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La masacre de Humboldt 7

Para cegar las vidas de los cuatro jóvenes universitarios que más buscaba en ese instante, la tiranía batistiana aprovechó el sábado santo del 20 de abril de 1957. Ellos se ocultaban en el edificio no. 7 de la calle Humboldt

Autor:

Luis Hernández Serrano

Para cegar las vidas de los cuatro jóvenes universitarios que más buscaba en ese instante, la tiranía batistiana aprovechó el sábado santo del 20 de abril de 1957. Ellos se ocultaban en el edificio no. 7 de la calle Humboldt, y solo 38 días antes habían participado en el asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de aquel año.

Muchas perseguidoras repletas de policías con ametralladoras Thompson, encabezadas por el sanguinario Esteban Ventura Novo (con apellido de paz y alma de hiena), llegaron sigilosas y rodearon los posibles accesos y vías de escape de aquel edificio.

Los criminales tenían las fotos de Fructuoso Rodríguez Pérez, Juan Pedro Carbó Serviá, Joe Westbrook Rosales y José Machado Rodríguez, «Machadito». Aunque cada tres días cambiaban de escondite, el traidor Marcos Rodríguez Alfonso, alias «Marquitos», supuesto militante revolucionario, había informado por teléfono a Ventura de la ubicación exacta de los jóvenes luchadores: «Jefe, están en Humboldt no. 7, apartamento 202».

Una crónica de la época diría acerca de aquellos jóvenes limpios: «Eran doctores en todas las ternuras, con sonrisas equivalentes a las mejores credenciales de sus espíritus. Sensibles y nobles, hombres perpendiculares. Sus muertes fueron una frustración de los ensueños juveniles, una derrota en las esperanzas cubanas por encontrar un país y un mundo de justicia, y significaban también que algo andaba mal ese día en los dictados del destino contra el encantamiento de su edad, la pureza de sus ideas y lo generoso de sus vidas».

Uno de los cuatro, Joe, salió del apartamento; apenas dio unos pasos y una ráfaga de ametralladora por la espalda lo derrumbó. Dicen que su rostro quedó intacto, de ahí la apariencia de sueño de su cadáver en el ataúd. ¡Su corazón era la única arma que portaba al ser asesinado! Los otros tres se fueron por el tragante de aire de la cocina del apartamento, que daba a la casa de los bajos. «No se alarme, señora, que somos buenos», le dijo Fructuoso, según contaría a la prensa en su momento una vecina del edificio.

Salieron en diferentes direcciones. No sabían que estaban rodeados. Juan Pedro corrió hacia el elevador, pero apenas llegó lo ametrallaron sin piedad alguna, a bocajarro. Lo reconocieron enseguida y se ensañaron disparándole. Machadito y Fructuoso se lanzaron por una ventana hacia la planta baja. Cayeron en el pasillo de una agencia de automóviles, un túnel largo y estrecho con una verja al final cuyo candado les cerraba el paso.

Habían saltado desde un punto demasiado alto y Fructuoso yacía inconsciente en el suelo, mientras Machadito intentaba levantarse sin poder hacerlo. Uno de los empleados del lugar les hizo señas y fue a buscar la llave de la verja. Llegaron antes los asesinos y uno de ellos apuntó con su ametralladora entre los barrotes de la verja.

Machadito, indefenso, le gritó: «¡No nos mate, que estamos desarmados!». Cualquier otro ser humano al oírlo hubiera bajado el arma, pero una bestia de Ventura no entendía semejante lenguaje. Por eso disparó contra dos jóvenes sin armas que no podían pararse, ni sostenerse en pie. Al caer desde tanta altura, Machadito se había fracturado los dos tobillos. Roto el candado por otro sicario, Fructuoso y él fueron rematados sin misericordia.

Fructuoso nació el 3 de mayo de 1933 en el poblado de Santo Domingo, Las Villas. Carbó Serviá, el 21 de noviembre de 1926, en Remedios, también en Las Villas. Machadito, el 19 de septiembre de 1932, en Manzanillo, Oriente. Y Joe Westbrook, el más joven, nació el 14 de septiembre de 1937 en La Habana. Los cuatro héroes murieron como fieles cumplidores del compromiso de Fidel y José Antonio Echeverría con la unidad revolucionaria, consignado en la Carta de México, y decididos a reanudar el combate en la capital del país. (Fuente: Sucesos de Humboldt 7, Maricel González, 20 de abril de 2009, La Jiribilla; y Cuatro Héroes, Julio García Oliveras, Bohemia, 13 de abril 2007.)

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