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Una muchacha que no cayó de Marte

Muchos coetáneos la miran con asombro por su manera de hablar y el don de dedicarse a «mil» tareas a la vez. Ella, sin embargo, se ve como una chica normal

Autor:

Osviel Castro Medel

MANZANILLO, Granma.— No ha conocido todavía, después de nueve grados, una nota final por debajo de cien puntos y pronostica que cuando llegue ese momento llorará desconsoladamente.

Ha sido concursante —incluso en escalones nacionales— de Química, Biología y Español; sin embargo, la Historia la tiene seducida desde el primer día en que rozó sus signos.

Escribe cuento y poesía; hasta ganó un premio literario en un concurso nacional vinculado a la recogida de materias primas, con el texto El señor que barre mi cuadra. Ha hecho programas radiales desde los siete años... fue delegada al V Congreso Pioneril, en abril de 2010.

Todo eso sorprende en la semblanza apretada de Suzanne Santiesteban Puerta, la muchacha que hoy dirige la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) en Manzanillo. Pero también impacta, cuando se le conoce, su lenguaje, demasiado exuberante para sus 15 años.

Parece tener siempre el verbo en vibración y la idea presta a saltar de sus neuronas. Y no porque quiera dárselas de ilustrada o de parlanchina sin fronteras; le fluyen fáciles las palabras por el bosque de lecturas que lleva en sus venas y por la influencia de sus antecesores, quienes de pequeña la enamoraron de Martí.

«Mis padres y especialmente mi abuelo me enseñaron a querer al Héroe Nacional, no como a alguien distante sino como un ser vivo, joven, fresco. Eso ha contribuido a mi formación», apunta ella, quien es una asidua participante en seminarios juveniles martianos.

Acaso también posea el vocabulario tan ancho porque desde quinto grado, como jefa de colectivo del seminternado Luis Ángel Rodríguez y luego de la secundaria básica Bartolomé Masó, aprendió a espolear a sus coetáneos con el verbo y la acción.

«Es verdad que hablo mucho. Algunos de mis compañeros me dicen La Muelera o que los dejo «bota’os», pero sé que es broma, siempre he dado el paso al frente, en todas las tareas», confiesa sonriendo.

Con esa filosofía ha intentado revolucionar la FEEM en su municipio, cargado de hechos gloriosos para Cuba. Y algo ha conseguido porque hoy esa organización allí ha creado varias brigadas —con nombres de mártires de la Revolución—, dedicadas a fomentar el estudio de la historia, la formación vocacional, las manifestaciones artísticas, etc.

«Creo que, como FEEM, necesitamos revolucionarnos y ayudar a que la escuela se convierta de verdad en centro de la comunidad», señala.

También opina que la organización debe exigir más para que materias como Historia no se impartan de manera «cansona» o aburrida. «Yo tengo una profesora brillante, Isabel Medel, para mí es excepcional. Sin embargo, a algunos sigue sin gustarle, no les atrae la asignatura».

Suzanne cree, por eso, que se debe ir pensando, desde la escuela, en colocar más contenidos en páginas web y en formatos digitales «seductores, con una configuración juvenil», porque «esta generación es digital, creció con eso y no va a cambiar».

Empapada del acontecer noticioso, expone que el mes próximo los jóvenes cubanos, militantes o no de la UJC, deben de estar al tanto del Congreso de esa organización, una cita que «llega justo a tiempo, cuando hacen falta propuestas para todos».

Cuando, en el epílogo, JR le preguntó por la dosificación de sus horas, volvió a sonreír: «Algunos dicen que entre reuniones, tareas, exigencias y estudio me voy a volver loca; es verdad que el rigor del preuniversitario se siente, pero hay tiempo para todo. No soy de otra galaxia, me encanta salir, bailar, escuchar música, leer... todo lo que haga más bonita la vida».

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