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El inesperado visitante de Ángela

La aparición de un majá de más de un metro de largo en un hogar camagüeyano, cercano al río Hatibonico, de esta ciudad, originó un buen susto a una anciana de 87 años que lo protegió ante el acecho de otro animal

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey. — Hace pocos días, un hogar camagüeyano, ubicado en calle Matadero No 7, del centro histórico agramontino, perdió su calma cotidiana, luego de que la abuela Ángela Serrano Varona, de 87 años de edad, observara cómo un majá se arrastraba por debajo de sus piernas en dirección a su cocina. «El animal no se detuvo y, con la cabeza bien erguida, agilizó su paso», comentó la anciana Tati, como la llaman cariñosamente todos sus familiares.

Sentada como de costumbre en la puerta de su cocina, durante el atardecer, para coger aire fresco del patio, la abuelita, al ver aquello, comenzó a pedir auxilio a voz en cuello. Ante los gritos de la señora, familiares y vecinos la asistieron.

«Imagina cuando la vi aquel animal bien cerquita de mis piernas. Yo me estremecí, pero tampoco quise que la gata, que parecía un león, le hiciera daño.», explica Tati.

El majá dio media vuelta en círculo velozmente en dirección hacia el patio, comentaron de avistamientos de majáes desde hace algún tiempo en los alrededores de la calle Matadero, arteria que colinda con el río Hatibonico, que atraviesa esta ciudad.

En busca de respuesta a lo ocurrido en la casa de la abuelita Ángela y lo narrado por algunos vecinos, JR entrevistó al biólogo Jorge Martínez Fernández, quien, por más de una década, ha trabajado en el Centro de Investigación de Medio Ambiente de Camagüey.

El especialista aclaró que la foto que se pudo tomar del suceso revela a simple vista que no es un majá de Santa María, como muchos vecinos aseguraron. «Para obtener mayor información del animal se requiere de un estudio más detallado».

Aseguró, además, que esta culebra, jubo o majasito, como se le quiera llamar, es un reptil, que pertenece al grupo de los ofidios.

Consideró que el avistamiento de animales en la zona no es alarmante, pues esta culebra es inofensiva y, además, se alimenta por lo general de roedores muy perjudiciales para el hombre.

Subrayó que «el animalito pudo haber llegado de manera natural al lugar o escapándose de alguien que lo tuviese de mascota». Agregó que su presencia «puede deberse también a las condiciones de vida que ofrece el río: herbazales y bosques cercanos con humedad, uno de los hábitat preferidos de este tipo de animal».

Explicó que los procesos de ruralización que vienen ocurriendo en las inmediaciones de la ciudad de Camagüey y dentro de ella, la creación de agropónicos, el desarrollo de la agricultura de patios y de la agricultura urbana y suburbana, han propiciado la aparición de animales que antes solo no se veían por los contornos citadinos.

El especialista agradeció la actitud de la anciana por no permitir que la gata o los vecinos perjudicaran al reptil, «porque es un animal que hay que proteger, por su importancia en nuestra biodiversidad», acentuó.

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