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La custodia de un símbolo (+Fotos)

Con celo y orgullo, los tuneros preservaron durante varios años la bandera que un bisnieto del Mayor General Vicente García donara a la ciudad, y que ahora ondea en uno de los salones de nuestra Embajada en Washington

Autor:

Juan Morales Agüero

LAS TUNAS.— Las primeras palabras del canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla este lunes en la reapertura oficial de nuestra  Embajada en Washington D.C., la capital norteamericana, revelaron la participación tunera en un suceso a todas luces trascendental. El Ministro de Relaciones Exteriores expresó:

«Amigas y amigos: La bandera que honramos a la entrada de esta sala es la misma que aquí fue arriada hace 54 años, conservada celosamente en la Florida por una familia de libertadores y luego por el museo de nuestra ciudad oriental de Las Tunas, como anticipación de que este día tendría que llegar».

Pocos cubanos conocían de este singular hecho, que hoy cobra relevancia en tanto se da a conocer en un contexto de inusitada significación. Uno de ellos es el máster Víctor Manuel Marrero Zaldívar, historiador de la ciudad de Las Tunas, quien ofrece a JR detalles en torno a la historia de esa enseña patria:

«La bandera la trajo a Las Tunas Héctor García Soto, bisnieto del Mayor General Vicente García González, el héroe tunero por excelencia. Como se sabe, este valeroso mambí, entre otros muchos méritos, llegó a ser Presidente de la República en Armas y hasta General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba.

Durante una de sus visitas a Cuba, Héctor García tuvo tiempo para hacerse una foto junto a Eusebio Leal y a un retrato de su ilustre bisabuelo mambí. Foto: José Rubio

«Héctor integró las Fuerzas Armadas Revolucionarias desde el triunfo de la Revolución, en 1959. Primero estuvo en La Cabaña, a las órdenes del Che, y luego en la Fuerza Aérea, cuyo mando encabezaba Juan Almeida. A inicios de 1960, el Gobierno lo destinó al servicio diplomático exterior. Y así viajó a Estados Unidos, en calidad de cónsul de la Embajada de Cuba.

«El 3 de enero de 1961, las autoridades norteamericanas, de manera unilateral, rompieron relaciones con nuestro país. En medio del ajetreo que tan peligrosa decisión entrañaba para el personal cubano destacado allí, Héctor procedió a arriar la bandera tricolor que ondeaba en un asta en el exterior de la misión y a ponerla a buen recaudo.

«En 1992 se publicó mi libro Vicente García: leyenda y realidad. Héctor, ya establecido en Miami, recibió un ejemplar que le envió Ileana, una de sus hermanas, ya fallecida. Una vez que lo leyó, me remitió sus consideraciones por correo postal. Aunque no nos conocíamos personalmente, pero teniendo en cuenta su genealogía, un año después lo invité a visitar Las Tunas.

«En 1993 lo acogimos por primera vez aquí. Tan bien se sintió que comenzó a venir todos los años, principalmente para los aniversarios del ataque y toma de Las Tunas. Aquella heroica acción de la Guerra Grande fue ejecutada por las tropas al mando de su bisabuelo, el 26 de septiembre de 1878.

«En 1996 regresó con motivo del bicentenario de la fundación de la ciudad. Una mañana, mientras conversábamos en torno a las relaciones cubano-norteamericanas a través de la historia, me confió que él tenía en su poder la bandera que presidió nuestra Embajada allá hasta el momento de la ruptura diplomática.

«Le dije algo que, obviamente, él sabía: “Héctor, tienes en tu poder una pieza museable de incalculable valor. En tu casa carece de utilidad, porque nadie conoce de su existencia. ¿Por qué no la donas?”. Me miró y me dijo: “Ya lo había pensado”. Un año después la trajo junto a su equipaje. La acogió el Museo Provincial que lleva el nombre de su ilustre pariente.

«Héctor continuó visitándonos. En cada viaje se aparecía con alguna donación. Recuerdo que trajo, entre otros objetos, la brújula con la que el Mayor General Vicente García se orientaba en el teatro de operaciones y una buena cantidad de fotos familiares desconocidas para nosotros. Por entonces, además de historiador de la Ciudad, yo era especialista en Patrimonio.

«En una de sus visitas expresó su interés por transferir la bandera a la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García. No hubo inconvenientes, y así, el 26 de septiembre de 2001, la enseña quedó bajo la custodia de la institución, que cuenta con una sala donde figuran los bustos de todos los generales tuneros que pelearon en las guerras del siglo XIX.

«El tema sale del anonimato por una entrevista que me hizo para Cubavisión Internacional la periodista tunera residente en La Habana Norka Meisozo, con motivo de un documental en ciernes sobre el Mayor General Vicente García. Entre otras cosas, le comenté de la existencia de la bandera. Ella, a su vez, se lo hizo saber luego a Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana, también testimoniante de un audiovisual en construcción.

«Con su proverbial “luz larga”, Eusebio vio en la enseña un símbolo digno de utilizarse en el acto de reapertura de nuestra Embajada en Washington. Así, coordinó con el Consejo Nacional de Patrimonio, y este, a su vez, con las entidades tuneras correspondientes. La bandera se llevó a la capital. Su historia de los últimos días ya es conocida», agregó.

Bien cuidada

Mientras la tuvimos en custodia, la cuidamos como un símbolo de la dignidad cubana —dice Rodolfo Torres, director de la Plaza de la Revolución Mayor General Vicente García. «Nos esmeramos en su conservación, dentro de un cilindro sellado. Se trata de una pieza de paño que exhibe el paso del tiempo, en particular por sus manchas de color amarillo. Tiene adosada una pequeña etiqueta con el nombre del lugar de su confección: La Habana. En uno de sus ángulos aparece la firma de Héctor.

«Héctor nos transfirió la posesión de la bandera en uno de sus viajes a Las Tunas. En aquella oportunidad, una especialista nuestra redactó en su presencia una declaratoria de entrega. Entre otras cosas, él aseguró que durante los más de 30 años en que el estandarte estuvo en su poder, solamente fue desplegado en una oportunidad, y fue cuando un grupo de deportistas cubanos le hizo una visita de cortesía en su casa de Miami.

«El último donativo que nos hizo fueron los pies de exponentes para los bustos de los generales tuneros, con sus nombres y datos biográficos fundamentales. Ya no nos visita con la misma frecuencia de antes. Tiene más de 90 años de edad y problemas en la vista. Pero aquí lo recordamos con frecuencia», significó.

Cita con la historia

El 20 de julio pasado, en medio de una ceremonia solemne, la bandera que con tanto celo salvaguardó y cuidó Héctor García Soto,  emergió del ostracismo para exhibir sus colores en medio de las expectativas por un tiempo mejor.

En diálogo con los periodistas que viajaron a Estados Unidos en menesteres de cobertura, Eusebio Leal aludió el estilo poético con el que Héctor reseñó en algún momento cómo conservó la bandera que hoy provoca tanta admiración y respeto. Precisó que, para referirse a aquel acto, el bisnieto del mambí utilizó las frases «sentimiento patriótico» y «sentido de nación».

Y, echando mano él mismo a los matices de la poesía, que tan bien le vienen a su discurso, añadió la víspera del izamiento:

«Quizá por caminos extraviados en determinado momento, y luego encontrando finalmente la estrella solitaria de Cuba, Héctor guardó la bandera y ella lo ha guiado hasta hoy.

«Sé que va a ser una gran satisfacción para él, para su familia y para Las Tunas, que sea esa bandera la que esté, si no en el asta, en el salón principal de la planta superior de la hermosa sede de la Embajada de Cuba».

Consultado a través del correo electrónico por Cubavisión Internacional, y en palabras que publica el sitio web Apicalternativa-La Decana, Héctor dedicó emotivas palabras a la elección de aquella bandera para presidir el acto.

«Para mí fue un honor y un orgullo el haber rescatado mi bandera de la estrella solitaria y que ondee de nuevo en el mástil independiente de nuestra Embajada en Washington. Ahora que comienza una nueva era en las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, con una recíproca amistad de los dos pueblos, espero que terminen para siempre la hostilidad y las agresiones que en el pasado sufrió nuestra Patria».

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