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La política de la naranja

Una mitad por el pueblo y la otra en las administraciones, con coordinación política y gubernamental. Así funciona el proyecto comunitario Por nosotros mismos, que tantas realidades mueve en Las Tunas

Autor:

Susana Gómes Bugallo

Lo que más me gusta es que es verdadero. Aunque iniciativas de este tipo puedan sonar a ciencia ficción, a guión concebido para ocasiones especiales, o a telón que intenta cubrir todas las dificultades y mostrar solo el lado bueno de la realidad, el proyecto comunitario Por nosotros mismos está cambiando mucho en Las Tunas.

Aunque en todo momento intenté ir más allá, sacudir opiniones de las más candentes, provocar debates de los que ponen en duda cualquier certeza o tratar de ponerle un toque más matizado que no luciera como ese casi mágico cuento de hadas que parecía que me contaban, a las tuneras y tuneros no hay quien les toque su nuevo estilo de vida.

Esas actividades que llegan cada cierto tiempo a las comunidades más intrincadas, y lo mueven todo, y lo transforman todo, y lo sufren todo, y lo mejoran todo, se han convertido en la razón de ser de muchas personas en la ciudad de las esculturas. Porque no se trata del «día de la fiesta», sino del perfeccionamiento del método de trabajo del Poder Popular que este momento trae consigo, y de todo cuanto se ha repensado gracias a esta mirada más certera.

Desde el Gobierno hasta el Partido, desde las administraciones hasta el pueblo, desde quienes alardean de su juventud hasta quienes ostentan su experiencia, hay una convicción de que el único modo posible de hacer la vida mejor está en la quinta idea del concepto de Revolución que Fidel nos regaló: Por nosotros mismos.

Las administraciones dan la cara

Tener frente a frente a quienes poseen los argumentos para convencer cuando no se puede resolver, o hacer cuando los recursos andaban por ahí y aún no se había sacudido la mata o reajustado los bolsillos con exactitud; esa es una de las posibilidades que más se agradecen. Porque —insisten el pueblo, los funcionarios y las administraciones— no es igual cuando los planteamientos llegan en papel, que si la conversación es cara a cara.

Primero, porque la población de Las Tunas es demasiado humilde, dice José Zaldívar, de la Dirección Municipal de Vivienda de Puerto Padre, quien afirma que muchas veces la gente no se ha quejado y cuando llegan a verlas es que descubren su situación de vulnerabilidad. El proyecto permite, ilustra, intercambiar con quienes más se han dañado; explicarles cuánto puede hacerse y en qué tiempo; sugerirles soluciones o ayudar hasta donde se pueda.

Aunque bien sabemos que los números no lo cuentan todo, las cifras provinciales dicen mucho. Luego de que comenzara el proyecto, en octubre de 2012, se han reparado 88 consultorios médicos, 12 salas de hospitales, 102 escuelas, 130 bodegas, 26 unidades gastronómicas, 50 panaderías, cuatro dulcerías, dos policlínicos, dos clínicas estomatológicas, 68 parques, 32 círculos socioculturales, 20 placitas y varios hogares maternos y de ancianos.

Además, se han recuperado 182 complejos rústicos deportivos, atendido 103 construcciones conmemorativas y han aumentado las unidades artísticas en función de la recreación permanente. Sumados a los cambios constructivos, están las reparaciones de viales y paradas de guaguas, tendidos eléctricos y luminarias (16 barrios han sido electrificados), la creación de nuevas rutas de transporte o el mejor aprovechamiento de las existentes y la limpieza de fosas, zanjas y arroyos.

Y esto es solo hablando objetivamente y pensando en cambios materiales, pero conversar con las personas allí, muestra que las principales transformaciones son en la espiritualidad de un pueblo que se siente atendido. Porque dijo Silvio que el problema vital es el alma, se antoja como lo fundamental esa revitalización de las mentalidades, lograda por una mejor estrategia de delegados y consejos populares.

Nada del otro jueves

Según cuenta Noel Núñez Núñez, secretario de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Las Tunas, el trabajo comunitario comenzó en el territorio desde 1996 y se fue extendiendo a los municipios con distintas alternativas. La intención de Por nosotros mismos —que comenzó luego de aplicar diagnósticos que permitieran conocer cada comunidad— fue la de desplegar la participación popular, impulsándola, construyéndola desde abajo, día a día, persona a persona, casa por casa, cuadra por cuadra, de modo que la comunidad se organizara y alcanzara el poder que tiene.

Se trata de que cada quien haga lo que le corresponda, y de que el espíritu creativo del pueblo sustituya viejos métodos de esperar orientaciones de estructuras superiores para resolver una situación. Todo ello guiado por el delegado y por otros líderes del barrio, las organizaciones de masas, representantes de las entidades administrativas de la zona y activistas del deporte, la cultura y la salud.

La idea que hizo nacer el proyecto, dividida en 14 bases o tareas, pretende identificar las potencialidades materiales y humanas de cada barrio para sumarlas a la resolución de problemas; movilizar el talento cultural y deportivo; revitalizar organizaciones de masas; higienizar y embellecer los barrios; incorporar jóvenes a las actividades; debatir sobre temas actuales; combatir indisciplinas sociales y corrupción; fomentar educación cívica; potenciar agricultura urbana; ver la comunidad como principal brigada de trabajo en cada acción; convertir la escuela en el centro cultural y deportivo más importante, y escribir y divulgar la historia de cada poblado.

Nada del otro jueves, dirán. Pero la realidad es que muchas veces deben intencionarse con mayor fuerza algunos procesos que podrían ser naturales y se van dilatando en la rutina diaria. El papel lo aguanta todo, podrán pensar. Sin embargo, detrás de las intenciones primarias e idílicas, van métodos reales y objetivos que hacen el sueño posible.

Es por eso, explica Núñez Núñez, que cada lunes, luego de que durante sábado y domingo se celebren evaluaciones del proyecto en dos circunscripciones por municipio (una rural y otra urbana), en la sede del gobierno provincial se reúnen delegados y administraciones para comentar sobre los resultados de ese fin de semana y los problemas que quedan pendientes en esos barrios, y echarle un vistazo a lo que depara la próximo cita y al aseguramiento que requiere.

Ni el Partido, ni el Gobierno, ni las administraciones tienen fin de semana, comenta el Secretario provincial de la Asamblea, y explica que en esas jornadas Las Tunas se pone en pie para evaluar lo que se mueve y lo que no. De las más de 2 000 evaluaciones de proyectos, con alrededor de 5 000 inquietudes, más del 78 por ciento son historia pasada.

Esta es la política de la naranja, ilustra en metáfora casi perfecta el delegado Juan Moreno Labrada, presidente del Consejo Popular número 4 del municipio de Las Tunas, quien describe el proyecto como resultado del trabajo conjunto entre las administraciones y el pueblo en las comunidades. También de esa zona es el delegado Ricardo Romero Drake, quien apunta que con comunicación eficiente es muy fácil emplear a los organismos implicados en la resolución de problemas.

Una de las preocupaciones más frecuentes para el país es la de conocer con inmediatez las dificultades en la base, explica Noel Núñez. El proyecto permite una reacción inmediata de las administraciones en relación con las inquietudes del pueblo. Por nosotros mismos ha demostrado que el pueblo es capaz de movilizarse en función de una vida mejor, coinciden los implicados. Y resaltan que la esencia es que no muera ni se torne esquemático.

Yaumara Hernández Ávila, delegada de la circunscripción 20, apunta que lo más significativo es el modo en el que se ha revitalizado el amor entre vecinos. Mientras, Drake resalta la labor de los centros escolares en la esencia que aportan a los barrios, cuyas historias se han escrito y divulgado para bien de la identidad. A esta idea se suma, desde Puerto Padre, Roberto Cabrera Sao, director municipal de Educación, quien ilustra cómo ha descendido hasta el nivel de alcoholismo y otros conflictos sociales a medida que el proyecto se ha encargado de los vacíos recreativos.

Y como el núcleo es la comunidad, de allí sale todo: las fuerzas laborales para arreglar cualquier debilidad; quienes se encargan de reconocer la labor; quienes preparan la actividad recreativa y los que ponen el detalle vital.

Por ejemplo, los vecinos de la circunscripción 43, de Santa María Poblado, acaban de estrenar a la joven delegada Gretel Cordoví Escalona, quien en solo unos meses ha respondido a planteamientos que llevaban años intactos.

Prueba de ello la da también la puertopadrense Juana Álvarez Fernández, quien pone a sonar la conga del barrio antes de comenzar sus actividades, y hace de cada cumpleaños una fiesta de todos. Se acabó la apatía, me confirma. El proyecto da fe de que tenemos Revolución.

El pudín de Lourdes

Y aunque en esta vida tan objetiva, siempre queremos andar viendo resultados concretos y tangibles, el impacto espiritual de este proyecto no puede dejarse de contar. Las personas se alegran cuando pueden recibir a tantos en su comunidad y brindarles de lo mejor que tienen. Y se alegran aún más si antes de que llegue ese día, sus problemas más complejos han disminuido.

Si no, pregúntenle a Lourdes, que encontró al instante un tenedor para picarnos un trocito de su pudín en exposición y hacernos probar uno de los más ricos manjares para el corazón. Con el mismo orgullo de esta señora, cada poblador de El Yunque enseña su talento como parte de ese movimiento telúrico que se genera el día de la evaluación. Las mujeres creadoras tienen sus obras de arte, los artesanos de los sombreros de anahuitas (planta típica de la zona) quieren demostrar que su inventiva es la más bella, y cada quien se suma a su modo, desde cualquier arte.

Porque nunca hay bolsillo más recompensado que el del alma, ese ente con hambre atroz que, como me decía recientemente Pepe Alejandro, a veces está «fuera de calderos». Para alimentar el alma de Las Tunas anda moviéndose todo Por nosotros mismos.

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