Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Qué inquieta a la juventud trabajadora cubana?

Con el desfile de este lunes, JR concluyó la serie Trabajo por cuenta joven, con la cual nos propusimos tomarle el pulso a un universo preñado de historias singulares, auténticas, hermosas... elocuentes testimonios que resignifican esta jornada de alegría en Cuba

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Juventud Rebelde

1) Un joven tunero, Jefe de la Sala de control y análisis del central Majibacoa y miembro no profesional del Buró Provincial de la UJC, hace de la andadura y el diálogo con los suyos el recurso y método para avanzar en los compromisos de su generación.

Aquella tarde, mi interlocutor dio por concluida la polémica con esta conservadora aseveración: «Mira, un cargo de oficina lo puede ejercer hoy cualquier joven. Pero una responsabilidad en una fábrica es para gente experimentada». Y, con el empaque de quien con la alquimia de sus palabras acaba de descubrir la piedra filosofal, se despidió y siguió camino.

Yo quedé un rato cavilando sobre lo que acababa de escuchar. «¿De manera que los jóvenes no están preparados para desempeñar puestos relevantes en una industria hasta tanto no peinen canas? Entonces, ¿por qué Geomani Campos Sánchez, con sus 26 años de edad, lo hace tan bien en el central azucarero Majibacoa?». Fue ahí cuando determiné ir a preguntárselo al propio muchacho.

[Lea nuestra entrevista Muchacho de «punto dulce»]

Foto: Yaciel Peña de la Peña

2) Cuando Juventud Rebelde se acercó al programa Bailando en Cuba, se estrenaron en estas páginas las imágenes de Joanne Soto Fernández, una de las 172 784 mujeres (32 por ciento) que se han acogido al trabajo por cuenta propia, y quien está entre los 167 385 jóvenes (31 por ciento) que lo ejercen.

Aunque Titina hace de todo en el mundo de la publicidad, la moda y las revistas —incluidos álbumes de promoción de artistas, músicos, modelos y compañías como Artex-Lauros— no fue hasta el gran espectáculo que sus tomas llegaron a la mayor parte del público. Bien porque trabaje para un sector más especializado y su obra no se conozca tanto por las mayorías, o porque sea una joven intentando amasar un sueño por cuenta propia, la lente de esta muchacha merece unas líneas en JR.

[Lea nuestra entrevista Los planos de Titina]


Titina Foto: Monik Molinet

3) Ahora las tareas no me las pone el maestro, sino que yo mismo debo hacerlo, dice un joven científico que desde hace unos meses dejó de ser estudiante para convertirse en trabajador.

Fue en la playita Cajío, de su pueblo Güira de Melena, donde encontró un motivo para experimentar y adentrarse más en las ciencias. Con sus sueños de científico nuevo fue hasta allí Josiel de Jesús Barrios Cossio, cuando apenas cursaba el primer año de Radioquímica en el Instituto Superior de Tecnologías y Ciencias Aplicadas (Instec), y no imaginaba que ese sitio de mitos curativos le daría el tema de su tesis de licenciatura.

[Lea nuestra entrevista Rumbo a lo desconocido]

Josiel de Jesús Barrios Cossio. Foto: Yunet López

4) En plena madrugada, cuando todavía no suenan los primeros truenos cotidianos, la ciudad le hace guiños y le susurra secretos; llega a decirle, figuradamente, que lo admira. Es que ella lo ha visto con frecuencia ganarle al reloj de los gallos y se ha deslumbrado por su habilidad para sanear, sudorosamente, las impurezas diarias.

Pero Rafael Cedeño Salazar no se detiene a pensar en los halagos imaginativos de la ciudad ni de la gente, y con el vigor de sus 26 años hace desaparecer cada desecho, grande o pequeño, que encuentra a su paso para que Bayamo pueda exhibir hoy un corazón limpísimo.

«Soy constante en mi trabajo, como el resto de mi brigada. Somos 11 y llevamos una secuencia tremenda; siempre estamos ahí, ahí, ahí, encima del parque», dice en la arrancada de la entrevista con JR para referirse a la Plaza de la Revolución de la Ciudad Monumento.

[Lea nuestra entrevista Los orgullos de un barredor de impurezas]

Con 26 años Rafael hace desaparecer cada desecho a su paso. Foto: Osviel Castro Medel

5) Vaya coincidencia, pienso apenas lo mencionan a través del 104, el número por el que puede solicitarse una ambulancia cuando la vida de una persona está en peligro.

Mientras repito el nombre de un joven enfermero emergencista, los recuerdos me trasladan, sin embargo, a otro escenario: al de una plaza guantanamera desbordada de pasiones, de muchachos y muchachas seducidos por C-4. Y en medio del escenario él, inquieto, con su melena larga y despeinada haciendo «temblar» la batería o las cuerdas de la guitarra eléctrica.

Es que para mí, el nombre aludido hasta ese instante solo establecía una fuerte analogía con Beto, el roquero mayor de una explosiva banda que marcó la existencia del género en esta parte de la Isla.

[Lea nuestra entrevista Beto, la otra cuerda de la vida]

Roberto estuvo en el mundo del rock desde los 15 años. Foto: Lilibeth Alfonso

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