Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El comandante Feliciano

Desconocidos pasajes de vida y revolución de Tomás Roberto García Vargas, joven guerrillero cubano-salvadoreño caído en combate en San Salvador en 1981

Autor:

Luis Hernández Serrano

Una comandante dedica su libro Nunca estuve sola a un gran amigo cubano de La Habana, y le dice: «En la lucha de todo un pueblo tu hijo con su sangre abonó el camino. Gracias por la solidaridad. Hasta siempre».

La autora lo firma con su seudónimo de guerra, Nidia Díaz, comandante guerrillera del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), de El Salvador. Su verdadero nombre es Marta Valladares. Vive.

Ese libro lo recibió, emocionado, el coronel ® del Ministerio del Interior de Cuba, Roberto García Benítez, padre del guerrillero Tomás Roberto García Vargas, caído en combate a los 22 años de edad, como comandante de las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL), una de las cinco organizaciones del FMLN.

El coronel García Benítez, en su casa de el Vedado, en La Habana, dijo al diario: «Sí, era mi hijo. Yo tenía 17 años, y pertenecía al Movimiento 26 de Julio. Ya fichado por la tiranía, tuve que exiliarme en El Salvador, donde llegué el 5 de julio de 1957, el primero de los cubanos antibatistianos en hacerlo», evoca.

García Benítez conoció en San Salvador a la joven Ada Rosario Vargas Méndez, se enamoraron y tuvieron al niño Tomás Roberto, quien con los años se convirtió en el comandante guerrillero Feliciano.

«Ella quedó embarazada y nuestro hijo nació el 23 de julio de 1958. La policía salvadoreña me hizo un “conteo de protección” y tuve que partir hacia Honduras», explicó el coronel retirado cubano.

«Como tenía que regresar a Cuba para continuar la lucha contra Batista, me casé con Ada Rosario. Y en Honduras seguí mi labor revolucionaria a favor de la insurrección cubana, en unión de otros compañeros, y regresé a la Isla, desde Honduras, el 5 de enero de 1959.

«Mi esposa —contó Roberto— viajó después a Cuba con nuestro hijo y fue bautizado en la Iglesia San José, de mi municipio natal, en Colón, Matanzas, el 25 de marzo de ese mismo año».

El taita José Feliciano ama

Por el cónsul de la Embajada de El Salvador en La Habana, Alfredo Elías Orellana, supimos que su país se ha nutrido de las luchas que comenzaron en los gritos de Independencia de 1811, 1814 y 1821.

«Esos ejemplos inspiraron a los revolucionarios de mi patria y un día surgió el ejemplo del Taita José Feliciano Ama, nacido en 1881 y asesinado el 22 de enero de 1932, ahorcado en un árbol de Izalco, en el departamento de Sonsonate; un patriota y mártir popular de extraordinaria trascendencia, no tan conocido como debiera en América Latina y en el mundo», nos explica Elías.

El padre de Tomás Roberto comenta: «Mi hijo asumió como su nombre de guerra el de ese gran líder originario, en el centenario del natalicio de Feliciano Ama, aunque también, por ser yo su padre, le llamaron “el Comandante Cubano”.

«Tomás Roberto fue estudiante de la carrera universitaria de Ingeniería Agronómica, ajedrecista y esgrimista, ganador de campeonatos en esos deportes en Centroamérica. Ingresó a la Juventud Comunista y fue fundador del brazo armado del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) en 1980: las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FAL)», evoca Roberto García.

«Según mis hermanos salvadoreños (agrega) a inicios de la década de los 80 ya no se sabía dónde pasar la noche y si se amanecía o no. Los jóvenes clandestinos no podían dormir en las casas, sino en lugares baldíos, bajo arboledas o en montes, para evitar que los cuerpos represivos fueran a buscarlos, de noche o de madrugada, para asesinarlos».

Como Feliciano pertenecía a los comandos urbanos y había demostrado talento y su audacia, lo nombraron Comandante de las guerrillas en el Cerro de Guazapa. Y el 29 de abril de 1981 fue a despedirse de su madre y de su hermano a la vivienda, aledaña al Cine Jardín, en el barrio Mejicanos.

«Cientos de militares le hicieron un cerco, pues tenían vigiladas las casas donde podría llegar en algún momento mi hijo, según ha contado en su libro el Comandante Ramiro Vázquez, nombre de guerra de José Luis Merino Hernández», enfatiza Roberto García.

Y otro entrevistado, el también coronel ® del MININT, Roberto Márquez Orozco, apunta: «En esos años 1980 y 1981 aparecían unos 30 cadáveres de jóvenes por noche en El Salvador. Nadie los reclamaba e iban a parar a fosas comunes. Un traidor que conoció la decisión en secreto de nombrar a “Feliciano” como jefe guerrillero de Guazapa, lo delató y arreciaron la vigilancia contra él, las 24 horas del día, hasta verlo entrar al apartamento de su madre y de su hermano Raúl Antonio.

«Aunque no estuve en El Salvador —aclara Márquez Orozco— conocía el nombre del delator, pero lo olvidé. Era un traidor y ¡de los traidores nadie recuerda los nombres!».

Luego de enseñarnos cartas, fotos y documentos de su hijo y de la madre, el padre de “Feliciano” —con los ojos húmedos— nos cuenta que en aquel cerco enemigo, su hijo, su madre y su hermano, en la noche del 29 de abril de 1981, hace 34 años, se batieron a tiros contra los militares y fueron asesinados. «No se sabe dónde fueron sepultados y no hay tumbas adonde rendirles el merecido tributo», sentenció.

Palabras de Schafik Jorge Hándal

Luis Felipe Vázquez, exviceministro de Cultura y diplomático en la URSS, España, Bulgaria, Perú y Bolivia, cuenta lo que Schafik Jorge Hándal, entonces secretario general del Partido Comunista Salvadoreño, y el Comandante Simón del FMLN, dijo sobre Feliciano en la capital boliviana, poco después de la toma de posesión de Evo Morales.

«Tengo un sentimiento especial sobre aquel joven, y una gran deuda con su padre, Roberto García. Yo debo hablar con él para explicarle lo que nosotros pensamos de su hijo. Porque Feliciano es uno de los comandantes más jóvenes, intrépidos, inteligentes, decididos y talentosos que hemos tenido en la guerra, y valiente al extremo de combatir en unión de su madre y su hermano a tiros contra las fuerzas enemigas.

«Creo que influyó mucho en el carácter de Feliciano y en su condición de joven latinoamericano solidario —sostiene Schafik— la formación que tuvo con su padre y con la realidad cubana. Era salvadoreño y cubano, y se sentía tan cubano como salvadoreño. Esa fue la motivación más grande que él tenía para asumir tareas y exigirse mucho a sí mismo, tan joven. De ahí nace su audacia, su sentido del deber, su valor y su ejemplo para muchos otros compañeros del FMLN. ¡Te lo puedo asegurar!

«Tengo que buscar a Roberto García y expresarle mi gran reconocimiento por el ejemplo de su hijo. Porque este joven juega un papel para la guerrilla del FMLN que es trascendente. Dio un ejemplo que estimuló y estimulará la lucha de la juventud salvadoreña. Esta opinión es mía y de los demás compañeros. Dícelo a Roberto si tú lo ves antes que yo, porque su hijo puede y debe ser un símbolo de la lucha revolucionaria».

Pero al otro día, cuando el avión que lo trae de Bolivia aterriza en La Paz, fallece Schafik en el mismo aeropuerto. Luis Felipe, por supuesto, le contó todo al coronel Roberto García Benítez y ahora a JR.

Tomado del libro que el autor prepara sobre el Comandante «Feliciano»

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