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«Los cubanos: los amigos más fieles»

Como un diálogo entre dos pueblos pueden considerarse los discursos de Ulises Rosales del Toro y del Presidente de la Duma Estatal rusa en el acto por los aniversarios de la victoria sobre el fascismo, y del restablecimiento de relaciones diplomáticas

Autor:

Enrique Milanés León

Un encuentro de amigos: eso fue el acto que en la Sala Universal de las FAR reunió a personalidades de Cuba, Rusia y muchas otras naciones para homenajear los 70 años de la victoria sobre el fascismo y los 55 del restablecimiento de relaciones entre La Habana y Moscú, que se conmemoran el 9 y el 8 de mayo, respectivamente.

Encabezada por Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, la velada contó con la presencia del presidente de la Duma Estatal rusa, Serguei Naryshkin, quien concluyó este miércoles su visita a Cuba. También asistieron al acto Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, dirigentes del Partido, jefes de las FAR y el MININT y representantes de los cuerpos diplomático y diplomático militar acreditados en La Habana.

En las palabras de conclusiones, Ulises Rosales del Toro, vicepresidente del Consejo de Ministros, afirmó que la humanidad entera está en deuda con los hombres y mujeres de varias nacionalidades que la libraron del fascismo, y destacó en esa victoria el heroico papel del Ejército Rojo y de las mujeres, ancianos y niños rusos. «Por ello —afirmó— resultan incomprensibles y condenables los intentos de falsificar la Historia, restarle méritos al papel de la URSS y reivindicar la ideología fascista, xenófoba y anticomunista».

Rosales del Toro apuntó la admiración que la Cuba revolucionaria siempre ha sentido por el heroísmo y patriotismo demostrados por el pueblo soviético y, en particular, ruso en la Gran Guerra Patria. «El restablecimiento de las relaciones diplomáticas, en 1960, fue un hito importante en el desarrollo de la Revolución Cubana», subrayó.

Antes, el Presidente de la Duma Estatal rusa había comentado que todos sabemos que la segunda mitad del siglo pasado estuvo llena de la amistad sincera y franca entre los dos pueblos. «En mi país, la imagen de Cuba está vinculada estrechamente con el nombre del Comandante Fidel Castro y hoy día, cuando atravesamos tiempos muy difíciles, adquieren mayor actualidad sus palabras de que la vida sin ideas no vale nada», reconoció Naryshkin.

El Presidente de la Duma Estatal rusa señaló que su país y Cuba son partidarios de los arreglos pacíficos y el diálogo abierto para resolver las disputas internacionales. «Los valientes cubanos siguen siendo de los amigos más fieles de Rusia», comentó.

En una confesión muy emotiva, el alto dirigente parlamentario afirmó que muchas melodías rusas recogen el valor de los habitantes de «la Isla de la libertad» y en ese sentido reveló que el martes, durante las conversaciones de su delegación con los colegas parlamentarios de la Isla, los rusos interpretaron «Cuba, mi amor», una canción de su país.

«Estoy muy alegre de estar en tierra cubana en vísperas del 9 de mayo, aniversario de la gran victoria», afirmó el visitante, quien además prometió que los rusos «nunca vamos a olvidar el aporte de los voluntarios cubanos que combatieron junto a los soldados soviéticos».

Naryshkin declaró el respeto de sus compatriotas por las aspiraciones y elevados ideales de los cubanos y elogió enfáticamente que el Presidente Raúl Castro Ruz decidiera participar, en Rusia, en las actividades por el aniversario 70 de la victoria sobre el fascismo. «En los tiempos más difíciles, Moscú y La Habana siempre estuvieron como amigos fieles y socios estratégicos», recordó el visitante.

A continuación, los asistentes apreciaron una gala artística a la altura del talento desarrollado en el país. El Coro Nacional de Cuba, dirigido por la maestra Digna Guerra, los primeros bailarines del Ballet Nacional (BNC) Anette Delgado y Danny Hernández, el Cuarteto de clarinetes de La Habana y la Compañía Habana Clásicos, dejaron claro por qué Cuba quiere una paz sin fascismo, al regalar un programa que mereció el único «bombardeo» justificado: un aplauso atronador.

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