Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Negocio, pero también compromiso social

Celebra la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de La Habana el Primer Evento de Cuentapropistas y Cooperativismo de la provincia

Autor:

José Alejandro Rodríguez

El Primer Evento de Cuentapropistas y Cooperativismo de La Habana, organizado por la Asociación Nacional de Economistas y Contadores en la provincia, mostró que en el sector no estatal, relacionado por muchos con el ansia desmedida de enriquecimiento, hay emprendedores que aúnan la búsqueda del bienestar mediante el trabajo, con la economía solidaria, el vínculo con la comunidad y el compromiso social.

Allí vertieron testimonios trabajadores por cuenta propia como Gilberto Valladares (Papito), gestor de Arte Corte, un proyecto de desarrollo integral comunitario en La Habana Vieja que, originado en el trabajo de la peluquería y barbería, ha desbordado sus objetivos en la capacitación de jóvenes en esos y otros oficios, la participación ciudadana, la transformación del entorno mediante el emprendimiento personal y barrial, talleres comunitarios y el rescate de la belleza, la decencia y de la memoria histórica del barrio Santo Ángel.

Jorge Pérez, trabajador por cuenta propia, tiene su negocio de impresiones digitales en la propia casa. Hizo su estudio de los precios vigentes en esa actividad. Y aunque situó los suyos más bajos, le va bien. Puede atender siete clientes al mismo tiempo con calidad y esmero, y trata con cariño, por igual, a quien viene a imprimir cien hojas que al que dos. Alarga su servicio hasta las diez de la noche, y hace encuestas sistemáticas entre los clientes. «Voy creciendo», confesó.

Para Doris Rodríguez, presidenta de la cooperativa Opina, de confecciones textiles, se ha producido «un vuelco para bien» desde que el antiguo taller estatal se alineó a la nueva forma de gestión. Porque todos deciden y los ingresos han crecido sobremanera. Humberto Broche y su esposa, quienes fabrican y comercializan artesanía por cuenta propia, revelan que se sienten felices, porque trabajan todos los días y mucho, perciben beneficios y sienten satisfacción por algo que es suyo, y al mismo tiempo son reconocidos por el comprador.

Migdelis Azahares, presidenta de la cooperativa La Casona, proclamó con orgullo que ese restaurante cuando era estatal daba pérdida a Palmares, y hoy, con diversificación de sus servicios a personas naturales y jurídicas, las ventas se han incrementado en un 60 por ciento. Los ingresos de los socios son altos, pero trabajan duramente. Y tienen un programa de atención a un hogar de niños sin amparo filial y varias escuelas.

El joven Pavel García Valdés, gestor del proyecto comunitario Barrio Habana, de La Habana Vieja, significó el rescate y dignificación social de niños y jóvenes y hasta abuelos, en una cruzada de mejoramiento humano mediante el deporte, la cultura, el juego y la competitividad, con un sentido de pertenencia barrial y hasta de calles y cuadras. Y ponderó la importancia de que los actores económicos del sector no estatal y las instituciones se sumen y respalden los emprendimientos de esos soñadores.

Pero todo no es miel sobre hojuelas. No faltaron los criterios sobre muchas trabas que tienen que vencer los emprendedores para vencer rutinas y estigmas burocratizantes, así como problemas de insumos, abastecimiento y facilidades para formas de gestión que tienen su protagonismo también en la actualización del modelo económico y el socialismo más pleno, ese que hay que rearticular también desde abajo, con la iniciativa popular.

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