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El extraño «reloj de arena» de Héctor

Un grupo multidisciplinario de médicos camagüeyanos sorteó con éxito las complejidades quirúrgicas del insólito caso de un paciente con un neurofibroma en el mediastino

Autor:

Yahily Hernández Porto

Camagüey.— La compleja historia clínica de Héctor David Pons Martínez, vecino de la distante comunidad de Cuatro Caminos, en el municipio de Najasa, comenzó hace unos cuatro años cuando por momentos un dolor se le instalaba por debajo de su brazo izquierdo.

Desde entonces Héctor, de 42 años, cuando más tranquilo estaba, el malestar le aparecía ante algún gesto o fuerza que hacía. Comenta este agramontino que el dolor se lo achacaba a algo sacrolumbar. «No era nada que un par de dipironas no pudieran aliviar».

«Así estuve durante largo tiempo, hasta que un buen día me di un golpe trabajando. Pensé que me había fracturado una costilla, pues no podía ni respirar», explica este obrero que labora en la brigada de mantenimiento de la Salud, en Najasa.

Ante la alarma de aquel punzante dolor de Héctor, su esposa Didiana Hernández, junto a algunas de sus hermanas, decidieron tomar precauciones y llevarlo al doctor, que de inmediato le orientó una placa y reposo absoluto.

«Cuando en el hospital de Najasa el radiólogo vio lo que había en la placa, se asustó. Todos los que la examinaron coincidieron en remitirme urgentemente al hospital provincial en Camagüey, pues la prueba reveló algo que nunca imaginé: un tumor bien grande de localización mediastinal», cuenta.

«Muchos exámenes reafirmaron que mi enfermedad era complicada, que yo me estaba jugando el todo por el todo.  Pero no fue hasta hace poco que conocí la odisea a la que me enfrentaba», sostiene asombrado el najasense.

Héctor David, quien es padre de dos hijos, sin imaginarlo sería el protagonista de la primera operación registrada en Cuba de un gran tumor benigno del mediastino, con una porción proyectada dentro del canal medular y otra en el interior del tórax, ubicación que lo situó como un tumor muy complejo.

El Doctor en Ciencias Médicas y cirujano general Miguel Emilio García Rodríguez, director del hospital universitario Manuel Ascunce, quien lideró al equipo de trabajo, comenta a JR que se trató de una operación muy riesgosa. «Cualquier manejo fuera de los límites del reducido espacio del canal medular podía generar en el paciente lesiones irreversibles, al punto de poder quedar parapléjico o provocar otras discapacidades motoras».

García Rodríguez convocó de inmediato a un grupo multidisciplinario integrado por radiólogos, cirujanos, ortopédicos, neurocirujanos, anestesiólogos, intensivistas y especialistas en Enfermería, y al paciente se le realizó un estudio integral y profundo. «Nos apoyamos en exámenes como la Resonancia Magnética (RM) y la Tomografía Axial Computarizada (TAC), que confirmaron el neurofibroma mediastinal, en forma de «reloj de arena», de ubicación intradural y extramedular —dentro y fuera de la médula.

Equipo multidisciplinario a cargo de la novedosa y compleja intervención quirúrgica.

«Después de estudiar el caso, decidimos entre todos llegar a la lesión de manera combinada para su exéresis o extirpación», apunta.

«Primeramente fue intervenido mediante el abordaje posterior raquis dorsal, a nivel de la raíz de la tercera vértebra dorsal. Este proceder se desarrolló por los neurocirujanos Gretel Mosquera Betancourt, Sergio Silva Adán y Róger Téllez Isla, y el ecuatoriano residente de cuarto año Joffrei Estuardo Portilla.

«En un segundo momento los ortopédicos Erick Hernández González y Mario Guedes Consuegra tuvieron a su cargo la fijación de la columna dorsal e incorporaron un fijador interno en las vértebras fracturadas, luego de haberse extirpado parte del tumor extendido en los conductos de la médula madre por los neurocirujanos.

«Y en un tercer momento se extrajo la otra porción del tumor, ubicada en la cavidad mediastinal, desde una entrada póstero-lateral izquierda, intervención a la que me sumé yo junto al doctor Raúl Koelig Padrón», explica García Rodríguez.

El también profesor titular de Cirugía General reconoce que durante la práctica médica, con una duración de casi ocho horas ininterrumpidas, los especialistas agramontinos extirparon todo el tumor con el paciente bajo condiciones de hipotermia, un proceder también novedoso en cirugías de este tipo, que contó con la asistencia del doctor Leslie Carmenates Baryola, especialista en Anestesiología y Reanimación.

Aclara que a la familia del paciente, ante la decisión de intervenirlo y las dudas que podían surgir debido a la complejidad del padecimiento, se le expusieron los riesgos de la operación y las complicaciones que se podrían originar de no desarrollarla.

«Las consecuencias hubiesen sido funestas e irreversibles, pues no solo el dolor sería insoportable, sino que la ramificación y extensión del tumor le hubiesen dejado secuelas muy graves y lamentables».

Manifiesta que el tumor, en forma de «reloj de arena», tenía varias complejidades, como la localización y el abordaje, lo cual se realizó en un solo tiempo quirúrgico. La preparación y el estudio del caso, de manera integral, posibilitaron el éxito, sin dejar de reconocer la disciplina del paciente y de toda su familia, que nos alentó a no detenernos ante el complejo desafío asistencial que le puso Héctor a la medicina camagüeyana, sostiene.

 

Momentos importantes de la operación

Extirpación de una parte del tumor extendido en los conductos de la médula madre.

Introducción de un fijador interno en las vértebras fracturadas, para lograr la fijación de la columna dorsal.


Extracción de la otra porción del tumor, ubicada en la cavidad mediastinal, desde una entrada póstero-lateral izquierda.

Neurofibroma mediastinal (tumor) en forma de «reloj de arena».

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