del tabaco, mientras por grupos de edades el mayor número está entre los 40 y 50 años, y por categoría de trabajador quienes laboran en empresas mixtas o por cuenta propia.

•La media de edad para el comienzo de esta adicción es de 17 años, sin diferencias por áreas geográficas, algo similar a la encuesta de 2001.

•Un 17 por ciento de adolescentes de 13 a 15 años fuma, lo cual expresa un incremento en ese segmento poblacional.

•El 40 por ciento de los encuestados desconocía regulaciones de fumar en instituciones de salud.

•Seis de cada diez fumadores desean dejar de fumar, principalmente mujeres.

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