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¿Regresaron los «conductores»?

Una nueva forma de gestión empresarial se aplica desde el 2014 en varias terminales de La Habana para incrementar la transportación de pasajeros y lograr una mayor eficiencia en el uso de los recursos, así como para estabilizar la fuerza de trabajo

Autor:

Yuniel Labacena Romero

¿Por qué en casi todos los ómnibus del transporte público de la capital se ha extendido el cobro del pasaje fuera de la correspondiente alcancía? ¿Será esa una nueva medida que se aplica en la ciudad para este sector? ¿Están autorizados quienes lo hacen?

Son estas algunas de las interrogantes que desde hace un tiempo, y con más fuerza en los últimos meses, se hacen no pocos habitantes de La Habana y otros que la visitan.

Anabel Hernández cuenta que en más de una ocasión los choferes del P-10 y P-16 les han exigido entregarles el dinero en sus manos sin explicación. «Algunas veces lo hago, otras no». A su señalamiento se sumó Juan Núñez, quien agregó que una vez escuchó decir que los choferes se preocupan por cobrar directamente al que sube a la guagua, ya que si no lo hacen tienen pérdidas.

Cuando entregamos el dinero nadie nos da el vuelto, solo si es un billete mayor que un peso o si es una moneda de diez centavos o más en divisa, contó Kirenia Matos; mientras Carlos Padrón añadió que muchas veces cuando la guagua se rompe no tiene nada que justifique que ya se abonó el pasaje, y cuando toma otra de esa misma ruta —como es lógico—, el chofer exige de nuevo el pago.

Con esas y otras preguntas Juventud Rebelde llegó hasta la Empresa Provincial de Transporte de La Habana (EPTH). Carlos Alberto González González, subdirector de Desarrollo, explicó que lo que se observa en los vehículos es resultado de una nueva forma de gestión empresarial para el funcionamiento de una base de ómnibus urbanos, que se aplica desde octubre de 2014, de manera experimental, en las terminales de Santa Amalia y Guanabo.

«Esta medida se implementó con el fin de incrementar los niveles de transportación de pasajeros con un mejoramiento de la calidad del servicio, y lograr una mayor eficiencia en el uso de los recursos, así como estabilizar la fuerza de trabajo con una mejoría en la preparación, calificación y la remuneración económica de los obreros».

González González expresó que el chofer, al involucrarse en el experimento, asume la responsabilidad de entregar a la terminal, lo mismo al inicio, en el medio o final de la jornada, un monto equivalente al plan de recaudación fijado para sus salidas (con idas y retornos), según los promedios históricos. Asimismo, tiene derecho a quedarse con el excedente, que podrá ser mayor o menor, en correspondencia con la cantidad de pasajeros transportados, posibles roturas, eficiencia en el cobro…

«En relación con este último aspecto, además de conducir están autorizados a manipular el efectivo del pago y auxiliarse de un ayudante autorizado o gestor de cobro —que es miembro de la propia tripulación del ómnibus— para recaudar el dinero, quien debe depositarlo, para mayor seguridad, en la alcancía o guardarlo donde mejor lo considere.

«Donde único ello está implementado es en las terminales de Santa Amalia y Guanabo, es decir, en el caso de la primera en las rutas P-9, P-10 y P-13, y en la otra en las 400, 425, 426, 426 B, 462, 464, 465, 466 y 466 A.

«Fuera de ahí hay una violación en lo establecido para el cobro del pasaje. Hemos comprobado que en muchas rutas se realiza esta operación de manera arbitraria, pues lo que les corresponde es realizarla a través del sistema de alcancía, que se reintrodujo desde  2007», apuntó.

Por más productividad

Con el fin de conocer más detalles sobre este experimento fuimos a Santa Amalia. Basta con recorrer sus áreas para comprobar el sentido de pertenencia de sus trabajadores. Quienes allí laboran se basan en la ayuda mutua y sienten como suya la entidad, sobre todo por los ingresos que están percibiendo, como dijo el chofer Daniel Cabrera Paula, quien lleva más de 23 años en esta labor, y cuatro en esta unidad.

«He cumplido con la entrega del dinero establecido. Estoy ganando más de 2 000 pesos mensuales, fundamentalmente cuando el ómnibus anda bien. Eso es mucho mayor que los 250 pesos que tenía como salario fijo anteriormente», afirmó Cabrera Paula, quien a la vez reconoció que esta forma de trabajo requiere de mucha disciplina y dedicación.

Irene Legón Alfonso, directora de la terminal de Santa Amalia, explicó que como parte de la recaudación los choferes tienen que hacer un depósito en caja anticipado, por un mínimo equivalente a la recaudación de un turno y un máximo de hasta tres. «Cuando alguien no puede cumplir totalmente con su compromiso para la jornada, las administraciones toman dinero de ese fondo y completan la diferencia», apuntó.

Señaló que de reincidir, si en un momento determinado la cuenta llegara a cero, automáticamente quedará cerrado el contrato, pues al ocurrir esto se agota la garantía de saldar los posibles adeudos. Por ello no tiene sentido hurtar de la recaudación, ni tampoco sacar el carro de la circulación.

Legón Alfonso significó que este sistema también reporta beneficios para los pasajeros, pues el chofer, al querer incrementar su salario mínimo y la cuota monetaria comprometida con la entidad, no querrá dejar en la carretera al posible pasajero.

«Además, si la Terminal se va por encima de las utilidades proyectadas —como ha sucedido—, el personal de apoyo como fregadores, mecánicos y otros de oficinas, también cobrarán un porcentaje extra y sus salarios, además, se incrementan».

En busca de buenos resultados, destacó, se estableció un reglamento disciplinario y para la detección de las infracciones nos auxiliamos del sistema de GPS, que ha permitido mayor control sobre el parque automotor y fortaleció la disciplina técnica de los choferes. «Las violaciones detectadas las analizamos en nuestro Consejo y se aplican diferentes medidas, según la gravedad del hecho.

«Con ello, además, ahorramos más combustible, existe mayor motivación por la calidad del servicio, mejor utilización de los recursos, más productividad del trabajo y se incrementan los indicadores económicos», subrayó la Directora de la terminal de Santa Amalia.

Deficiencias en el camino

Según el Subdirector de Desarrollo de la EPTH, las terminales en las que se aplica el experimento muestran estabilidad y resultados positivos en los indicadores, tanto económicos como físicos.

«En las entrevistas efectuadas, los trabajadores expresan satisfacción por la capacitación, reconocen como positivo la disminución de gastos, el incremento del salario medio, el mejor aprovechamiento del combustible, el cumplimiento de los mantenimientos planificados y el fregado diario de los ómnibus».

Entre las deficiencias mencionó las incongruencias del sistema de abastecimiento logístico, pues este debe garantizar los recursos en las terminales para una correcta atención técnica, eliminar las paralizaciones y disminuir los tiempos de demora de las reparaciones. Igualmente, se ha de lograr una mejor calidad del servicio a partir de la disminución de las indisciplinas de la tripulación y la utilización eficiente de las herramientas de trabajo.

«A la resolución que rige el funcionamiento de la nueva experiencia, debe adicionarse la instrumentación del impuesto simplificado para los choferes (cien pesos mensuales) a partir de los ingresos personales que se generan por concepto de sobrecumplimiento del plan de recaudación acordado.

«También se solicita evaluar la decisión de que los gestores de cobro no siempre sean miembros de la propia tripulación del ómnibus, flexibilizando la posibilidad de que pueda ser cualquier otro trabajador de la terminal, en horarios que no afecten su contenido de trabajo, o hasta alguien ajeno al centro, siempre y cuando se encuentre evaluado y certificado por una autoridad competente que avale sus requisitos para desempeñar esa función», señaló.

¿Por qué no se les da el vuelto a los pasajeros cuando pagan con un peso o más al ayudante o al chofer?, pregunto al funcionario, quien explicó que no está autorizado en el nuevo sistema de gestión fraccionar el dinero, es decir, cambiar para dar vuelto, y recordó que es responsabilidad del pasajero subir al ómnibus con los 40 centavos como abono del viaje, y nada lo exime de ello.

Finalmente, manifestó que existen varias terminales que ya cumplen con los requisitos establecidos para pasar a la nueva forma de gestión empresarial, la cual debe generalizarse en los próximos dos años a todas las entidades de la capital. «No obstante, este proceso debe ser sin prisa, consolidando los resultados que se vayan obteniendo con el fin de lograr un proceso ascendente».

La experiencia, un primer paso en la búsqueda de la eficiencia en la transportación pública capitalina, requiere ajustarse a la práctica y hasta a futuras modernizaciones. Un tema que no resuelve es que los pasajeros puedan recuperar el dinero extra que muchos se ven obligados a pagar en los ómnibus si no tienen el pasaje exacto así como que en caso de roturas no tengan que volver a pagar el importe, siempre que se muevan en carros de la misma empresa.

Ello es lo aconsejable para ese camino de prueba y error por el que comenzaron a moverse una parte de los ómnibus del transporte público capitalino.

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