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Crisis de agua en la cuenca del Caribe

Alerta por escasez de precipitaciones ha obligado a decretar emergencia en centenares de municipios de la región. El Canal de Panamá podría restringir el paso de buques mayores

Autor:

René Tamayo León

Que la abrumadora sequía que afecta a Cuba solo sea un capítulo de lo que ocurre en estos momentos en la cuenca del Caribe, no es para tomarlo a la ligera. Que estemos asistiendo a un evento climático de escala regional, ratifica la delicada situación sobre la que se está alertando.

Debemos tomar muy en serio lo que se dice. Cada uno de nosotros puede ayudar. Lo primero y más importante es tan «simple» y «sencillo» como ahorrar (entrecomillo porque la oferta de plomería no es suficiente para lo que se necesita, a veces carece de la calidad que debiera, y los precios, sobre todo los de la shopping, no son muy accesibles que digamos).

Mucho, empero, podemos hacer. Y esto vale tanto para las empresas —sean altas consumidoras o no—, como para las formas no estatales de gestión y para nuestra cotidianeidad hogareña.

Además de la responsabilidad institucional y ciudadana de hacer un uso racional del agua, son tiempos en que tenemos que  extremar las precauciones para cuidar de su calidad. Y esto va desde evitar verter lo indebido a los cauces, como abstenernos de lavar vehículos —tractores, camiones, autos, motocicletas y hasta bicicletas— en charcos, arroyos, ríos y presas.

Pudiera parecer una nimiedad, pero no. Cuando hay lluvia y abundante agua, debemos repudiarlo. Ahora es peor. Son graves los daños que provoca esa contaminación irresponsable e irracional de miles de personas a lo largo del archipiélago.

Percepción de riesgo

La sequía está ahí, debajo de nuestros pies, encima de nuestras cabezas. Sin embargo, hay quienes no lo creen. No importa que se diga y «machaque» en que esta es, de acuerdo con expertos, la peor del país en 105 años. O que el agua represada en la red administrada por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) solo está al 35 por ciento de su capacidad. O que de las 242 de esas presas, 165 están por debajo de la mitad y de ellas 118 ni siquiera rebasan el 25 por ciento.

Se suma, de acuerdo con la reciente Nota Informativa del Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil sobre la situación de la sequía, que «las fuentes de agua subterráneas están en descenso con respecto a los meses precedentes» y que las altas temperaturas están incrementando la evaporación en los embalses.

Por último, según «la apreciación del Instituto de Meteorología, se pronostica la extensión de la actual sequía intensa y poca actividad en la temporada ciclónica en lo que resta de año, lo que indica que pudiera mantenerse la escasez de lluvias, afectando aún más la disponibilidad de agua para el próximo período seco, que comienza en noviembre».

Es fundamental la percepción de riesgo. Una ojeada a lo que está ocurriendo en la cuenca del Caribe tal vez contribuya en este propósito. Y sensibilice a los más escépticos.

Sequía en las Antillas

Todos los países que nos rodean están bajo el efecto del estrés hídrico, tanto los más cercanos como los más alejados de nosotros en la cuenca del Caribe. Es consenso científico que entre las causas de la situación están el cambio climático y el desarrollo del evento El Niño/Oscilación del Sur (ENOS).

Según reportes de prensa sobre una reunión en junio pasado del Instituto Caribeño de Meteorología e Hidrología, excepto la Mancomunidad de las Bahamas (el territorio más cercano a Cuba, situada al norte, su punto más próximo a nuestro archipiélago está a solo 21 Kilómetros), Belice y Guyana, donde se prevén mayores precipitaciones como consecuencia del ENOS, el resto de las pequeñas islas de la región estarán siendo muy abatidas por la sequía en esta temporada lluviosa.

En Jamaica (140 kilómetros al sur del oriente cubano), los principales embalses están por estos días por debajo de la mitad, con la situación más crítica en el sur y el este del país.

En Haití (a 77 kilómetros de nuestro extremo este), el estiaje estaba presente en sus diez departamentos, con afectaciones a cientos de miles de familias que dependen de la agricultura, en una nación extremadamente vulnerable en todos los sentidos, empezando por la seguridad alimentaria.

También el Observatorio Nacional del Agua de República Dominicana alertaba que los embalses reducen cada vez más sus niveles, lo que obliga a las autoridades a endurecer las medidas de racionalización en el uso del líquido, reportaban periódicos de esa nación.

Poblaciones de República Dominicana reciben solo agua en pipa. Foto: www.theobjetive.com

El diario boricua El Nuevo Día reseñaba de esta manera el avance de la crisis a mediados de mes: «La gravedad de las condiciones de sequía en Puerto Rico sigue en aumento a tal grado» que el «Monitor de Sequía de Estados Unidos amplió de 29 a 34 los municipios en sequía extrema, así como clasificó a cuatro municipios del extremo oeste de la Isla —Mayagüez, Hormigueros, San Germán y Cabo Rojo— en sequía moderada». Agregaba: El impacto de la sequía en una semana fue tal que de 2 782 287 habitantes que estaban afectados, aumentó a 2 865 660. Además, se registró un aumento en la porción terrestre abatida por la sequía de 84,74 por ciento a 86,19 por ciento.

Volviendo al norte, en Florida (estado de EE.UU., a 150 kilómetros de Cuba por Cayo Hueso) se alertaba que el sur de la región podría estar amenazado por un racionamiento del agua, si la escasez continuaba en los próximos meses.

«Las zonas este de los condados de Miami-Dade y Broward, ambas en el sudeste de Florida, atraviesan un período de sequía extrema, con el 85 por ciento de los pozos bajo tierra en su nivel más bajo en un siglo, en el caso del primer condado», informaban medios locales.

En Centroamérica también

Sobre los efectos de la sequía en la zona continental de la cuenca del Caribe, el Consejo Agropecuario Centroamericano y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura dejaban su testimonio en un informe sobre Pronósticos climáticos a la seguridad alimentaria y nutricional: perspectivas para el período agosto-octubre 2015.

En el área agrícola —dice el documento— se anticipa que las canículas (períodos de calor) se prolonguen pudiendo incluso darse dos etapas caniculares en países donde normalmente hay una, como en El Salvador.

En el Corredor Seco Centroamericano —agregaba—, la producción de alimentos ha sido afectada por el déficit hídrico de los pasados meses, y se presentan severas condiciones de riesgo para las cosechas. Más adelante alertaba que la situación puede agravarse porque la irregularidad en la distribución de lluvias, las canículas prolongadas y el retiro anticipado de la estación lluviosa pueden comprometer las siembras.

El ejemplo más elocuente del estiaje en la región istmeña y mesoamericana está en Panamá, donde se declaró a inicios de agosto estado de emergencia nacional ante la sequía.

La ministra de Ambiente del país, Mirei Endara, explicó que la medida está encaminada a establecer mecanismos para minimizar el impacto del actual evento ENOS. Añadió —siempre por reportes de prensa— «que según especialistas este año solo lloverá entre los meses de octubre y noviembre, y se prevé un período de sequía más extendido para el año 2016».

Como consecuencia, el viernes 7 de agosto la autoridad del Canal de Panamá emitió una circular según la cual a partir del 8 de septiembre próximo, de no incrementarse las precipitaciones, se restringirá el paso por esa vía interoceánica, donde solo se permitirá el trasiego de buques con un calado máximo de 11,89 metros en agua dulce tropical.

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