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La otra actualización: la educacional

Cada día hay más debate sobre lo que se debe enseñar y lo que se tiene  que aprender para llegar a toda la información necesaria. Entre tantas disquisiciones, el Director del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas sustenta que el sistema nacional de enseñanza debe adecuarse a la realidad actual, a sus alumnos y maestros. Y en eso se trabaja, afirma

Autor:

Margarita Barrios

Lo afirma de manera tan rotunda que la frase parece tener el filo de un relámpago: La escuela cubana tiene que cambiar.

Quien lo dice no es un improvisado ni un divergente cualquiera, entre tantos que se lanzan al ruedo cuando se habla de las transformaciones educacionales, preocupados por los déficit de estos años.

El Doctor Lizardo García Ramis es el director, desde 2008, del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP), la entidad que tiene como misión esencial asesorar al Ministerio de Educación (Mined) a través del resultado de trabajos de investigación.

El estudioso piensa en una escuela diferente a la que tenemos ahora. Con muchachos más activos. Un espacio en el que los padres incrementen su participación y los alumnos den todas sus opiniones.

«Sin embargo, la escuela tiene su paso y tiene que haber un respeto a los tiempos que ella necesita», afirma quien se vinculó desde muy joven, cuando estaba en el Preuniversitario, a la labor docente «porque en aquella etapa también faltaban profesores», comenta.

Se licenció en Física, quizá de ahí su vocación por la investigación. Entre sus primeras responsabilidades, en la década de los 70 del pasado siglo, estuvo atender la formación del personal docente.

Está directamente involucrado en todo el proceso de perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación que ya se aplica, tanto en lo relacionado con las adecuaciones, como con los cambios más profundos. De investigaciones realizadas en el ICCP parten la mayoría de los conceptos que se aplican hoy.

El investigador tiene múltiples opiniones cuando se le pregunta cómo sería para él la escuela ideal.

El Doctor Lizardo García Ramis. Fotos: Raul Pupo

«Es necesario que cada centro docente disponga de las condiciones materiales indispensables para que sea un lugar agradable y cómodo, no solo para los alumnos, sino también para los profesores. El ambiente influye directamente en el aprendizaje y en la educación que queremos darles a nuestros alumnos.

«Es muy interesante ver cómo los niños van solos a la escuela. Eso dice mucho de la tranquilidad que tiene la familia cubana de que nadie les va a hacer daño a sus hijos. Lo material es importante, pero también la seguridad de que los van a atender bien, que van a aprender».

Asegura el Doctor García Ramis que debe existir un vínculo mayor entre la escuela y la comunidad. Los muchachos deben conocer los problemas del lugar donde viven. Y los centros escolares trabajar en red, apoyándose mutuamente.

«No pienso en una escuela supercomputarizada, porque, en definitiva, detrás de la tecnología están las personas, y en los maestros se encuentra el mayor valor de un plantel. Pero imagino a docentes que utilicen mejor los medios que tienen a su disposición, que se preocupen por los temas de la profesión y por los problemas de sus muchachos».

El especialista asegura que esos son aspectos para todos los niveles de enseñanza. Sin embargo, en el caso de la escuela primaria los alumnos deben hacer más cosas y con más libertad. «En esas edades el niño posee una potencialidad inmensa y tenemos muy buenos maestros, que son los más abnegados. Pero tendemos mucho a medir a todos por igual, y cada alumno es una especificidad que necesita atención.

Se propicia mayor tiempo libre a los docentes para su superación, lo cual debe influir en un mejor aprendizaje de los estudiantes. Fotos. Calixto N. Llanes

«Ya en la secundaria y el preuniversitario —precisa— sería bueno un estudio más científico y profundo, porque los alumnos comprenden mejor lo que dicen y piensan. Con disciplina, pero a la vez de una forma más abierta, que discutan acerca de las cosas que los rodean».

—En el actual período académico se implementó lo que se llamó flexibilización o adecuaciones, lo cual permite a los claustros ser más independientes y creativos para conducir el proceso de enseñanza-aprendizaje…

—Los cambios que se hacen ahora tienen su raíz en estudios de los años 90 realizados por el ICCP y el Mined, para hacer transformaciones en la secundaria básica, investigaciones que se habían iniciado ya en los años 80.

«Se realizó una experiencia en 13 secundarias básicas de casi todos los territorios, para adecuarlas más al contexto.

«Partimos de que siempre hemos tenido un programa uniforme para todos los centros, y se trataba de definir, por ejemplo, la frecuencia de clases de Matemática acorde con los alumnos que estaban en el centro y construir un proyecto educativo propio. Eso se discutió y se aprobó en el ICCP en 1995, y fue lo que se denominó modelo genérico de escuela cubana.

«También tenemos otro antecedente, que fue un estudio científico que se llamó sistema autorregulado de la dirección, el cual estaba dirigido a la elección del gobierno escolar por parte de los estudiantes; mientras que en el municipio capitalino de La Habana Vieja experimentamos el autoperfeccionamiento del docente, con varios principios fundamentales, entre ellos la creatividad y el papel democrático de la escuela como eslabones fundamentales para el cambio.

«Hemos ido lo suficientemente lento y con fundamento científico, y así comenzamos las adecuaciones y trabajamos para la realización de los ajustes de currículo, que serán cambios más profundos».

El Doctor Lizardo asegura que estas adecuaciones permiten dar solución a una serie de problemas del sistema educacional, como es propiciar mayor tiempo libre a los docentes para su superación, lo cual debe influir en un mejor aprendizaje de los estudiantes.

«Hoy se hace más aguda la necesidad del vínculo entre la escuela y la familia, y aparece lo que yo llamo la mayor contradicción, porque hay una alta exigencia social al sistema educativo y no existen los recursos humanos y materiales para producir todas las transformaciones que se quisieran.

«En los años 80 y 90 los intereses de la familia eran otros. Hoy muchos padres son muy jóvenes, hay que educarlos también a ellos, y las dificultades de los adolescentes resultan más agudas. Todo ello también está permeado por los cambios económicos del país.

«Años atrás había cosas que se resolvían per se, pero un aumento del consumo crea otros valores o una percepción de la sociedad que no son siempre compatibles con las representaciones que hasta este momento teníamos. Crea contradicciones dentro de la familia y con las instituciones, como es la escuela tradicional cubana».

—¿Cómo adecuar entonces los currículos escolares a la nueva manera de pensar y actuar de las generaciones vinculadas al proceso educativo?

—Los planes de estudio en Cuba tienen una estructura que data de 1975, cuando ocurre en el país un gran perfeccionamiento escolar, derivado del Primer Congreso del Partido. Luego, en 1982, se hicieron cambios curriculares y de los libros de texto. A través de los años, y de manera puntual, se han hecho modificaciones a los programas, se han quitado y añadido contenidos, y no siempre se hizo sobre una base totalmente sólida.

«De manera especial, en 2003 se efectuaron adecuaciones a los programas de estudio de Secundaria Básica, pues se cambió la estructura de la escuela, al introducirse la figura del Profesor General Integral (PGI) y las clases por televisión.

El objetivo de los cambios en la educación es que el alumno termine la enseñanza general mejor preparado como ciudadano y como futuro profesional. Foto: Roberto Ruiz

«En el caso del preuniversitario, se han cambiado varias veces los planes de estudio y hoy tenemos un grado 12 reducido, pues una parte de él se dedica a la preparación para las pruebas de ingreso.

«Se han pasado contenidos de primaria para secundaria, y de esta para preuniversitario. Hoy hay programas con una sobrecarga de contenido, y los de sexto y séptimo son muy parecidos.

«Hay una tendencia entre los pedagogos de aligerar la primaria y cargar más la secundaria. Yo no comparto esa opinión, pues pienso que nuestros niños tienen muchas potencialidades. Esa es una discusión que tenemos ahora.

«Por ejemplo, nuestros alumnos de primer grado aprenden a leer en diciembre. Si se va a hacer un cambio será quizá adecuar los textos, porque es difícil que puedan lograr esa habilidad en un menor tiempo.

«Debemos poner cada grado acorde con las potencialidades del niño cubano y del maestro que tenemos, porque algunas cosas las hicimos sin pensar en los docentes, y esa es una consecuencia que estamos pagando.

«Nuestros niños de hoy son otros, y por tradición de la familia cubana cuando llegan a séptimo grado el tratamiento es diferente. Por ello hay que ofrecerles una escuela donde puedan desarrollar mejor sus habilidades. En el caso del noveno grado programarle actividades más razonadas, para que el tránsito hacia la enseñanza media superior no sea tan duro.

«Todos estos cambios van a suceder en un período relativamente corto y tienen que ser con eficiencia».

—Estos cambios en los currículos escolares llevan implícitos también nuevos libros de texto y una inversión económica. ¿Qué lugar ocuparían las nuevas tecnologías?

—Serían nuevos libros y también nueva didáctica, porque si no estamos arando en el mar, y los recursos informáticos tienen que tener un uso diferente. No es una tableta con un ejercicio, sino obligarte a buscar, a investigar; claro, según el nivel de enseñanza.

«Y no podemos renunciar a los recursos mínimos necesarios, por ejemplo para la educación preescolar, como libros de cuentos, juegos de modelación, rompecabezas, que no son tan costosos y se pueden hacer incluso en un Instituto Politécnico. Claro que lo puedes montar en un software de computadora, pero no se debe renunciar, al menos en las primeras edades, a esos medios de enseñanza.

«Lo que está en la tableta o la computadora es una representación de lo material, pero el trabajo con los objetos tiene que estar presente en una etapa de la vida.

«El Mined ha ido trabajando para dotar a la escuela de los laboratorios para las ciencias en las secundarias básicas y los preuniversitarios.

«Claro que la escuela que estamos diseñando va a necesitar más recursos, pero no es limitante para algunos cambios, que son esenciales. Nos representamos esto por etapas y quizá haya que hacer programas de tránsito para unir unos con otros.

«Los nuevos libros de texto, que impliquen una nueva didáctica, deben estar entre el 2016 y el 2018, algunos quizá antes, aunque no todas las asignaturas cambiarán radicalmente.

«Puede que haya que reorganizar la enseñanza de las ciencias; ya tenemos bastante pensada la Matemática, y tenemos una polémica grande sobre la Lengua Española».

—Con esta nueva escuela ¿qué se propone? ¿Qué está en el centro: el alumno o el profesor?

—El alumno siempre es el centro de la escuela, porque está diseñada para educar a las nuevas generaciones, pero en ese mismo espacio está el maestro, que es un agente de cambio importante en la sociedad.

—Uno de los aspectos más criticados por los estudiantes y sus familiares es la formación vocacional. ¿Habrá un trabajo diferente al respecto?

—Es cierto que tiene deficiencias, pero eso no se puede agotar solo con el trabajo de la escuela. No puedes tener tantos círculos de interés como especialidades haya. Creo que lo más importante es orientar una educación en y para el trabajo, vincular a los estudiantes con las profesiones pasa también por la manera de montar el currículo escolar; lo ideal sería que la escuela tuviera un contenido politécnico, pero eso requiere de muchos recursos, aunque hay mecanismos para lograrlo, fundamentalmente en el vínculo con la comunidad. Por eso hay que pensar con mucha serenidad qué poner y qué no poner en el currículo escolar.

«Por otra parte, la selección profesional se hace muy temprano. En noveno grado decides si vas al preuniversitario, que es para seguir luego en la universidad.

«Y está la influencia de la familia. A veces el muchacho quiere irse a hacer un trabajo y se le oponen, porque la decisión parte del prestigio social que tenga determinada especialidad o profesión».

—Las pruebas de ingreso para la Educación Superior generan un grupo de opiniones e inconformidades en la población, una parte de la cual apuesta por un repasador particular para que su hijo pueda acceder a la universidad. ¿Estos ajustes en el sistema nacional de enseñanza toman en cuenta ese particular?

—El objetivo de todos estos cambios es que el muchacho aprenda más y que termine la enseñanza general mejor preparado como ciudadano y como futuro profesional.

«Se trata de que el aprendizaje no es abstracto; los ambientes comunicativos agradables son importantes para lograr mejores resultados; aprobar el preuniversitario es un paso importante, y hay que pensar que no todos podrán ir a la universidad.

«Se habla mucho de los que salen mal en los exámenes de ingreso y no de los que salen bien y son excelentes estudiantes. Claro que no se puede obviar que entre los aprobados puede haber lagunas en el conocimiento, porque tenemos mucho de lo que llamamos «conocimiento formal». Por ejemplo, un alumno puede decir que Camilo Cienfuegos es el Héroe de Yagüajay, pero tal vez no sepa decir porqué.

«Podemos también afirmar que los jóvenes de hoy leen menos, pero de lo que miran, que puede gustarnos o no, son capaces de darte una conferencia. El sistema educativo cubano tiene dificultades; sin embargo nuestros alumnos poseen altos niveles de desarrollo del pensamiento. Por eso hay que cambiar los currículos, para que haya tiempo para la ejercitación más profunda.

«Y el preuniversitario hay que pensarlo muy bien, porque tenemos un bachiller en ciencias y letras, como fue siempre. Habría que discernir qué va a estudiar luego, si va a necesitar toda la ciencia que se le da, o si debería profundizar más en las humanidades.

«Conozco a personas brillantes, con tremendo pensamiento lógico y son muy malas en Matemática, y no podemos afirmar que la Lengua Española no desarrolla el pensamiento lógico. Yo soy físico, defiendo las ciencias, pero afirmar que se debe aprobar específicamente una prueba para ser luego un buen profesional es algo que se puede discutir».

—Existe el argumento de que la prueba de ingreso es la que mide exactamente los conocimientos del estudiante, porque basándose solo en las notas del preuniversitario no sería justo, pues todos los Institutos no tienen el mismo nivel.

—Yo diría que no tienen la misma eficacia, y eso pasa por el profesor, porque hay algunos que todos sus alumnos acceden. La prueba de ingreso es una práctica internacional para decantar, siempre que hay una mayor cantidad de aspirantes que plazas, y también es una forma de ordenar el acceso.

«Y nos estamos cuestionando muy seriamente cómo ordenar el preuniversitario. Son dos años y seis meses, porque el otro semestre se ocupa en la preparación para las pruebas de ingreso. Cuando el muchacho está con todo su potencial le reduces el tiempo de estudios en la escuela; eso lo tenemos que resolver.

«Cada día hay más contradicción entre lo que tengo que saber y lo que tengo que saber para poder llegar a lo que tengo que saber. Es decir que la escuela no solo tendrá que dar conocimientos, sino herramientas para llegar a las diferentes fuentes de información.

«Cada día hay más debate sobre lo que se debe enseñar y lo que tengo que aprender para llegar a toda la información que necesito, a partir de las nuevas tecnologías.

«Lo seguro es que nuestro sistema nacional de enseñanza debe actualizarse, adecuarse a la realidad actual, a sus alumnos y maestros, y en eso estamos trabajando».

«Hoy tenemos jóvenes maestros que son muy buenos profesionales, y con las adecuaciones disponen de mayor tiempo para su autopreparación, para seguirse superando».

—Sin embargo, no son los mejores expedientes los que van a las carreras pedagógicas…

—Eso es verdad; la profesión de maestro es muy abnegada, y aunque mejor retribuida que otras carreras, no hay comparación con la tensión a la que está sometida, eso pasa en todos los países del mundo.

«Hay quien no tiene buenos resultados académicos, pero le gusta la carrera, y a ese yo lo prefiero, porque para esta labor es fundamental la vocación. Por otra parte, la educación es una tarea de todos, y no se ve mucho que se asuma así. El maestro requiere del apoyo de la sociedad, la familia, las instituciones comunitarias, de un reconocimiento, y a veces está un poco solo, resolviendo problemas y con pocos recursos».

—También se han cambiado los sistemas de formación.

—Con absoluta sinceridad pienso que estamos pagando las consecuencias de una estrategia equivocada en la formación de los maestros. No fue el mejor resultado por la manera en que resolvimos el problema. El PGI tenía cosas positivas, pero fue pensado con un apoyo que no tuvo.

«Contar con un docente de perfil amplio es bueno, porque lo puedes ubicar en diferentes contextos, pero tiene que tener la preparación básica fundamental. Además, no es lo mismo preparar para ciencias, que para humanidades, porque no se puede enseñar lo que no se sabe bien.

«El regreso a la formación más especializada nos plantea una contradicción, porque no podemos volver a la secundaria en la que 15 profesores atienden a un alumno. El cambio que se ha hecho en la formación inicial racionalizó los perfiles y siento que era un paso necesario para elevar la calificación».

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