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Los parques de Wifilandia

El deterioro de bancos, aceras, jardineras y hasta monumentos en zonas patrimoniales con conexión wifi, demuestra la necesidad de una mayor conciencia ciudadana y de seguir creando condiciones para los usuarios, y para la preservación de estos lugares

Autores:

Yahily Hernández Porto
Odalis Riquenes Cutiño
Hugo García
Glenda Boza Ibarra
Laura Brunet Portela
Lisandra Gómez Guerra
Dorelys Canivell Canal

Poco después de las diez de la mañana, el parque Céspedes, en el corazón patrimonial de la ciudad santiaguera, es un hervidero.

Entre el ir y venir de los transeúntes, un grupo de turistas intenta aprehender toda la riqueza histórica y arquitectónica del entorno, dos septetos con sus instrumentos a cuesta pugnan por la atención del público, dos abuelos tratan de hilvanar una conversación, y una veintena de personas con celulares, tablets, laptops, se comunican con el mundo.

Tratando de escapar del sol, que en Santiago es inclemente, se acomodan como pueden. La muchacha que logró alcanzar asiento con un poquito de sombra, chatea absorta con sus piernas cruzadas encima del banco. La abuela prefiere mantenerse de pie, disfruta de la imagen en la pequeña pantalla de su celular y se olvida del suelo que pisa. Otros hacen malabares para arrellanarse en el bordillo de las jardineras, aquellos han cruzado a la acera de enfrente y dan paseitos mientras conversan...

Escenas como estas, que en la ciudad indómita se repiten en la Plaza de Marte, el parque de Ferreiro y más recientemente en los acondicionados parques del Paseo Marítimo La Alameda, son frecuentes en una buena parte de las más de 50 zonas que cuentan hoy en el país con el servicio Wifi_Etecsa para el acceso inalámbrico a Internet.

Que una posibilidad como esta, apropiada para la comunicación con familiares y amigos, haya llegado hasta los cubanos, es, según coinciden jóvenes entrevistados por este diario, «de las mejores cosas que han sucedido en los últimos tiempos». Sin embargo, su impacto en áreas patrimoniales, que merecen un cuidado especial por los valores arquitectónicos, urbanísticos, paisajísticos e históricos que estos lugares atesoran, nos revela una arista con diversos matices problémicos, que JR recrea tras un paneo por varias provincias del país.

Yayabo como nombre de usuario

Con la llegada de la wifi al parque Serafín Sánchez, de la ciudad de Sancti Spíritus, este espacio ha resultado pequeño. Y preocupa que, conjuntamente con las bondades tecnológicas que ha traído el nuevo servicio, han proliferado algunas indisciplinas sociales en esa área del centro histórico de una de las villas más antiguas de Cuba.

Según la directora del Centro Provincial de Patrimonio en el territorio, Anaís Gómez Hernández, se han detectado comportamientos ciudadanos que van en detrimento de la conservación del sitio, como personas que, al estar paradas durante mucho tiempo, ponen los pies sobre las paredes de instituciones aledañas. Hay bancos que reciben más peso que el que pueden soportar, por lo que se presiente que pudieran caerse en cualquier momento. Se han recibido también quejas de los trabajadores de los locales ubicados alrededor del parque, debido a que, en ocasiones, la bulla de los internautas molesta la realización de sus labores.

«Los trabajadores de Comunales nos ayudan a mantener la limpieza. Pero los supervisores de la Dirección Integral de Supervisión (DIS) en el territorio son los únicos facultados para multar a aquellos que incurran en indisciplinas».

A juicio de Gómez Hernández, la ausencia de un guardaparque en el área espirituana deja margen a que proliferen conductas inadecuadas sin que nadie requiera a los implicados y vele permanentemente por que no se afecte el espacio.

Por su parte, la vicepresidenta del Consejo de la Administración Municipal de Sancti Spíritus que atiende las Construcciones y Comunicaciones, Yanisley López Álvarez, comentó que a partir de valoraciones de la empresa a cargo de la prestación, el parque yayabero, como muchos otros del país, se escogió por poseer todas las características técnicas necesarias para el anclaje del servicio.

Pero Roberto Villoch, director de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos en la provincia, considera que la apertura del servicio en el parque espirituano más allá de sus ventajas, ha constituido un franco retroceso en la preservación del lugar. Explicó que desde hacía mucho tiempo se había suspendido la realización de grandes sucesos culturales en el parque espirituano para evitar las multitudes.

Sin contraseñas matanceras

No muy alejado de lo que ocurre en Sancti Spíritus se torna el panorama en la Atenas de Cuba. Bielka Cantillo, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural en Matanzas, muestra preocupación por los perjuicios que sufren varios sitios de la capital yumurina.

«El parque de La Libertad no es un área tan grande comparada con otras de su tipo en el país, por lo que su tamaño no es el adecuado para la cantidad de personas que recibe», nos dijo la directiva.

Señaló que, por ejemplo, si una persona llega al parque con una laptop para comunicarse durante un rato y todos los bancos están ocupados, enseguida busca dónde sentarse. No se va a quedar parada. Entonces ocupa los quicios, las escaleras y el propio conjunto escultórico, que es Monumento Nacional. Duele ver cómo la gente se ubica, incluso, sobre la bandera de bronce en la parte posterior del monumento.

No faltan los que vienen con todo el familión para el parque. «Los niños corren por el área con bicicletas y velocípedos. Hay quienes ingieren alimentos, toman hasta bebidas y luego tocan las esculturas con las manos sudadas, sucias, con grasa. Ello provoca daños a las obras», agregó Bielka.

El artista de la plástica Reiner Viera Díaz, quien participó en la restauración del conjunto escultórico del Parque de La Libertad, junto a Gilberto Martínez Orgallez, restaurador de la empresa Atrios, del Ministerio de Cultura, dio fe del esfuerzo en el rescate del sitio y lamentó que, luego de un minucioso trabajo de la estatua, ahora se incremente el deterioro por la cantidad de personas que acceden al sitio, motivadas por la tentadora conexión.

¿Suciedad en La Perla?

Desde la apertura de los primeros puntos de acceso inalámbrico a Internet con la wifi, el parque José Martí y el área del malecón tienen otro rostro. Sin embargo, el cuidado de esas áreas declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad y Zona de Protección de la Unesco, respectivamente, constituyen una inquietud de muchas entidades territoriales y ciudadanos.

«Llama la atención la suciedad. Hace seis meses estos lugares no estaban como ahora», manifestó Luis Alberto Ruiz, uno de los barrenderos del parque. «Por dondequiera encuentras papeles tirados por el piso, tarjetas ripiadas, bancos partidos, matas arrancadas. Todos los días, pasadas las cuatro de la mañana, cuando llegamos aquí, esto está que no hay por dónde entrarle».

Quizá con un tono no tan fatalista, buscando las ventajas más allá de las sombras, los propios cienfuegueros sopesan algunos elementos al confirmarse, ante todo, que se ha producido un cambio.

«El parque ha adquirido vida, antes después de las seis de la tarde era muy aburrido aquí —afirmó una de las vecinas del área. Las personas ahora vienen, se sientan, se conectan a la wifi, pero se desconectan de ciertas preocupaciones al mismo tiempo. No me parece mal que se hayan escogido estos lugares».

En igual cuerda opinó Yiset Bermúdez Guardarrama, trabajadora de una entidad aledaña al centro histórico de la ciudad: «Antes había un ambiente más apagado, demasiado tranquilo, característico del lugar. Pero ahora es distinto porque más personas acuden con frecuencia. No obstante, Cienfuegos siempre se ha distinguido por ser una ciudad limpia, y es triste ver sus principales plazas con basura».

Sulaine Laguardia Carrazana, jefa de zona del bulevar-Parque Martí-corredor de la calle Santa Isabel, reconoció que hay pocas papeleras en uso en el área. «Pero ya las tenemos. Esperamos colocarlas próximamente», añadió.

El escenario «wifeño» en el parque principal de la Perla del Sur, como en muchos otros del país, es bien variopinto. Alrededor del área también merodean revendedores que, en cualquier esquina de la plaza, proponen la venta de tarjetas a precios superiores a los de Etecsa.

Otros conectados por videochat discuten sus problemas personales como si el banco del parque o el bulevar fueran los muebles de la sala de su casa.

David Soler Marchán, subdirector del Centro Provincial de Patrimonio, expuso que el limitado alcance de la señal, la cual no llega a todo el parque, produce una alta concentración de personas en un mismo sitio.

«Estos lugares carecen de las condiciones inmobiliarias idóneas para tales actividades, porque nuestros parques y plazas no están hechos para soportar la sistematicidad por un tiempo prolongado de esa carga de personas, junto a la inexistencia de suficientes árboles que den sombra, lo cual provoca que se sienten en el césped, se recuesten a algún monumento y otras conductas inadecuadas.

Pero no todo es negativo. Soler Marchán señaló que a pesar de la falta de conciencia hacia la preservación por parte de algunas personas que acuden para conectarse, es meritorio que con la wifi se abre una oportunidad para un mejor reconocimiento social de los sitios, mayor visibilidad de los espacios y, de un modo u otro, para un trabajo que refuerce la identidad, desde la importancia de enseñar a lograr una convergencia armoniosa con atributos locales de altísimo valor, que bien pudieran ser de interés para el conectado de un lado o del otro.

Especialistas de la Oficina del Conservador de la Ciudad consideraron que no se oponen a la instalación en las áreas escogidas para la nueva prestación tecnológica. Sin embargo, les inquieta el cuidado de estos lugares emblemáticos.

Explicaron que la condición otorgada por la Unesco, hace diez años, de Patrimonio Cultural de la Humanidad, puede perfectamente revocarse si no se mantienen y protegen los valores que hicieron posible la aprobación de tal declaratoria. Estos lugares son patrimonio de los cienfuegueros, y esa es razón suficiente para cuidarlos.

No podemos tampoco ahora echarle la culpa de todos los problemas que tiene la   preservación del patrimonio a la wifi. Más bien sería prudente hablar de que las complejidades pudieran seguir agravándose si no se toman medidas de manera coordinada entre los organismos involucrados, lo cual debe buscarse no solo en Cienfuegos, sino en todos los territorios. Se impone seguir creando condiciones para los usuarios y para la preservación de estos lugares, o pensar en habilitar otros con mejores características.

Contrastes entre luces

Con la puesta en funcionamiento del servicio wifi en parques de la ciudad de Pinar del Río, estos espacios, lejos de dañarse ante la afluencia de público, se han visto beneficiados.

En el parque Roberto Amarán —más conocido como El Bosque— y en el parque de La Independencia, ambos ubicados en el casco urbano de la capital provincial, se renovaron las luminarias y se ha dado una mejor atención al arbolado.

Según explicó Idania González Mena, especialista en Áreas verdes, flores y parques de la Dirección Provincial de Comunales, a partir de que se colocara la wifi en estos sitios, el cuidado y protección ha sido más profundo.

«Antes tenían que estar los guardaparques en función de los bancos que se rompían con frecuencia a causa de las indisciplinas sociales. Además, continuamente había suciedad. Hoy la realidad es otra, más bien la gente contribuye con nosotros.

«Ya no juegan fútbol en estos lugares, ni van a perder el tiempo a ellos, porque como está lleno de personas todo el día, no pueden cometer indisciplinas ni maltratar el ornato público», aseguró la especialista.

Félix Calzada Hernández, uno de los guardaparques del Roberto Amarán, expresó que antes de la llegada de la wifi el sitio era frecuentado por personas que orinaban y defecaban en los alrededores. «En la actualidad quienes lo visitan hasta contribuyen con su limpieza y cuidado».

En contraste con el panorama pinareño, cerca de una treintena de camagüeyanos fueron entrevistados por este diario poco después de la puesta en funcionamiento de las primeras 35 zonas wifi. Si por un lado destacaban la satisfacción de contar con el servicio, por otro advertían de la necesidad de una mejor iluminación y de reforzar la vigilancia sobre los elementos que integran esas áreas con objetos patrimoniales, para evitar indisciplinas sociales y hechos vandálicos. La periodista de este equipo investigativo en Camagüey constató cómo algunas personas dejaban escritos números telefónicos en los bancos.

¡Que el Chago no se afecte!

Bien lejos de la apacible realidad pinareña en el mundo de la wifi, casi en el otro extremo de la Isla, en la sudoriental ciudad de Santiago de Cuba, lo primero que salta a la vista es el deterioro de la imagen urbana en los sitios con conexión wifi, concebidos como áreas de estar y cuyo objeto social no incluye condiciones para este tipo de funciones.

Así lo aprecia Teresa Rodríguez, especialista de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC), quien sostuvo que esa aglomeración de personas sentadas muchas veces en el piso, expuestas a la intemperie, y la falta de privacidad, dañan la imagen del entorno fundacional santiaguero y de demás áreas recientemente rehabilitadas, al calor del aniversario 500 de la fundación de la otrora villa.

Maricela Mariño Cumbá, jefa de turno del área de la Plaza de Marte, uno de los sitios más concurridos, quizá por ser un punto céntrico de la urbe, se refirió ya a afectaciones concretas.

«Tenemos serios problemas con que hay compañeros que quitan el sellaje que cubre los enchufes de las lámparas del alumbrado del parque, para alimentar o poner a cargar sus equipos.

«Los dos agentes de seguridad que cuidan la Plaza tienen que estar todo el tiempo pendientes, pues esa situación nos afecta. Aquí se realizan todas las semanas actividades culturales, recreativas, infantiles, de todo tipo; los niños vienen a montar sus aparatos, a jugar, y los padres muchas veces se descuidan. Imagina usted que un pequeño pueda meter la mano en uno de esos enchufes a los que se ha quitado el sello...

«Por otro lado, trabajamos para que esta plaza, por la trascendencia que tiene en la ciudad, alcance la condición de parque de excelencia: un lugar con un entorno cuidado, con calidad de áreas verdes, y esas personas sentadas en el piso, que tiran basura fuera de los cestos, deterioran la imagen de la ciudad por la que tanto se ha trabajado».

Con ella coincidió Ángel Carlos Revilla, trabajador de una cooperativa, contratado para la atención a la jardinería en el área del parque de Ferreiro. Este joven se levanta bien temprano diariamente para atender y regar los 30 o 40 canteros que tiene el parque y en los últimos tiempos ha adoptado la estrategia de mojar con abundante agua las jardineras, pues noche tras noche los «wiferos» se sientan de revés en los bancos y pisotean las plantas.

«No creo que la solución sea quitar el servicio, insistió el muchacho, pero sí deberían ponerse inspectores que llamen la atención a las personas que hacen esto, y multen, sancionen estas actitudes, pues a las personas hay que enseñarlas y todavía falta mucha cultura, en ese sentido, en nuestra población».

La idea de dar más seguridad a estos entornos también es recurrente entre los entrevistados, quienes se hicieron eco de anécdotas sobre celulares y otros dispositivos arrebatados y de otras acciones ilegales que pueden afectar en la práctica la implantación de una iniciativa muy buena y de una altísima acogida popular como esta.

Mariño Cumbá es del criterio de que se necesita crear áreas, entornos específicos para esa actividad donde se garantice a las personas las condiciones necesarias.

Esa línea de pensamiento es reforzada por la especialista Teresa Rodríguez, quien  estima que se deben aprovechar lugares o espacios subutilizados dentro de la ciudad, incluso dentro de los entornos con cobertura inalámbrica, para crear cabinas donde se ofrezca este servicio con privacidad, abrir pequeñas ventanillas para la venta de tarjetas y la configuración de celulares, de modo que también se eliminen las largas colas en las oficinas y telepuntos, que igualmente mellan la imagen citadina.

La experiencia del complejo de parques del Paseo Marítimo —el último de los entornos wifi creado en Santiago—, un espacio con nueve parques rehabilitados, un ambiente agradable a la orilla del mar y el Malecón, con servicios gastronómicos cerca, según algunos entrevistados, pudiera sugerir un modelo de espacios para el novedoso servicio, por la buena salud de la wifi en Cuba.

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