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De lanchas, techos y otras mejoras en cayo Granma

La reanimación del transporte marítimo y la recuperación del fondo habitacional, devastado por el huracán Sandy, se muestran en el singular paraje de Santiago de Cuba, una ciudad que cumple 500 años y rememora las acciones del 26 de julio

Autores:

Osviel Castro Medel
Odalis Riquenes Cutiño

SANTIAGO DE CUBA.— Como un caracol gigante, detenido en el tiempo a la entrada de la bahía santiaguera, acaricia los sentidos cayo Granma.

Entorno marino al fin, la vida es allí soleada y tranquila, y en el andar de sus más de dos mil habitantes sobrevive la impronta de los acontecimientos decisivos de los que han sido testigos y que defienden su identidad.

En cada ensenada o embarcadero flotan los sueños de aquel pescador de apellido Smith, que según la leyenda, no comprobada, por cierto, fue tal vez el primero en llegar, para bautizar el islote.

Por sus senderos, rampas y escalinatas; por su única calle, que bordea toda la isla, puede sentirse el lamento de aquellos inmigrantes haitianos que encontraron aquí refugio, o el tronar de los cañones en la batalla naval de Santiago de Cuba, que hizo entrar en la historia las aguas cercanas.

En la arquitectura singular de sus viviendas de madera —tipo boungalows—, plantas en forma de L, techos inclinados de cinc, patios espaciosos y portales decorados, está el testimonio de una burguesía santiaguera que buscando expansión en la época prerrevolucionaria  convirtió el cayo en su zona de recreo.

Con un círculo concéntrico de inmuebles, que ascienden desde el mar hasta escalar sus 29 metros de altura, cayo Granma es la evidencia viva de los valores arquitectónicos, paisajísticos y ambientales que posee y que, más allá de la ubicación geográfica, justifican su condición de área protegida del sitio Castillo del Morro San Pedro de la Roca, Patrimonio de la Humanidad.

Sin embargo, a pesar de su historia y valores, cayo Granma fue durante años tan solo un paraje marino distante, presa del abandono y el alto nivel de deterioro de sus edificaciones, a las que el inexorable paso del tiempo y las incidencias del clima, la salinidad, el fuerte asoleamiento y la presencia de elementos parásitos como el comején, le habían colocado el rótulo de patrimonio en peligro.

Por otro lado, la incomunicación y las dificultades para mantener el vínculo con la ciudad de Santiago son también signos distintivos de la vida en el Cayo, donde la cotidianidad de su gente es miel o acíbar, en dependencia de la llegada o no de su medio de transporte.

Todo, el ir y venir necesario hacia la secundaria y otros niveles superiores de estudio; el acceso al trabajo de muchos, el hospital, la llegada de los víveres de la canasta básica, el traslado de algún fallecido…, ha estado hasta ahora a merced del ronroneo de  las dos añejas y sobreexplotadas lanchas, reiteradamente rotas y ausentes debido a la carencia de piezas de repuesto.

Renacer del transporte marítimo

Por eso, aunque la noticia se coló discreta en las páginas de algunos diarios y en reportes audiovisuales, una de las acciones de mayor impacto entre las numerosas transformaciones que tienen lugar por acá al calor del cumpleaños 500 de la otrora villa santiaguera, es la entrega de una embarcación totalmente nueva que posibilitará la reanimación del transporte hacia cayo Granma y otras zonas del litoral.

Se trata de la moderna lancha Enlace V, con casco de acero, de 15,88 metros de eslora (largo) y seis de manga (ancho), dotada de un motor de unos 200 caballos de fuerza de potencia —una velocidad de desplazamiento de ocho nudos- y de sistemas eléctrico, de propulsión, gobierno, comunicación y navegación importados.

Construido en solo nueve meses gracias al esfuerzo y alto nivel de compromiso de paileros, soldadores, electricistas, mecánicos, carpinteros y otros trabajadores de la Empresa Astilleros del Oriente, el nuevo medio contará con dos niveles y tendrá capacidad para transportar a unas 150 personas, 64 de ellas sentadas.

La puesta en funcionamiento de la nueva embarcación, según explicó a JR Juan Jesús Samé Felizola, director de la base de lanchas del Cayo, nacido y criado en el islote y vinculado a tiempo completo a las labores constructivas que ha asumido como «un compromiso con mi pueblo», permitirá someter a un proceso de reparación a la lancha Enlace III, que incluirá la reconstrucción de su estructura de acero y el montaje de un motor y sistemas nuevos.

Luego, precisó el directivo, someteríamos a similar proceso de mantenimiento capital a la Enlace IV, lo que a inicios del 2016 nos permitiría disponer de tres embarcaciones en óptimas condiciones para el traslado de pasajeros en el litoral, dos en funcionamiento y otra de reserva, y dejar atrás la situación de constante inestabilidad que vivimos hoy, con dos medios sobreexplotados y carentes de agregados, que realmente funcionan, desde las cinco de la mañana hasta las 12 y 45 de la madrugada, gracias a las innovaciones de nuestros trabajadores.

La entrada en servicio de la Enlace V, a la que según dijo Samé Felizola se le piensa incluir un servicio de gastronomía ligera a bordo, permitirá asimismo incrementar los muelles de recogida (Caracoles, el Cayo, la Socapa, Ciudad Mar, Barrio Técnico, Punta Gorda) y retomar los recorridos, como eran en otros tiempos, hasta la Alameda, haciendo más fácil la comunicación del litoral con la ciudad, hoy limitada al trayecto el Cayo-La Socapa-Ciudad Mar, con las molestias que implica acceder luego a un inexistente transporte terrestre para llegar hasta Santiago.

Amaneceres de techo nuevo

No sin pocos contratiempos, un proyecto de la Oficina del Conservador de la Ciudad, con colaboración extranjera, ya hacía posible la rehabilitación capital de casi una veintena de viviendas y entidades estatales, y el mejoramiento de toda la entrada y la calle principal de cayo Granma, cuando en la madrugada del 25 de octubre del 2012 el huracán Sandy hizo añicos tanto esfuerzo.

«Nadie pudo salir de aquí. Con horror las personas vieron cómo las casas se quedaron sin techo, las viviendas próximas al mar se destruyeron… fue una madrugada negra, que no le deseo ni a mi peor enemigo».

Al amanecer, debió repetir hasta el cansancio: ¡Dios mío, yo no hice nada!, cuando sus vecinos, oponiendo un gesto humorístico a tanto dolor, le increpaban: ¡Tú desgraciaste esto, quítate ese nombre!

Así revive la delegada del Poder Popular de cayo Granma, Sandy Almeira Boza, la mañana de aquel 25 de octubre. Un recorrido por las 9,6 hectáreas del islote hería los sentidos: solo siete, de las 247 casas, conservaron sus techos. Menos la tienda de Trasval, todos los establecimientos sufrieron daños… Así pudiera empezar la glosa de aquellas horas en que estuvieron 19 días sin fluido eléctrico; 14 sin comunicación con tierra y más de 21 jornadas mirando las estrellas.

«No teníamos nada…», repite Sandy intentando describir aquella sensación de vacío e impotencia que les embargaba. Pero, en corto tiempo, sentimos la solidaridad llegar de todas partes. «Llegaron desde patanas con agua y comida hasta brigadas artísticas, donativos de todo tipo. Nuestro primer secretario del Partido en la provincia, Lázaro Expósito, se mudó para acá. Así poco a poco se nos dio el techo a todos los que lo perdimos sin que nos costara un medio, y poco a poco nos fuimos recuperando.

«Hoy, no quiere decir que lo hayamos logrado todo, pero muchas cosas mejoraron por aquí. Se construyó una nueva planta telefónica que ha permitido instalar el servicio en todas las casas: faltaban solo ocho viviendas a las que se les va a poner ahora; y ya es una realidad la mejoría en el transporte, nuestro principal problema. En fin, como santiagueros heroicos y luchadores que somos, nos impusimos y seguimos adelante.

«Nos enfrascamos ahora en implementar proyectos socioculturales que vayan al rescate de nuestras tradiciones de comunidad pescadora, al cuidado del medio ambiente, y tributen también al esparcimiento de nuestra población, que tiene un alto por ciento de jóvenes y niños», explica la también licenciada en Comunicación Social y directora de la casa de cultura Aurora Ochoa, del Cayo.

De esta manera los habitantes del islote también hacen suya la celebración por el medio milenio de su villa fundacional y los 62 de la gesta del Moncada y se aferran a sus esencias, esas que  igualmente los definen como santiagueros.

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